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Los amuletos de Horacio Zeballos

27 Abr

Desde hace un mes, cada vez que Horacio Zeballos entra a una cancha de tenis, en su mente solo resuena una frase. Son seis palabras. Treinta y cuatro caracteres que tienen la misma fuerza que una charla motivacional de Javier Mascherano previo a entrar al estadio Maracaná. Estas palabras son parte de su historia y sus fundamentos provienen del momento más exitoso de su carrera: cuando venció a Rafael Nadal en la final de Viña del Mar. Aquella tarde chilena que se convertiría en noche, el marplatense de 31 años jugó tan bien que, ahora, cada vez que entra a un court, se repite a sí mismo “Intentá jugar suelto como con Rafa”.Zeballos-Miami-2016

Más de tres años tardó Zeballos en encontrar este método que alimenta su confianza. Aquel partido frente al nueve veces ganador de Roland Garros fue en febrero 2013, mientras que la flamante táctica surgió en su soñado Masters 1000 de Miami, disputado hace un mes.

 

En Crandon Park era viernes y se jugaba la segunda rueda. El argentino ya había perdido hacía unos días en la clasificación y esperaba, sin demasiadas ilusiones, que algún debutante del cuadro principal se bajara del torneo y así entrar como lucky loser. Sentado en el vestuario junto a Juan Martín Del Potro se enteraría que Roger Federer andaba con problemas estomacales y no se presentaría. Por consecuencia de la baja del suizo, Zebolla accedería a la segunda ronda y, en la cancha central, enfrentaría al hombre que estaba a su lado, su compatriota, Del Potro.gf-1047-980398

“Estaba completamente desconectado del torneo y de la nada me dicen: ‘Entrás a jugar en el estadio principal con Del Potro’. Obviamente fue una alegría gigante, pero también sentí bastante nervios porque no me esperaba nada de eso. No es que iba a jugar en la cancha nueve, contra fulanito. No, era Del Potro, en la central. Había una cuota de nerviosismo. Pensé en encontrar una llave para tratar de jugar un poco más relajado. Y apareció ahí y fue lo que me repetí durante todo el partido”, le contaba hace unos días a EfectoTenis, en referencia a la frase que lo ayudaría a vencer al tandilense y, más tarde, al español Fernando Verdasco para alcanzar los octavos de final.

“Juegue contra quien juegue, en la cancha que sea, voy a tratar de decirme eso porque ha dado resultados. Uno cuando encuentra alguna llavecita que te da confianza y buenas vibras hay que tratar de utilizarla”, completaba el actual 91° del ranking mundial, quien hace unos días fue papá de Emma, su primera hija.

Además de confianza, Miami le otorgó la certidumbre de que está a la altura de medirse con los mejores del mundo. Miami, un golpe de suerte que le cambió la temporada.  “Miami me dio un plus más de nivel y darme cuenta que el nivel está, pero nada más que no lo estaba demostrando en la cancha. Aquellas victorias me lo desmostraron y me dieron más ganas para salir a competir porque sé que el nivel está”.

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La dedicatoria para su hija, quien por ese entonces aún no había nacido.

– Después de aquel exitoso comienzo de 2013, donde obtendrías tu primer y único título ATP y alcanzarías el Top 40, tuviste un bache importante. ¿Por qué ocurrió esto?

– Antes de ese nivel en 2013, con Rafa, me había pasado que tenía algunos torneos buenos, que pasaba una ronda de ATP, pero no terminaba de estabilizar mi nivel. Tengo que tratar de trabajar en mantener el nivel durante todo el año. Soy muy inestable. Hago una semi de Challenger, cuartos, segunda, cuartos y después salto y pego un octavos de final de Masters 1000. La idea, tal vez, es no meterme dentro de los veinte del mundo, pero sí consolidarme dentro de los cincuenta o sesenta.

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– Tu entrenador, Francisco Yunis, decía que “Trabajamos en cómo encarar los partidos y la vida cotidiana”. ¿A qué se refería?

– Tratar de no entrar a la cancha y querer jugar a uno o dos tiros. Tengo la posibilidad de tener buenas armas: saque, derecha y soy un jugador ofensivo. Hay veces que eso me termina jugando en contra porque entro a la cancha y, en vez de ser estable y tratar de jugar algunos games con rallies y corriendo algunas pelotas, entro y juego a uno o dos tiros. Para eso tenés que estar muy fino. Hoy ves el tenis y no hay jugadores de ese estilo. Mismo Roger está metiendo más pelotas. Hay que correr y meter. A veces eso no lo hago y él (Yunis) se refiere a  trabajar cotidianamente con eso. En cada entrenamiento dar un poco más de mí, aguantar un poco más y mejorar en ese aspecto.

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Otro de los amuletos que acompaña a Zeballos, desde hace unos cuantos años, es un peluche. Se llama Blanquito, es un oso polar que era de su hermana, Carolina (ex tenista profesional), y que su padre se lo metió en el bolso hace siete años. “Apareció el oso, jugué ese torneo donde fui campeón, hice final, semis y me metí por primera vez en mi vida dentro de los cien mejores del mundo. A partir de ahora viaja siempre conmigo. Imaginate que el sueño de todo jugador es meterse Top 100”, cuenta Zeballos, quien fue semifinalista de Copa Davis en 2010 y 2013.

“Me siento como Tom Hanks en “El náufrago”, cuando pierde a Wilson. Nunca lo perdí y siempre que entro a la habitación está ahí. Imaginate que todas las semanas son habitaciones, camas y baños diferentes. Ahora, siempre hay algo que está todas las semanas. Me acuerdo una gira que no lo llevé y no lo veía… Creo que todos los jugadores tienen amuletos, cábalas dentro de la cancha. Los hacemos para tratar que algo más nos dé confianza”.

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«Blanquitooo», diría Zebolla en la remake de «El Náufrago (?).

– ¿Al peluche, también le hablás?
-A veces le hablo. Aunque sea lo saludo. ¿Qué hacés Blanquito? ¿Todo bien? ¿Qué tal tu vida?
¿De táctica charlan?
-Tanto no, tanto no.

LA POSIBILIDAD DEL DOBLES

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El significado que Zeballos le otorga a sus grandes participaciones en el circuito no es menor. En 2013, aquel partido frente a Nadal lo marcó para siempre, al punto de repetir una y otra vez una frase motivacional. Los octavos de final en Miami hicieron que vuelva a creer en su potencial como singlista y alejara la idea de seguir su carrera exclusivamente como doblista. “Veía que en el dobles, si jugaba un poco más a full, podía estar más metido. Por eso, la idea era intentar un poco más en single y si no me iba bien me dedicaba al dobles, que también me gusta. Ahora lo pospongo un poco y sigo con el mismo criterio que tenía: darle prioridad al single y por el lado del dobles, tratar de mantener un ranking entre los setenta y ochenta”.