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El medallista sin medalla

19 Ago

Hace aproximadamente un año, durante una mudanza, Javier Frana se ilusionó al escuchar cuatro palabras que venían del otro extremo de su antigua casa. Quien le gritaba era su mujer. “¡Mirá lo que encontré, Javi!”, decía ella. “Vamos, la encontramos”, pensó automáticamente el ex tenista de 49 años. Pero no, el hallazgo de su señora no era el descubrimiento que sospechaba. Una vez más se ilusionaba y recordaba la falta de un objeto que, por estas semanas, todos quieren colgarse en el cuello.
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De izquierda a derecha: Frana, Goran Ivanisevic y Christian Miniussi.

Javier Frana es una persona que no le otorga demasiada importancia a los trofeos que materializan los títulos obtenidos a lo largo de su carrera. Dice que no le gustan los deportistas que viven colgados del recuerdo. De hecho, para graficar este sentimiento, después de haber ganado el primer o tercer título de su carrera -no recuerda con claridad el dato-, la ATP le entregó una copita de vidrio por haber alcanzado ese hito. El trofeo llegó en varios pedazos. El ex tenista argentino no le dio trascendencia, ni siquiera pidió una réplica del mismo.

Siguiendo esta línea de comportamiento, debajo de la cama de su ex casa, en una caja de zapatos guardaba el mayor logro de su carrera: la medalla de bronce obtenida en el doble de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Después de habérsela mostrado a un amigo de su hijo mayor, Frana sintió que era un tanto arriesgado dejarla ahí, tan expuesta. Por eso la cambio de lugar. ¿A dónde? Todavía no lo sabe. Jamás la volvió a ver.

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“En los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 vino mi hijo con dos amigos a jugar y estábamos viendo una de las premiaciones. Mi hijo, que por ese entonces tenía 13 ó 14 años, me dijo ‘Papá, ¿le mostrás la medalla a Santi?’”, le cuenta Frana a EfectoTenis en un café de la localidad bonaerense de Pilar.

El actual comentarista televisivo de ESPN es de tomarse silencios largos para continuar sus historias. Tal vez, como producto de su experiencia frente a la cámara, nunca usa la maradoniana (?) muletilla “Ehhh…”. En esos segundos en los que razona simplemente no habla, Frana piensa. El esfuerzo por recordar los momentos con puntillosidad, nos hace dudar si está recordando las cosas que hizo durante aquellos días, en los cuales buscaba la medalla obtenida junto a su compatriota Christian Miniussi. Quién te dice que, en una de esas, la encuentra a través de sus pensamientos.

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“Pasaron los años, abrí la caja y me dí cuenta que la medalla ya no estaba más ahí. ¿Dónde la habré puesto? Me acordé que la última vez que la vi fue cuando se las mostré a los chicos. ¿Dónde la habré guardado? Me acuerdo que había dicho que en ese lugar no la iba a volver a poner”, cuenta el zurdo nacido en Rafaela, Provincia de Santa Fe.

A partir de ese instante, comenzó a inspeccionar cada recoveco de su casa. Lo hacía por zonas. Por ejemplo revisaba las camperas y los pantalones, creyendo que había quedado en un bolsillo. Sin embargo, no la podía encontrar en ningún lado. “Quería mudarme urgente para revisar cosa por cosa. Capaz aparecía en el bolsillo de un short que la guardé creyendo que la había escondido bien. Pero no, me desapareció. No estaba”, cuenta Frana sobre la mudanza que realizó el año pasado.

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Frana, el último argentino que consiguió un título sobre césped. En 1995 ganó Nottingham. 

“Tuvimos robos domésticos, bastante sistemáticos y  los descubrimos tarde. Sobre la medalla, no sabés si de repente lo hizo porque sí o por maldad. Tampoco tiene un gran valor: no es de oro, ni es una alhaja. Su valor es simbólico. Saldrá, qué sé yo, quinientos pesos. Tampoco quiero juzgar, pero es una de las posibilidades”. La otra alternativa que baraja el dueño de 10 títulos ATP (3 en singles y 7 en dobles) es que la haya guardado en una campera que donó o regaló. “Capaz, la persona que lo recibió pensó que era una medalla de un torneo de fútbol y la revoleó”.

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Mientras Frana habla, el frío bonaerense se siente en las mesas externas del café. Dice que no lo sufre, una gruesa campera beige lo protege. Aun así, mientras cuenta la pérdida de su medalla olímpica se frota las manos para generar calor y vuelve a explicar su falta de estima hacia los trofeos. “Siempre admiré a aquellos deportistas que fueron muy grandes, pero no te lo hacen saber. No me gusta el deportista que vive colgado del recuerdo y que todo lo referencia hacia su época. Eso me genera mucho rechazo. Todo lo poquito importante que pude haber ganado como el plato de la final de dobles de Wimbledon, el título de dobles mixto en Roland Garros están guardados. Están puestos muy sutilmente por ahí, pero no tiene una trascendencia”.

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No obstante, la presea de bronce es su cosecha más valorada. Más allá del premio participar en tres Juegos Olímpicos (Seúl 1988, Barcelona 1992 y Atlanta 1996) lo ayudó a tener perspectiva en la vida y en el deporte. “Es mágico. Es difícil de explicar porque no solamente es el anonimato, sino entender otras disciplinas. Ponés en contexto tu sacrificio como tenista, que si bien es muy alto, también está bien remunerado. Tenés algo a cambio. Hay otros deportes que hacen un  esfuerzo enorme y es exclusivamente por el amor al deporte, porque económicamente no tienen demasiados recursos”, contaba en el podcast sobre historias del tenis olímpico de EfectoTenis. “La medalla es lo que más sufro, pero la vida va por otro lado”, cierra Frana, el medallista olímpico sin medalla.

Los amuletos de Horacio Zeballos

27 Abr

Desde hace un mes, cada vez que Horacio Zeballos entra a una cancha de tenis, en su mente solo resuena una frase. Son seis palabras. Treinta y cuatro caracteres que tienen la misma fuerza que una charla motivacional de Javier Mascherano previo a entrar al estadio Maracaná. Estas palabras son parte de su historia y sus fundamentos provienen del momento más exitoso de su carrera: cuando venció a Rafael Nadal en la final de Viña del Mar. Aquella tarde chilena que se convertiría en noche, el marplatense de 31 años jugó tan bien que, ahora, cada vez que entra a un court, se repite a sí mismo “Intentá jugar suelto como con Rafa”.Zeballos-Miami-2016

Más de tres años tardó Zeballos en encontrar este método que alimenta su confianza. Aquel partido frente al nueve veces ganador de Roland Garros fue en febrero 2013, mientras que la flamante táctica surgió en su soñado Masters 1000 de Miami, disputado hace un mes.

 

En Crandon Park era viernes y se jugaba la segunda rueda. El argentino ya había perdido hacía unos días en la clasificación y esperaba, sin demasiadas ilusiones, que algún debutante del cuadro principal se bajara del torneo y así entrar como lucky loser. Sentado en el vestuario junto a Juan Martín Del Potro se enteraría que Roger Federer andaba con problemas estomacales y no se presentaría. Por consecuencia de la baja del suizo, Zebolla accedería a la segunda ronda y, en la cancha central, enfrentaría al hombre que estaba a su lado, su compatriota, Del Potro.gf-1047-980398

“Estaba completamente desconectado del torneo y de la nada me dicen: ‘Entrás a jugar en el estadio principal con Del Potro’. Obviamente fue una alegría gigante, pero también sentí bastante nervios porque no me esperaba nada de eso. No es que iba a jugar en la cancha nueve, contra fulanito. No, era Del Potro, en la central. Había una cuota de nerviosismo. Pensé en encontrar una llave para tratar de jugar un poco más relajado. Y apareció ahí y fue lo que me repetí durante todo el partido”, le contaba hace unos días a EfectoTenis, en referencia a la frase que lo ayudaría a vencer al tandilense y, más tarde, al español Fernando Verdasco para alcanzar los octavos de final.

“Juegue contra quien juegue, en la cancha que sea, voy a tratar de decirme eso porque ha dado resultados. Uno cuando encuentra alguna llavecita que te da confianza y buenas vibras hay que tratar de utilizarla”, completaba el actual 91° del ranking mundial, quien hace unos días fue papá de Emma, su primera hija.

Además de confianza, Miami le otorgó la certidumbre de que está a la altura de medirse con los mejores del mundo. Miami, un golpe de suerte que le cambió la temporada.  “Miami me dio un plus más de nivel y darme cuenta que el nivel está, pero nada más que no lo estaba demostrando en la cancha. Aquellas victorias me lo desmostraron y me dieron más ganas para salir a competir porque sé que el nivel está”.

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La dedicatoria para su hija, quien por ese entonces aún no había nacido.

– Después de aquel exitoso comienzo de 2013, donde obtendrías tu primer y único título ATP y alcanzarías el Top 40, tuviste un bache importante. ¿Por qué ocurrió esto?

– Antes de ese nivel en 2013, con Rafa, me había pasado que tenía algunos torneos buenos, que pasaba una ronda de ATP, pero no terminaba de estabilizar mi nivel. Tengo que tratar de trabajar en mantener el nivel durante todo el año. Soy muy inestable. Hago una semi de Challenger, cuartos, segunda, cuartos y después salto y pego un octavos de final de Masters 1000. La idea, tal vez, es no meterme dentro de los veinte del mundo, pero sí consolidarme dentro de los cincuenta o sesenta.

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– Tu entrenador, Francisco Yunis, decía que “Trabajamos en cómo encarar los partidos y la vida cotidiana”. ¿A qué se refería?

– Tratar de no entrar a la cancha y querer jugar a uno o dos tiros. Tengo la posibilidad de tener buenas armas: saque, derecha y soy un jugador ofensivo. Hay veces que eso me termina jugando en contra porque entro a la cancha y, en vez de ser estable y tratar de jugar algunos games con rallies y corriendo algunas pelotas, entro y juego a uno o dos tiros. Para eso tenés que estar muy fino. Hoy ves el tenis y no hay jugadores de ese estilo. Mismo Roger está metiendo más pelotas. Hay que correr y meter. A veces eso no lo hago y él (Yunis) se refiere a  trabajar cotidianamente con eso. En cada entrenamiento dar un poco más de mí, aguantar un poco más y mejorar en ese aspecto.

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Otro de los amuletos que acompaña a Zeballos, desde hace unos cuantos años, es un peluche. Se llama Blanquito, es un oso polar que era de su hermana, Carolina (ex tenista profesional), y que su padre se lo metió en el bolso hace siete años. “Apareció el oso, jugué ese torneo donde fui campeón, hice final, semis y me metí por primera vez en mi vida dentro de los cien mejores del mundo. A partir de ahora viaja siempre conmigo. Imaginate que el sueño de todo jugador es meterse Top 100”, cuenta Zeballos, quien fue semifinalista de Copa Davis en 2010 y 2013.

“Me siento como Tom Hanks en “El náufrago”, cuando pierde a Wilson. Nunca lo perdí y siempre que entro a la habitación está ahí. Imaginate que todas las semanas son habitaciones, camas y baños diferentes. Ahora, siempre hay algo que está todas las semanas. Me acuerdo una gira que no lo llevé y no lo veía… Creo que todos los jugadores tienen amuletos, cábalas dentro de la cancha. Los hacemos para tratar que algo más nos dé confianza”.

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«Blanquitooo», diría Zebolla en la remake de «El Náufrago (?).

– ¿Al peluche, también le hablás?
-A veces le hablo. Aunque sea lo saludo. ¿Qué hacés Blanquito? ¿Todo bien? ¿Qué tal tu vida?
¿De táctica charlan?
-Tanto no, tanto no.

LA POSIBILIDAD DEL DOBLES

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El significado que Zeballos le otorga a sus grandes participaciones en el circuito no es menor. En 2013, aquel partido frente a Nadal lo marcó para siempre, al punto de repetir una y otra vez una frase motivacional. Los octavos de final en Miami hicieron que vuelva a creer en su potencial como singlista y alejara la idea de seguir su carrera exclusivamente como doblista. “Veía que en el dobles, si jugaba un poco más a full, podía estar más metido. Por eso, la idea era intentar un poco más en single y si no me iba bien me dedicaba al dobles, que también me gusta. Ahora lo pospongo un poco y sigo con el mismo criterio que tenía: darle prioridad al single y por el lado del dobles, tratar de mantener un ranking entre los setenta y ochenta”.

Gail Falkenberg: una intrépida abuelita

16 Abr

Tejer un pulóver al crochet, jugar a la canasta mientras disfruta de una empalagosa torta y hacer aqua gym con un grupo de jubilados, no son las actividades corrientes de Gail Falkenberg. Esta “abuelita” estadounidense de 69 años decide ocupar la mayor parte de su tiempo jugando al tenis, deporte en el cual compite profesionalmente, y donde hace unos días venció a una chica de 22 años y enfrentó a una ex número uno del mundo Junior medio siglo más joven que ella.

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Falkenberg preparando su servicio.

Hasta los treinta y tantos años, Gail Falkenberg jamás había tomado una clase de tenis. Es decir que la vecina de Ocala, una pequeña ciudad de la Florida, reconocida en todo el globo (¿) como la capital mundial del caballo, nunca tuvo que sufrir el interminable canasto de pelotas para perfeccionar un golpe. Tampoco tuvo que practicar los diferentes efectos del servicio ante la penetrante mirada de un entrenador que reclama mayor flexión de las rodillas. El camino de la señora Falkenberg no fue el convencional. Recién en 1985, cuando tenía apenas 38 años, disputaría su primer torneo profesional. A los 43 se retiraría, pero antes habiendo alcanzado el puesto 360° del ranking WTA.

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“El Australian Open de 1988 probablemente haya sido el highlight de mi carrera tenística. Aquel año compartí el vestuario con Chris Evert, Martina Navratilova y Steffi Graff. Haber ganado una ronda fue tremendo”, le cuenta a EfectoTenis sobre el único Grand Slam que disputó, donde logró avanzar una rueda de la clasificación.

Previo a su incursión en el tenis de alto nivel, en los sesenta, en la Universidad de California de Los Ángeles, Falkenberg conformó el equipo de tenis y se graduó de Licenciada en Arte y también realizó una Maestría en Bellas Artes. Luego, durante quince años, desarrollaría su carrera laboral dentro de la producción audiovisual. “Después de todo eso, nada más que tenis. Es por ello que tener éxito a tan alto nivel significa muchísimo para mí”, relata Falkenberg, quien de 1991 a 1999, entrenó a hombres y mujeres de la Universidad Central de Florida, en Orlando.

Pero la historia recién está tomando temperatura, cuatro veranos atrás decidió que el mote de tenista retirada no era el indicado para una señorita de su edad y volvió a la actividad profesional disputando Women’s Circuits –el equivalente a los Futures de los hombres-, a través del ingreso que le otorgaba su ranking nacional de la USTA.

“Me sigue gustando. El tenis me mantiene joven”, comenta unos días después de haber terminado una racha de 35 derrotas consecutivas, su última victoria había sido en 1998. El domingo pasado en el Women’s Circuit de Pelham, en Alabama, superó contundentemente a su compatriota Rosalyn Small, de 22 años, por 6-0 y 6-1. “Pensé que ella podía llegar a tener problemas con mi juego de efectos y finalmente los tuvo. Estoy muy satisfecha de haber ganado de esa manera”, aclaró Falkenberg sobre aquel match.

Cuando habla sobre su juego de efectos se refiere a los estilos de saque que ejecuta: de arriba (a lo socia dominguera de un club palermitano) o de abajo, parecido a uno de ping pong. También, todos sus golpes son con mucho slice, efecto que hace que la pelota se deslice sobre la superficie y el pique sea bajo. Además, su vestimenta, al igual que su estilo de juego, ejerce un anclaje con el pasado. Falkenberg juega toda vestida de blanco, de los pies hasta la cabeza. Zapatillas, medias tubo que apenas dejan ver sus rodillas, un pantalón corto amplio, chomba y gorra. Todo inmaculado y al mismo tono.

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La alegría de volver a sentir la satisfacción del triunfo después de dieciocho años hizo valer todos aquellos entrenamientos sobre arcilla y cemento en el (Ricky(?)) Fort King Tennis Center. Ahora tocaba medirse ante Taylor Townsend, actual 389° WTA, ex líder del ranking junior en 2012 y promesa del tenis estadounidense. “Me encantó haber jugado con alguien tan buena como Taylor. Pude ver qué partes de mi juego funcionaron y cuáles otras debo seguir trabajando. Uno solamente puede aprender jugando en el alto nivel”, señalaba Falkenberg luego de haber perdido previsiblemente por 6-0 y 6-0, en 36 minutos de partido, en el cual solo ganó doce puntos.

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Taylor Townsend, la verduga de Gail.

Sin importar este resultado, en el círculo íntimo de este tipo de torneos manejados por la Federación Internacional del Tenis (ITF), Falkenberg es conocida como “The Legend” (La Leyenda). El elogio de sus colegas le llegó a través de Keri Wong (921° WTA), otra tenista estadounidense de 26 años, quien alimentó el ego de esta veterana luchadora.

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A pesar de su particular palmarés, Falkenberg de ninguna manera pierde el optimismo y apunta alto para lo que resta de su juvenil carrera. “Mis objetivos son ganar dos partidos seguidos en el circuito, mejorar y ganar cuando tenga setenta años”, cierra ilusionada “The Legend”.

EL DÍA QUE CASI LE GANA A JENNIFER CAPRIATI

En un evento preclasificatorio para Big Amelia Tournament –torneo que solía integrar el circuito profesional- , donde la ganadora obtendría un wild card para el cuadro principal, Falkenberg enfrentó a Jennifer Capriati. Por ese entonces, la ex número uno del mundo tenía 13 años y, según nuestra veterana protagonista, venía de ganar el campeonato nacional para menores de dieciocho años. Finalmente, en aquel match  disputado en Orlando, Falkenberg perdería 7-6 y 6-4, pero tiene grandes recuerdos. “Para mí era el segundo partido del día, porque esa mañana había vencido en tres sets a la jugadora número uno de la Academia Bollettieri. Estaba cansada, pero probablemente haya sido la mejor jugadora contra la que he jugado”.

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Capriati, campeona de Roland Garros 2001.

Las dos propuestas de casamiento de Nico Almagro

8 Ene

Dos veces se arrodilló. Dos veces sostuvo un anillo y estiró su callosa mano ofreciéndole amor eterno. Dos veces Nicolás Almagro le pidió casamiento a su actual esposa: una, en diciembre de 2014; la otra, hace dos años y medio, durante su primera cita. Hace menos de un mes, el tenista español logró ganar su título más importante. Lo consiguió en un registro civil y lo selló en la iglesia. El murciano de 30 años, ex 9° del mundo en 2011 y un verdadero “cabrón” dentro de la cancha, demostró que existe otra faceta en su personalidad. Almagro, un romanticón que, en la compañía, encontró el equilibrio que tanto necesitaba.

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Los recién casados.

Sentada en una silla plegable bajo la sombra, y luciendo una gorra que la resguarda del fuerte pero aún primaveral sol porteño, Rafi Lardín observa con atención como su esposo corre en la única cancha de cemento del Club Liceo Naval. Según los tiempos que acostumbran la mayoría de los recién casados, esta pareja española debería estar disfrutando de su luna de miel. Sin embargo, Nico Almagro, ganador de 12 títulos ATP, estuvo en Buenos Aires realizando la pretemporada junto a su flamante coach argentino, Mariano Monachesi.

Rafi y Nico son de la misma ciudad, de Murcia. Rafi y Nico practicaban tenis en el mismo club, el Club de Tenis de Murcia. Y también, Rafi y Nico vivían a tan solo cinco minutos de distancia. A pesar de los numerosos puntos en común, jamás habían entablado una relación, nunca habían cruzado miradas, ni saludos de compromiso. Nada había ocurrido hasta el ATP de Barcelona del año 2013.

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“Muy loco. Mira, lo conocí en el Godó, a través de unas amigas de mi madre que jugaban en el Club de Tenis de Murcia donde él practicaba. Ellas me insistieron mucho para que fuera a ver el torneo. Esa misma tarde nos conocimos porque me lo presentaron. Y de broma, hablando, me quito un anillo que tenía en el dedo, se puso de rodillas y me dijo: ‘¿Te querés casar conmigo?’. Ese mismo día dije ‘este chico está loco’. Yo no paraba de reirme y él también. Fue en broma, pero dos años y medio más tarde acá estamos”, le dice Rafi Lardín a EfectoTenis.

“Camino al matadero”, me decía en chiste Almagro, unos meses antes de su casamiento, en una entrevista concedida a la página oficial del Argentina Open. Nueve meses después, también en una nota con el ATP porteño dice: “Probablemente, haberme casado con mi mujer, haya sido la mejor decisión de mi vida. “Es una persona totalmente diferente a lo que me he podido cruzar, me ha hecho ver la vida de una manera completamente distinta a lo que estaba acostumbrado. Una persona que siempre me ha sacado una sonrisa. Una persona que en ningún momento difícil me ha dejado solo. Una persona con la cual voy a recorrer un camino increíble, precioso, y de la cual no me quiero separar nunca”.

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En 2014, luego de haber compartido ocho duros meses juntos, donde Almagro se recuperaba de una fascitis plantar que lo obligó a pasar por el quirófano, llegaría la legítima propuesta de casamiento. No sería una más. La anécdota es digna de una película romántica dominguera que nos mantiene, como si fuese una fuerza magnética, pegados al sillón. A puro bombos y platillos, con lujo, mucha preparación y, sobre todo, con un desmedido amor, Nicolás Almagro desarrolló su mejor táctica para ganar el título que más deseaba.

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“Ésta es una locura. No he visto una cosa igual y mis amigas tampoco. Me llevó a Granada, a una montañita preciosa, toda nevada, con cabañitas de madera y un restaurante de gastronomía de alta gama. Fuimos a cenar y en cada plato había mandado a escribir una frase nuestra”, relata con una amplia sonrisa la señora Almagro.

Entrada: ‘Quiero estar contigo cada día de mi vida’

Plato principal: ‘Contigo hasta el fin del mundo’

Y así sucesivamente…

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Almagro y el coach argentino Mariano Monachesi.

EfectoTenis: – ¿Tenías tanta hambre como para comerte todo?

Rafi Lardín: – Como las frases eran largas le ponían poquita comida. -se ríe y continúa- Por lo detallista que siempre fue, no olía nada extraño. Pensé que era una más de las que me hace Nico. Terminamos de cenar y caminamos hasta nuestra cabaña,  que era la última. Veía que él iba muy rápido, muy acelerado y pensaba ‘qué raro, me está dejando atrás y escalando la montaña’. Entonces se adelantó y sobre la nieve había puesto un corazón enorme de velas que relucía una barbaridad. Nico estaba dentro del corazón de velas, arrodillado y con un cofre. Detrás había un corazón gigante, de tres metros, hecho de flores rojas hermosas”.

EfectoTenis: – ¿Dudaste un poco?

Rafi Lardín: – No, imagínate… Me quedé un poco porque no sabía qué decir.

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James Ward maduró a las piñas con un argentino

20 Nov

Al ver caminar a James Ward por los pasillos de El Clú, sede del Challenger de Buenos Aires, lo único que nos llama la atención es su vestimenta. Medias con lunares celestes, chomba floreadas o con extravagantes estampados son algunos de los diseños que la marca británica Ted Baker (conocida por su ropa informal) le prepara a su embajador deportivo. Sin embargo, en poco menos de dos semanas, este fashion (?) inglés de 28 años será el quinto jugador de su nación en la final de la Copa Davis. Del 27 al 29 de noviembre, Gran Bretaña y Bélgica se enfrentarán para decidir quién será el nuevo campeón de la denominada Copa Mundial de tenis. Por ese motivo, Ward estuvo en Argentina. El lungo tenista buscaba aclimatarse al polvo de ladrillo. La serie definitoria será en Ghent y los belgas, comandados por David Goffin, eligieron utilizar como superficie la arcilla, el suelo que Andy Murray -actual 2° del mundo y máxima figura británica- menos disfruta. A pesar de esta relación esporádica con nuestro país, Jamie tiene un pasado celeste y blanco. Algunos años atrás, Diego Visotzky, luchador de MMA (Artes Marciales Múltiples), fue su preparador físico en Londres. El cordobés lo moldeó a los golpes.

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“Por eso estoy en Argentina. De otra forma no estaría aquí”, le dice con una sonrisa Ward a EfectoTenis. “Está bueno porque uno necesita practicar sobre polvo de ladrillo, tienes que acostumbrarte a esta superficie, aunque las condiciones en Sudamérica son muy diferentes a las que habrá en Bélgica. Es cuestión de moverte de nuevo sobre el polvo de ladrillo, para tener las mejores chances si es que llego a jugar la final”, aclara el 155° del mundo, que durante la última semana perdió terreno con el joven Kyle Edmund, flamante campeón de la Copa Fila y segundo singlista británico.

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Colección completa de James Ward aquí. Quiero todo.

Según la biografía que entrega la página de la ATP, la superficie predilecta de Ward es el polvo de ladrillo. “Tal vez no es mi superficie preferida en este momento porque  actualmente no estoy jugando demasiado sobre arcilla, pero estuve cuatro años y medio en Valencia”, comenta en referencia a su estadía en la Academia de Juan Carlos Ferrero, ex número uno del mundo, donde aprendió a hablar español tan bien que en Buenos Aires, a veces, creen que es un digno habitante de la península ibérica.

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Ph: Sergio Llamera.

La decisión de irse a entrenar a España fue condicionada por la situación económica familiar. Su padre, Jim, desde hace muchísimos años es taxista. Ward, originario de Euston, zona céntrica de Londres ubicada a 12 millas de Wimbledon, no proviene de una familia acomodada. “En Inglaterra es igual que en Argentina. Es un deporte elitista y todas las cosas son muy caras, especialmente porque Londres es un lugar muy caro para vivir y para jugar al tenis. Por eso me fui a España, donde estuve durante algunos años. Después volví y estoy viviendo nuevamente en Londres. Es duro, pero creo que muchos jugadores del tour provienen de entornos muy normales. No siempre son chicos que tienen mucho dinero, así que estoy en la misma situación que otros tenistas”, aclara Ward, que tuvo su mejor posición en el ranking en julio de este año cuando fue 89° del mundo, luego de alcanzar la tercera ronda en el césped del  All England.

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James y el taxi cab de su padre Jim.

Como el mundo es un pañuelo (?) y siempre hay un argentino metiendo la cola, en aquella experiencia en España, Ward entrenaba con Javier Capitaine, un reconocido preparador físico cordobés. Capitaine, quien trabajó con Sharapova, Coria, Nalbandian, Dimitrov, entre otras figuras, también entrenó a su coterráneo Diego Visotzky. Este luchador que fue campeón mundial de la World Boxing Union, bronce en el Mundial de Jiu-Jitsu de 2001 y múltiple campeón argentino en esta misma disciplina, también es preparador físico.

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El Toro Diego Visotzky.

Ward necesitaba un especialista que mejore su espigada figura y que, sobre todo, fortalezca su inestabilidad mental. Capitaine le recomendó a Visotsky. Ambos empezaron a chatear por el ahora obsoleto Messenger y allí definieron un primer encuentro en Londres. “Más allá de haber charlado por MSN, cuando llegué a Londres me senté con él y estuvimos un rato largo hablando. Conversé mucho con Capitaine y con el papá de James, que fueron los que más o menos me fueron dando las consignas sobre lo que debíamos trabajar. Fueron tres meses donde progresó muchísimo y cambio varias cosas, sobre todo en su actitud hacia al entrenamiento que era lo que más le hacía falta”, le explica a EfectoTenis el Toro Visotsky, que preparó atletas del área de combate, pero también trabajo en otros deportes, eso sí, nunca antes en el tenis.

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Visotsky siguiendo atentamente a Ward durante su participación en el Challenger porteño.

“Además de nunca haber entrenado un tenista, jamás me gustó el tenis ni me llamó la atención. Como coach uno tiene que entender ciertos aspectos metodológicos del deporte y a partir de allí podés empezar a entrenar a una persona”, señala el argentino que trabajó con Ward durante tan solo tres meses. Ese trimestre, que se vio interrumpido por un asunto personal que implicaba la tenencia de su único hijo, realmente marcó la personalidad del inglés. “Cuando llegué, él no era de entrenar mucho. En el juego, apenas se le complicaba o le daban vuelta el partido, se venía abajo mentalmente y terminaba perdiendo por ese motivo. Entonces empecé a hacer un estilo de trabajo que los luchadores estamos muy acostumbrados, y por lo que vi en el ambiente del tenis, la preparación física es bastante light. Empecé a exigirlo. Que el cuerpo no dé más y que siga adelante más por la cabeza que por el cuerpo. Combiné muchos ejercicios propios de los luchadores, pero que eran beneficiosos para el tenis. Le gustó mucho ese tipo de laburo”.

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Ph: Sergio Llamera.

Inclusive, la dupla britiargentina (?) realizó numerosos entrenamientos bajo la lluvia, donde se enchastraban y embarraban. “Él, que es el típico tenista inglés todo punta en blanco, lo embarré y revolqué por todos los parques de Londres. Al principio le chocaba, pero después le encantó. Cada vez que llovía me decía de ir a entrenar al parque”, cuenta con humor este luchador que compitió en Estados Unidos, Japón, Rusia, Costa Rica, entre otros países.

https://soundcloud.com/julian-polo/diego-visotzky-a-los-golpes-con-james-ward

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Sin embargo, el Toro no se detuvo ahí. Su metodología desacartonada e innovadora para el ambiente empezó a surtir efecto en Ward. Sacarlo de la rígida estructura que lo había acompañado toda la vida fue beneficioso. De hecho, en varias oportunidades el  europeo se comió un par de piñas. “Muchas veces le puse los guantes y lo subí a la jaula, al ring, y guanteábamos. Por un lado para que saque la cabeza del entrenamiento típico. Obviamente que no le pegaba fuerte, pero lo exigía. Lo sacaba de su zona de confort y lo ponía en situaciones que no le gustaban nada y que se la banque”, explica el cordobé, que veía en estos ejercicios una faceta recreativa y didáctica. “No era una lucha real. Te podés imaginar que si peleamos en serio lo mato. Es como si jugáramos al tenis… yo no tengo ni idea. Un par de veces, boludeando, le metí palancas o lo estrangulaba”.

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Ph: Sergio Llamera.

Durante esos tres intensos meses, Visotzky lo acompañó por el tour donde no pasaba desapercibido. Imaginen un mastodonte vestido de luchador, lleno de cicatrices, con las orejas deformadas por las peleas dando vueltas por los “paquetes” clubes europeos. No era normal. “La verdad que era como un sapo de otro pozo. La gente me miraba como si fuera otra cosa. Muchos le preguntaban a James sobre mí. En el entorno se hablaba del tema. Un día, James cayó con un montón de ropa y me dijo ‘Tomá, tenés que empezar a vestirte como tenista para no llamar tanto la atención’”.

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En plena lucha. De verlo ya me duele (?).

Lejos de sentirse intimidado por el qué diran tenístico, Visotzky  estaba convencido de su método de trabajo. “A mí no me importó demasiado cómo era el ambiente y cuán diferente era al estilo mío. Me contrataron para hacer un trabajo que consistía en hacer un cambio de actitud y de cabeza, sumado a que mejore a nivel físico. Obviamente que sobre lo técnico no tenía ningún tipo de influencia, pero asimismo en sus entrenamientos de tenis le modifiqué un montón de aspectos metodológicos que lo beneficiaron muchísimo”, comenta el Toro.

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A pesar de la insistencia de James y Jim Ward, que le prometían el oro y el moro para que se establezca en tierras inglesas, Visotzky  volvió a las sierras de su provincia para hacerse cargo de su hijo. Tres años después, el contacto es cada vez más esporádico, pero Ward le sigue pidiendo ayuda. Algunos meses atrás, el tenista le encomendó la preparación de un régimen alimenticio. “No solamente progresó durante esos meses. Por ejemplo, este último fin de semana (en referencia al Challenger de Buenos Aires) estuve con James, y  Leon (Smith, capitán del equipo de Copa Davis de Gran Bretaña) me decía que realmente le quedaron secuelas muy importantes de ese cambio de actitud y cabeza que le di en aquel momento”. Mientras que con orgullo remata: “Fue una educación más que un entrenamiento de tres meses. Fue un cambio que lo ayudó para mejorar en su carrera”. Juzgando por sus resultados podemos aseverar que definitivamente Ward aprendió. A las piñas y a los golpes, pero aprendió.

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El capitán Leon Smith, Visotzky  y Ward en El Clú.

WARD Y SU “FANATISMO” POR TAYLOR SWIFT

“No, son estupideces. Fue una broma”, explica Ward en referencia a su supuesto fanatismo por la música de la cantante estadounidense Taylor Swift. Pero, ¿cómo creció este rumor?  Andy Murray fue el culpable. “A fin del año pasado, cuando estábamos entrenando juntos en Miami, todos los días su canción sonaba en la radio una y otra vez. Al final de la semana nos aprendimos la letra y la cantábamos. Después, cuando Andy fue a Wimbledon, le dijo a todos los periodistas que mi cantante preferida era Taylor Swift. Él lo dijo y todos le creyeron. Es una cagada (shit) para mí”, aclara Ward, que quiere distanciarse de los gustos clásicos de un teenager.

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Andy Murray (left) and James Ward during practice on day Five of the Wimbledon Championships at the All England Lawn Tennis and Croquet Club, Wimbledon. PRESS ASSOCIATION Photo. Picture date: Friday July 3, 2015. See PA Story TENNIS Wimbledon. Photo credit should read Mike Egerton/PA Wire. RESTRICTIONS: Editorial use only. No commercial use without prior written consent of the AELTC. Still image use only - no moving images to emulate broadcast. No superimposing or removal of sponsor/ad logos. Call +44 (0)1158 447447 for further information.

Ph: Mike Egerton/PA Wire.

 

Volver al futuro del tenis

22 Oct

Subiendo a la ola retro de la afamada trilogía cinematográfica de “Volver al Futuro”, aprovechamos la conmemorativa fecha en la cual el profesor Emmett Brown (Christopher Lloyd) y Marty McFly (Michael J. Fox) viajaban 30 años al futuro. A bordo del mítico auto DeLorean, que funcionaba como máquina de tiempo, el excéntrico “Doc” y el multifacético McFly arribaban al 21 de octubre de 2015 con el objetivo de cambiar algunos hechos determinantes en la “futura” vida de los hijos de Marty. En cuanto al tenis, en 1985, año en el cual se encontraban los protagonistas de este film, Ivan Lendl lideraba el ranking; mientras que a nivel local, Martín Jaite era la raqueta número uno de Argentina y Gabriela Sabatini ganaba su primer título WTA. Con aires de nerds oportunistas (?), en EfectoTenis proponemos hacer un viaje en el tiempo. Algunos jugadores de esa época retroceden en el calendario para imaginar el presente. Vamos, Doc, arranque el DeLorean que hoy peloteamos con el pasado.

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Autos y skates voladores, zapatillas que ajustan sus cordones automáticamente, mini pizzas que se convierten en grandes de muzzarella fueron algunos de los presagios que finalmente no se cumplieron en la segunda película de “Back to the Future”. Robert Zemeckis, director del largometraje estrenado en 1989, acertó en muchos de los adelantos, pero en otros su imaginación voló más alto que la tecnología. Si el creativo Zemeckis hubiera elegido como parámetro al tenis, ¿habría vaticinado este presente? No lo sabremos.

El uso de la tecnología para verificar los piques a través del ojo de halcón, las avanzadas raquetas que recogen las estadísticas de los golpes, el techo retráctil y la luz artificial en el Court Central de Wimbledon, un Top-Five japonés como Kei Nishikori, los pantalones capri de Rafael Nadal (?) (ahora antiguos) o la rapidez con la cual se juega parece algo normal, pero treinta años atrás quién lo hubiese pensado. Marty McFly y el “Doc” Brown estuvieron ahí, o mejor dicho aquí, ahora, pero evidentemente tenían cosas más importantes que ponerse a ver cómo la pequeña pelota amarilla pasaba la red.

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Federer y el ojo de halcón.

Por aquel entonces, a nivel mundial, el tenis era liderado por el checo nacionalizado estadounidense, Ivan Lendl, que durante 1985 ganaría 11 títulos ATP, incluído el Abierto de los Estados Unidos y el Masters de fin de año. A nivel nacional, Guillermo Vilas y José Luis Clerc habían transitado sus grandes momentos de gloria y el recambio generacional abría una nueva era: la “post- Vilas”. El líder de esta camada fue Martín Jaite, actual director del Argentina Open, que llegó a ser 10° del mundo en 1990. Por 1985, aquel ruliento Jaite terminaría la temporada como número uno de Argentina y 20° del ranking ATP.

En la rama femenina, Martina Navratilova y Chris Evert dominaban el circuito. También en 1985, Gabriela Sabatini, con tan solo 15 años, conseguiría su primer título WTA, el 18 de octubre, en Tokio, Japón. Además finalizaría la temporada como 12° del mundo, todavía siendo una adolescente.

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Otro de los argentinos que despuntaba en aquella década, era Javier Frana, quien terminaría 30° del ranking ATP en 1995. Según el medallista olímpico en Barcelona 1992, durante aquellos años existían notables diferencias entre los jugadores de cancha rápida y los de lentas. El tour daba lugar a la aparición de especialistas en una superficie. En el presente, la mayoría de los Top 100 son tenistas versátiles, que se adaptan al suelo donde les toca apoyar sus zapatillas. “Por 1985, aquellos que tenían mucha visión empezaban a descubrir que con un solo golpe no iba a ser suficiente. En aquella época, tal vez los jugadores se caracterizaban por tener un golpe determinante, ya sea el saque o el drive. Coincidía con una etapa donde las superficies y la forma de jugar estaban muy marcadas. Eran extremadamente rápidas o más lentas sobre polvo de ladrillo. La poca tecnología de aquel momento hacía que las pelotas sean más pesadas y no podían neutralizar la humedad del ambiente o del ladrillo. Todo se hacía más lento. Era un circuito mucho más marcado, estaba el de cancha lenta y el de cancha rápida. Era muy distinto. En un cuadro sabías que tenías jugadores que en polvo de ladrillo no podían ni caminar porque se tropezaban; en cancha rápida había tenistas que la tenían que parar con la mano porque no podían jugar en superficies tan veloces. Eso se fue achicando”, le dice Frana a EfectoTenis.

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El encargado de avispar al actual comentarista de la cadena televisiva ESPN fue su entrenador de aquel entonces, Jorge “Chino” Gerosi, quien percibió un futuro más veloz y físico. “Él veía que la clave pasaba por manejar las superficies más rápidas, y que la parte física también iba a ser un factor determinante. Creo que no se disparó tanto como se podía llegar a pensar, se creía que la potencia iba a ser excluyente y aquellos que pegasen más fuerte iban a tener una ventaja insalvable con el resto, algo que después, afortunadamente, no terminó pasando de una manera tan marcada”, manifiesta el analítico y siempre didáctico Frana.

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Mano a mano con «Su Majestad». ¿Hubiese imaginado entrevistar al mayor ganador de Grand Slam de la historia?

Como mencionamos anteriormente, el gran hito de su carrera ocurrió en los Juegos Olímpicos de Barcelona, celebrados en 1992. En la multicultural ciudad española conseguiría la medalla de bronce en dobles, junto a Christian Miniussi. Justamente Minu, mano derecha de Jaite en  la organización del ATP de Buenos Aires, opinó sobre estas modificaciones: “Se ha hablado mucho de cuánto cambió la velocidad del juego, que el tenis es mucho más físico que táctico, que se juega mucho más rápido y es difícil ir a volear por la velocidad que te impide definir el punto en la red. Otro de los aspectos que ha cambiado considerablemente es la devolución del saque”.

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Frana y Miniussi de bronce.

Emulando a Michael J. Fox, Frana no se achica y también decide tomarse la licencia de viajar en el tiempo. Si hubiera estado a bordo del DeLorean en aquel 1985, el santafesino de 48 años no habría tomado nada material, pero sí la sabiduría construida en este período: “Por sobre todas las cosas, lo único que podría llegar a traer, tenísticamente hablando, es la sabiduría que se va ganando con los años, el entendimiento del juego, que después te hace madurar y crecer. Básicamente hubiese agarrado eso y no tanto las cuestiones técnicas. La sabiduría que vas logrando con los años y con los errores que te van permitiendo la evolución. En este caso, el que se equivoca menos y quien se adelanta más a los problemas o a la búsqueda de las soluciones saca una ventaja”. Mientras que en relación a la vida cotidiana agrega: “En el día a día, todo tiene más que ver con la sabiduría que con otras cuestiones. Afortunadamente, uno ha tenido una vida muy buena, pero a la vez muy terrenal, fácil, tangible y alejada de excentricidades y con cosas que poco tienen que ver con las raíces de uno”.

El famoso 21 de octubre de 2015 finalmente llegó. El pasaje que nos vendieron en “Volver al futuro” ya caducó. El tren ya pasó y el futuro se convirtió en pasado. El presente es todavía más sorprendente que el exhibido en Hill Valley. La realidad supera a la ficción, así dicen.

EL MOTIVADOR MENSAJE DEL DOC

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Las mellizas colombianas

6 Oct

A simple vista ya hay algo extraño. Ellas dos son idénticas. Resulta imposible saber cuál es cuál. La ropa es la misma, sus cuerpos y rostros pareces clonados, e incluso sus gritos de arenga tienen el mismo calibre de voz. “Vamos Manita”, le dice una a la otra. No podía ser de otra manera, éstas chicas son mellizas y no intentan diferenciarse en absoluto. En el partido de dobles por los cuartos de final del Women’s Circuit de San Carlos Centro, las hermanas colombianas Pérez García no pasan desapercibidas. María Paulina y Paula Andrea (sí, hasta los nombres son similares) explican cómo es ser mellizas y compañeras de circuito al mismo tiempo. Un mundo muy peculiar donde difícilmente una pudiera vivir sin la otra.

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María Paulina (arriba) y Paula Andrea.

“Mira, ella tiene piercing, un lunar y pelo rubio”, dice María Paulina, que intenta explicar las grandes (?) diferencias físicas que existen entre una y otra. A pesar de que están calcadas a causa de los misterios de la genética, en la personalidad dicen ser muy diferentes. “Ella (Paula Andrea) es más entrona, más arriesgada, más todo. Yo soy más seria. Ella es la que hace los amigos y después yo me meto”, aclara María Paulina, la melliza más grande, que le lleva tan solo sesenta segundos de adultez. “Ella es la que manda con la plata, la que dice qué hacer y cómo se hace. Esa es María Paulina”, responde Paula Andrea, la menor. “Yo soy la más grande, pero ella siempre es la mandona. Cuando se trata de responsabilidades me toca a mí”, remata la mana –abreviatura de hermana, come ellas se apodan- “responsable” sobre la autodenominada “loquita”. Si están mareados con los nombres, ésto recién empieza (?).

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Ambas tienen 19 años y son de Barranquilla, Colombia. María Paulina es 850°del ranking WTA, Paula Andrea 1249° del mundo y como profesionales obtuvieron dos títulos de doble juntas. El comienzo de esta particular historia de hermanas tenistas fue un tanto fortuito. Ninguno de sus padres esperaba dos criaturas en el vientre de su madre, la habitación solo estaba preparada para una. Las mellis fueron una sorpresa. “Ellos ni sabían. Pensaban que era una. En un accidente, mi mami se chocó la barriga. Entonces fueron al médico y mi papá se desmayó cuando se enteró que eran dos”, relata Paula Andrea. Y sin tomar un respiro continúa: “Somos el segundo matrimonio de los dos. La primera esposa de mi papá no podía tener hijos y le echaban la culpa a él diciendo que era infértil. Después se casó con mi mamá y no le creían que eran sus hijos, pero salimos exactamente igual a mi papá”.

Como es habitual entre hermanos, las peleas son diarias. Obviando este inevitable inconveniente, la compañía de un familiar durante el masacrante circuito tenístico es un beneficio con el que muy pocos cuentan. Una excelente oportunidad para combatir la soledad. “Peleamos todo el día, por estupideces, pero lo importante, como viajamos juntas no estamos solas. Por lo general, la mayoría de las chicas viajan sin compañía. A pesar que peleamos yo la tengo a ella y sé que va a estar ahí siempre”, manifiesta María Paulina, que junto a su hermana entrena en Cali, donde el “deporte blanco” está más desarrollado que en su natal Barranquilla.

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María Paulina al saque.

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El revés de Paula Andrea.

No obstante, a la hora de competir juntas en el doble, las trifulcas no aminoran. Jugar en una misma cancha y al lado de tu hermana significa tener el permiso de decirle cualquier cosa, de no guardarte nada. La sinceridad en un espacio donde se requiere una extrema concentración no es para nada recomendable.

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En 2014, campeonas de un Women’s Circuit disputado en Quito.

EfectoTenis: – ¿Cuando juegan juntas se pelean?

Paula Andrea: – Ayer jugamos muy mal. Yo jugué muy mal. Todavía estaba un poquito quemada y ella me decía ‘meté la pelota’. Yo le respondía, ‘marica, intento meter la pelota, pero estoy bloqueada. No puedo hacer nada’. Como que se frustró un poquito y más porque sabe que me puede decir las cosas.

María Paulina: – Ese es el problema. Tú cuando juegas con otra persona no le dices las cosas de frente, en cambio, como es mi hermana, le dices de todo.

Paula Andrea: – Uno no se alcanza a medir, entonces como que terminás hiriendo a la otra.

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EfectoTenis: – ¿Cuándo termina el partido se acaba la pelea?

Ambas: – No

Paula Andrea: – Ella sale por un lado y yo por el otro. ‘¿Pero Paulina porque estas caminando más adelante?’, le digo. ‘No estoy brava, pero tampoco quiero hablar’, me dijo. Pues vete.

María Paulina: – Es que estamos todo el día juntas – interviene – Jugamos el dobles juntas, dormimos en la misma cama, perdemos y tenemos que vernos.

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Más allá de las disputas on court, su fuerte unión es aquello que delinea su relación donde desborda la simpatía y frescura. Como dignas (?) hermanas mellizas, las travesuras en el cambio de identidad no escasean. A pesar de no haber compartido novio o haber falsificado un examen de matemática, las manas Pérez García aprovecharon el similar timbre de sus voces para intercambiar los roles. “Lo más lindo que hicimos fue por teléfono porque la voz se nos parece muchísimo. A veces la llamaba el ex de ella y contestaba yo”, cuenta con entusiasmo Paula Andrea. “Le decía ‘Hola, mi amor, ¿cómo estás? ‘, pensando que era mi hermana, pero no se daba cuenta. Y le digo, ‘Estúpido, soy Paula, no la Paulina. Del colegio nunca hicimos porque empezamos desde chiquiticas y nos diferenciaban”.

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Misma ropa y misma pose.

Cerrando el interrogatorio, EfectoTenis hizo valer la tenacidad periodística que tanto lo caracteriza (?). Finalmente, María Paulina y Paula Andrea no compartieron a ninguno de sus enamorados, pero sí lo hicieron en momentos diferentes. “Sí compartimos, pero no al mismo tiempo, cálmate”, aclara la menor de las colombianas. Mientras que María Paulina arremete: “Yo nunca me he metido con un hombre de ella, pero ella sí con tres míos. Te das cuenta la diferencia de respeto y seriedad”. La discusión sobre las menudencias del asunto emerge y el temor de haber desatado una nueva controversia moviliza a su fiel servidor. Sin embargo, ambas concluyen la discusión sabiamente. “No nos vamos a poner a pelear por esas estupideces porque no estamos con ninguno de ellos”.

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Matías Zukas: de Kenia a gritar campeón en su casa

21 Sep

Diez meses antes de ganar el título en el club que lo vio golpear una pelotita de tenis por primera vez en su vida, Matías Zukas transpiraba y transpiraba en la calurosa Mombasa. En diciembre de 2014, el santafesino de 19 años, flamante campeón del Future celebrado en la capital de su provincia, realizaba una intensa pretemporada en Kenia. Tres semanas en tierras africanas significaron una experiencia que mejoró su físico, pero que fortaleció aún más su mente.

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Zukas y el atardecer en el Jockey Club.

En las canchas del Jockey Club de Santa Fe, Matías Zukas grita campeón. En realidad casi no emite una palabra durante el festejo. Simplemente señala una de sus sienes con el dedo índice de su mano izquierda y mira a los suyos. Es su segundo título como profesional y por primera vez logra coronarse en su país. Lo hizo en su ciudad, junto a su gente. Ni la semifinal de la Copa Davis entre Argentina y Bélgica fue un impedimento para que sus allegados decidieran acompañarlo en el court número 3. Para ellos nada era más importante que alentar al Mati en su tarde soñada.

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Luego de vencer en la final al brasileño Joao Sorgi por 3-6, 6-1 y 6-3 sería turno de los saludos a sus familiares y conocidos, las fotos, la premiación y algunas entrevistas con los medios que se acercaron. Todo esto parecía superarlo a Zukas que se movía con vergüenza y timidez, pero al mismo tiempo, con una gran emoción. «Estoy muy contento, ganar en mi ciudad y ante mi gente es algo muy lindo y trataré de disfrutarlo rapidamente, ya que mañana viajo a La Rioja a disputar otro torneo», decía el actual 734° ATP, quien hasta hace unos meses convivía con las insalubres temperaturas de Kenia. Pero, ¿cómo terminó entrenando en el continente negro?

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Dirk Hordoff. Ése es el nombre propio que explica semejante travesía. Durante 2014, en Roland Garros, cuando Zukas aún era junior, comenzó el contacto con el entrenador alemán y actual manager de tenis.  La semana siguiente a Roland Garros, en el torneo de Offenbach, el ex 14° del ranking ITF ganó el prestigioso certamen para jugadores menores de 18 años. En Wimbledon, Dirk le demostró su interés, quería que el argentino sea uno de los tantos tenistas que representa.  En el US Open cerraron el contrato.

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Zukas y el título en Offenbach donde superó al argentino nacionalizado italiano, Francisco Bahamonde.

La empresa de representación de Hordoff es co-dirigida por dos personalidades de este deporte. Uno es su pupilo y socio, el serbio Janko Tipsarevic; el otro, el ex 5° del mundo y medallista de plata en Atenas 2004, el alemán  Rainer Schüttler. “Cuando vas a Europa tenés lugar y gente para entrenar. Él (Dirk) te maneja todas las cosas. Además de lo económico te consigue invitaciones para los torneos y te ayuda a hacer la pretemporada”, cuenta Zukas refiriéndose a los beneficios de esta asociación que pide a cambio un porcentaje de las ganancias que obtenga el argentino, principalmente cuando se inserte en el mundo Challenger y ATP.

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Hordoff, ¿parecido a Frank Underwood?

Una de las ventajas de esta sociedad es una intensa pretemporada que incluye tres semanas en Kenia y dos más en Doha, capital de Catar. Sitios dispares en los aspectos socio-económicos, pero similares en lo que respecta al clima, donde las temperaturas son extremas, un factor fundamental para encarar el inicio de temporada que comienza en la sofocante Australia.

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LA VIDA EN KENIA

“Fui de un extremo al otro. De ver la gente caminando que llevaba las cosas apoyadas en la cabeza a ir a Doha que es una fantasía donde todo es hotel cinco estrellas”, señala Zukas con el atardecer santafesino de fondo. “Es como se ve en las películas. La mayoría van caminando, las casas son como de barro, chozas. La gente re buena onda. Ibas por la calle y todos te saludaban. Es una zona de extranjeros, pero la gente de ahí es lo mejor, siempre están con una sonrisa”, recuerda el argentino que no tuvo demasiadas oportunidades para ver lo que ocurría fuera de la burbuja del entrenamiento de alta competencia.

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“Fue bastante duro. Primero por el lugar que está aislado de todo, no hay nada. Solo las canchas, la casa, la playa y nada más. También por la exigencia de entrenar con profesionales, con jugadores Top 100. Muy duro, pero lindo”, comenta Zukas, que este año compartió estadía con el serbio Dusan Lajovic (96°) y el alemán Philip Petzchner (35° ATP en 2009).

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Como indicaba el reciente campeón del Future de Santa Fe, en África todos convivían en un mismo predio que contaba con todas las facilidades. “Digamos que es como un quinta grande que tiene tres casas”, dice. En una de ellas vive el encargado, un amigo de Dirk, que está seis meses al año y mantiene las instalaciones. En las otras dos se dividen los jugadores y los empleados keniatas que están atentos a cualquier requerimiento de los tenistas. “Hay varios chicos que laburan ahí, que se encargan del jardín, de regar las canchas, de ir a comprar la comida para preparar el desayuno, almuerzo y cena. Todo el tiempo hay gente sirviéndote para ver si querés algo o no. Todo lo hacen ellos”, aclara en referencia al servicio de los empleados que trabajaban en el caserón Hordoff.

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“A las 9 de la mañana hacíamos una entrada en calor que era como físico, porque eran cuarenta minutos donde hacíamos todo lo que te imagines. Después, dos horas de tenis, comías y tenías un ratito para dormir. A las dos, tres de la tarde arrancabas de nuevo: una entrada en calor muy dura, tenis y físico”, relata con puntillosidad Zukas, que durante esos días trabajaba con el preparador físico de Tommy Haas.

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Atardecer en Mombasa.

A pesar de la alta exigencia física, la mayor dificultad está en soportar mentalmente el aislamiento. “No hay otra cosa que no sea tenis. Es duro porque no tenés nada para hacer, solamente entrenar, comer y dormir. No tenés lugares para visitar, comer o andar. Es solo éso. Duro, pero ayuda en lo mental”, señala Zukas, que hace unos meses también estuvo jugando los interclubes en Alemania, otra prueba de carácter en su camino a establecerse como tenista profesional.

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Durante la última semana, la rutina fue atípica. El contacto con los afectos fue muy diferente al de los meses anteriores. Las charlas no eran por Skype ni por Whatsapp, la tecnología solo sirvió para coordinar los horarios de reunión en el Jockey Club. En Santa Fe, Zukas vivió jornadas distintas que culminaron con un inolvidable título en su tierra.

LA VISIÓN DE SU COACH, DAMIÁN PATRIARCA

Luego de terminar su relación laboral con Juan Mónaco, Damián Patriarca decidió que era momento de alejarse del tenis por un tiempo. Estaba cansado. Por eso, después de esa temporada 2013 en la cual trabajó con el ex Top-10, el paranaense se apartó de los aeropuertos para vivir con su novia en Acapulco, donde dirigía algunas escuelitas de tenis. Desde hace un mes trabaja con Zukas, a quien había ayudado el año pasado durante algunas semanas.

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“Es un jugador con mucha proyección, muy habilidoso e inteligente dentro de la cancha, algo que no es tan común en estos momentos donde todo es más físico y de potencia. Está en sus primeros pasos como profesional y hay que aceitar un poco la parte física y mental. Estoy contento por estas primeras semanas y con todas las expectativas para lo que sigue”, dice Damiían Patriarca, ex coach de Juan Mónaco.

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Luis Horna, un deportista de hierro

5 Sep

“Es el momento de empezar a ser una persona normal”, decía Luis Horna en 2009, cuando decidió colgar definitivamente la raqueta. A los 29 años, el nomadismo del circuito y el entrenamiento de alta competencia habían saturado al mejor tenista peruano de los últimos años. Quería tener más tiempo para disfrutar con su familia. Tenía la necesidad de enfocarse en otras cosas. Además, las molestias físicas fueron un condicionante para sentarse en aquella conferencia de prensa realizada durante el Challenger de Lima y, entre lágrimas, comunicar que su carrera profesional ya era parte del pasado. Ahora, cinco años más tarde, el ex tenista de 34 años continúa exigiendo su físico al máximo, incluso más. En el triatlón, Horna encontró la manera de suplir la adrenalina con la que convive un deportista de alto rendimiento. Simplemente, una adicción.

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“En un principio terminé agobiado de todo tipo de competencia y no busqué mucho porque no sentía la necesidad”, le dice Horna, desde Lima, a EfectoTenis. Una vez consumado su retiro, el ex 33° del ranking ATP probó con el golf, donde llegó a tener un hándicap de cuatro y, según sus palabras, “un nivel decente”. A mediados de 2014 ansiaba con encontrar una disciplina que pudiera reemplazar la adrenalina y la competencia que tanto estaba extrañando. Gracias a un amigo de toda la vida ingresó en el universo del triatlón, una actividad que lo desvela.

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Todos los días, a las 3:45 de la mañana, Lucho salta de la cama para correr o pedalear con su grupo de entrenamiento. El objetivo requiere un sacrificio titánico. Competir en el “Iron Man”, una de las competencias de triatlón más exigentes del mundo, no es para nada sencillo. Hasta ahora, Horna compitió en dos medios “Iron Man”, es decir, la mitad del total que comprende la carrera. La primera fue en su ciudad, en Lima, donde tardó 5 horas y 29 minutos. La última, en Manta, Ecuador, donde mejoró su tiempo a 5h 23′.

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“Todo empezó como un hobby, pero este año realmente se convirtió en algo más. Ya tengo metas un poco más altas y me gustaría convertirme en un atleta competitivo a nivel nacional. Tengo muchos años para aprender y muchos kilómetros más que recorrer. Mi meta en medio Iron Man es bajar las cinco horas el próximo año, y para noviembre de 2016 voy por el completo, probablemente en Cozumel”, relata el ganador de dos títulos ATP y del doble de Roland Garros 2008, obtenido con el uruguayo Pablo Cuevas.

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Tres campeones de Roland Garros: Horna, Cuevas y en el centro el ecuatoriano Andrés Gómez.

EfectoTenis: – Nadar, pedalear y correr durante un total de más de cinco horas. ¿Alguna vez pensaste que ibas a hacer esto?

Luis Horna: – ¡Esa es la parte más sorpréndete de todo esto! Cuando jugaba al tenis no destacaba por ser muy fuerte mentalmente hablando. Al contrario fui un jugador que trabajo duro, que le pegaba fuerte a la pelota, pero la cabeza y falta de tranquilidad me jugaba en contra. Ahora me dedico a la disciplina más dura que hay, y una de las cosas en las que más fuerte me siento es en la parte mental (risas).
Ese fue el desafío. Demostrarme a mí mismo que lo puedo hacer.
También, hay un tono familiar en todo esto. Quiero demostrarle a mis hijos que uno puede cambiar y que no solo ganando se triunfa en la vida.

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Su primer título ATP, en Acapulco 2006.

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ET: – Viendo la exigencia de estas pruebas, ¿sos un adicto a la competencia?

LH: – Definitivamente hay un toque de adición en todo esto. No hay forma de cambiar tu vida por completo si no fueras adicto. No sé si es a la competencia… yo no compito con nadie, o mejor dicho compito con esa voz que te dice que ya no puedes más.

Et: – A pesar que en el tenis, por lo general, son menos horas en cancha. ¿Es más desgastante? ¿Desde lo mental, hay otro deporte más duro?

LH: – Es mucho más duro que el tenis. No hay comparación. Es otro tipo de sufrimiento, aparte acá realmente puedes poner en riesgo tu salud, tienes que estudiar, aprender a alimentarte, cuidar tu cuerpo, tu descanso. En fin, son muchas cosas que lo hacen más complejo.

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Lucho, de los que va al gimnasio y hace piernas (?).

Hace cinco años atrás, en aquella emocionante conferencia de prensa, Horna señalaba que era el momento para empezar a ser una persona normal. ¿Lo es ahora? “No tiene nada de normal despertarte todos los días a las 3:45 y juntarte con unos locos a correr o pedalear. Pero qué te puedo decir, llena el espacio que necesitaba  y estoy enamorado de esta disciplina”, concluye el peruano, un verdadero deportista de hierro.

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Luis, Erika y sus tres hijos.

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En Misiones, la suerte es chilena

31 Ago

– Che, ¿viste al chileno?
– Sí, ¿qué pasa?
– El viejo ganó la lotería.
– Me estás jodiendo, ¿de verdad?
– Sí, dicen que dos veces.

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Durante los dos días de cobertura de EfectoTenis en Posadas, esta conversación fue recurrente. En los pasillos del Itapúa Tenis Club circulaba el rumor que el padre del chileno Michel Vernier había ganado la lotería. Algunos decían que una vez, a otros les había llegado el dato que la suerte había aparecido en dos oportunidades. ¿Mito o verdad? Develemos el misterio (?).

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“Eso es lo que dicen”; “Sí estoy seguro, viejo”, eran otros de los testimonios que recorrerían las instalaciones del céntrico club misionero. Sin embargo, este secreto a voces nunca había sido chequeado por los integrantes del mundo del tenis. Nadie se había animado a preguntarle al oriundo de Santiago de Chile, pero todos daban por sentado que los Vernier tenían la fórmula para ganar el Quini (?).

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“No sé quién habrá inventado eso. Lo vengo escuchando hace cuatro años. En Chile arrancaron. No sé a raíz de qué. Obviamente, cero. De lo contrario estaría jugando en Europa sin importarme nada. De tanto que lo dicen, ojalá me la pudiera ganar”, le dice a EfectoTenis Michel Vernier, finalista del Future celebrado en Posadas.

Con su modulación veloz, digna de un auténtico chileno, el trasandino de 21 años relata que esta elucubración no lo afecta en la relación con los otros tenistas. Según Michel, nadie lo mira raro. “No hay que darle bola, tampoco. En definitivamente es un rumor que no me molesta en absoluto. Es chistoso. Más que nada me da risa. Tengo re buena onda con todos así que no pasa nada”, aclara.

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No obstante, el joven que alcanzó la definición atravesando la clasificación (ganó siete partidos hasta perder con Patricio Heras), arremete: “Nunca me lo han preguntado. Nunca me han dicho ‘Oye, ¿tú la ganaste?’”. Tal vez, al no aclararlo, lo que comenzó como un secretito terminó en un mito dentro del microclima que se vive en los Futures sudamericanos.

Si fuese verdad, y los millones estuvieran en su cuenta bancaria, Vernier no cambiaría nada de su vida. Así está más que bien. “Seguiría viviendo mi vida normal. El tema de la plata no te soluciona la vida. Te ayuda, pero sería un peso menos durante las giras”, relata.

EfectoTenis: – Ponele que es verdad y me tenés que dar seis números, ¿cuáles serían?

Michel Vernier: – No te los daría (risas).

ET: – Daaale.

MV: – Bueno. 1, 7, 3, 4, 10 y 12. Si te lo ganás me tienes que dar la mitad a mí.

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LA MEJOR SEMANA DE SU CARRERA

Previo al comienzo del Future de Posadas, Michel Vernier (1141° ATP) nunca había alcanzado los cuartos de final de un torneo de esta categoría. Hasta el momento, su carrera no era más que  luchar en las qualys, pequeña competencia previa que otorga lugares para el cuadro principal.

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De hecho, la relación entre Vernier y el tenis es reciente. Hasta los quince años jugó al fútbol en las divisiones inferiores de Audax Italiano. De allí se fue porque no le gustaba el entorno, donde sus mismos compañeros robaban dentro del vestuario. Según una anécdota que relata, el entrenador que lo dirigía en el club de “Los Tanos” le dijo que para jugar al fúlbo (?) tenías que ser pobla, término equivalente al lunfardesco villero. “Arranqué a jugar al tenis y no paré. De una al profesionalismo”, señala Michel.

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Volviendo a Misiones, el aire del Litoral le sentó bien y, viniendo desde la clasificación, alcanzó la final. En el camino eliminó al primer preclasificado, el guatemalteco Christopher Díaz-Figueroa (404°), al japonés Uchida (570°) y al argentino Hernán Casanova (475°), entre otros.

“Fue una semana súper linda. Me sentí súper cómodo. Gané buenos partidos y hubiese sido mejor aún cerrarla siendo campeón. Así es este deporte… Tuve mis chances, pero no las pude aprovechar. Sabía que con (Patricio) Heras iba a ser un partido duro”, comenta con sencillez Vernier, que en Posadas casi se gana la lotería tenística.

Fotos: Le Tenisse / Sebastán Capristo y El tenis que no vemos / Mercedes Fuentes.