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Amanecer diez años atrás

13 Oct

Amanecer con la pulsión de escribir es algo que hay aprovechar. Aún con los ojos hinchados y lagañosos, llamativamente la mente está llena de creatividad. Las ideas están acomodadas: párrafo por párrafo, oración por oración. Desenredarse de las todavía tibias sabanas que me arroparon durante cinco horas de profundo sueño es el desafío para alcanzar la computadora. Por suerte está cargada. Son las primeras horas de un feriado -día hecho para darle forma al colchón y a la almohada- y todo ocurrirá desde la cama, que mantiene la temperatura perfecta.

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Escribo y la mañana se asemeja muchísimo a las que experimentaba diez años atrás. La memoria emotiva está a flor de piel. Hoy, mi mente es un cajón de recuerdos que encontró la llave para dar rienda suelta a los ahora popularmente conocidos throwbacks.

Como decía, este vespertino momento es un calco de cuando, a los 11 años, me levantaba a ver la televisación satelital de un torneo de tenis que a muy pocos le interesaba. Desde latitudes completamente diferentes, jugadores poco conocidos eran mis compañeros de sillón. La voz y los conceptos del periodista Guillermo Salatino me mantenían alerta, mientras una lágrima hecha con Maltifé (nunca más suave e inocuo) inundaba mi infantil e inexpirementado paladar.

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Dejando en un segundo plano el análisis de la extraña situación que recordaba, la intuición me movilizó. Bajé a la cocina e intenté recrear esa rutina del pasado que tanto había disfrutado en la pubertad. Pero, rápidamente, la tecnología me cacheteó un par de oportunidades y me trajo otra vez al presente.

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El 29 pulgadas, ahora disponible en Mercado Libre.

El agua para mi Maltifé (ahora un masculino cortado y con verdadera cafeína) es hervida por una pava eléctrica que no chifla, no necesita gas, ni tampoco un fósforo. El ancho televisor 29 pulgadas que pesaba una tonelada no está. Fue sustituido por un delgadísimo LCD de ¡42! pulgadas que reproduce imágenes en alta definición. El diario todavía está, pero ahora mi infaltable compañero es el smartphone que no deja de vibrar para notificarme todo lo que ocurre en la esfera virtual que me rodea. Salatino, ajeno al paso del tiempo, sigue del otro lado, pero sus conceptos ya no me sorprenden demasiado. Las cosas han cambiado o no tanto. Sigo siendo un fanático del tenis, pero ahora menos pasional y más analítico. A pesar de todos los anclajes con esta nueva era, el dejavú lucha y continúa unos minutos más. Dejalo un rato, total nadie se dió cuenta.

NUEVA SECCIÓN

Sin otra razón que la satisfacción personal emprendemos esta nueva sección en EfectoTenis que traerá al presente momentos del pasado. A partir de disparadores gratamente impredecibles abriremos el raquetero de los recuerdos, donde las memorias del tenis están en movimiento.

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