“Solo tengo quince minutos porque luego el bus se va”, dice con prisa Nicolás Jarry, aún transpirado y mirando el reloj. Su entrenador, el argentino Wally Grinovero, lo espera a unos pocos metros, en el buffet del Córdoba Lawn Tennis. El “bus”, o bondi por estas latitudes, es un lujo que solo ocurre en los Challenger o torneos ATP. Ese micro es el que lo trasladará del club hasta el hotel. Es gratis y pasa de manera diferenciada. El hábito del mundo Future, donde todo cuesta, todavía sigue latente en la mente de este chileno de 19 años. Al terminar uno de sus partidos de dobles, donde fue campeón del Challenger de Córdoba junto al brasileño Marcelo Demoliner, apareció otra costumbre que comprende al denominado “rebusque”. Rellenar un agua a medio tomar con otra nueva, pero más pequeña, es un capítulo dentro del manual de economía de los tenistas latinoamericanos. Las oportunidades de conseguir algo gratuitamente no son muchas y hay que aprovecharlas. Nicolás Jarry lo hace.
“Tata, no me hables más del tenis”. La frase fue pronunciada por Nicolas Jarry a su abuelo Jaime Fillol, ex 14° del mundo en 1974. Según Nicolás, el momento más difícil de su vida. Decir basta para hacer su propio camino.
Jaime Fillol y Nicolás Jarry.
“Cuando le dije eso a mi abuelo fue la decisión más difícil que he tomado en mi vida. Es mi abuelo, y como varios saben fue un gran jugador. Sabe mucho, pero él tiene en la mente el estilo de juego más antiguo que no era tan rápido y piensa las cosas de manera diferente. Tenía un entrenador, y él (Jaime) me decía lo opuesto a lo que estaba trabajando durante toda la semana con mi coach. Entonces, no aguanté más y le tuve que decir eso”, le explica Jarry a EfectoTenis. “Decirle a tu abuelo, que lo mejor que fue en su vida fue ser tenista, que no te enseñe. Habrá sido durísimo también para él”, completa el promisorio chileno, 221° ATP, y que durante el 2014 alcanzó primera final a nivel Challenger y ganó dos títulos Future.
“Fue una muestra de valentía. Es muy difícil lo que hizo el Nico. Ellos han tenido una relación de uña y mugre, viajaron juntos, él lo acompañaba a sus campeonatos de chico. Pero llegó un minuto en que le era difícil escuchar a mi papá, que le decía una cosa, y a Martín (Rodríguez), su entrenador y tío, otra. ¿A quién le hacía caso? No quería herir a ninguno de los dos… Debe de haber sido de lo más difícil que le ha tocado. Yo creo que hubo lágrimas en esa conversación”, le dice Cecilia, madre de Nicolás e hija de Jaime, a la “Revista Sábado” de Chile.
Otra muy buena foto de «La Tercera» que ilustró este original reportaje.
Más tarde, Wally Grinovero, ex tenista argentino (578° en el 2000) y actual coach de Jarry opinaba sobre la decisión más difícil en la vida de su pupilo. “Lo mejor que puede tener un jugador de tenis es tomar decisiones. Que él le diga a su abuelo, con todo lo que significa Don Jaime (Fillol) en el tenis mundial, “mirá, quiero que seas mi abuelo…”. En el momento que él se puso a charlar con el abuelo y me dijo lo que pasó en esa reunión era enero de 2013, que estaba 800°, y cuando me contó le dije: en 2014 terminás 300”, le comentaba a EfectoTenis. El presagio de Grinovero se cumplió y hasta fue superado por Jarry que terminó la última temporada cerca de ingresar en el Top 200, afirmado en el circuito Challenger y con vistas a insertarse en el mundo ATP.
Luego de rellenar el agua, Jarry continúa con la usual hiperactividad que se puede ver en cancha. Mientras charla con el blog luce apurado: cambia su remera y calzado -el polvoriento que uso durante el partido por uno de running– saca su celular, la billetera y mira su reloj. La partida del bus lo inquieta. Sin embargo, sus respuestas son sinceras y, como diría cualquier hijo de vecino, no intenta “esquivar el bulto”.
Jarry posando para la ya clásica (?) selfie de EfectoTenis.
Continuando con decisiones importantes en la vida del trasandino, haber terminado la escuela secundaria, con los mismos tiempos que un adolescente promedio, fue algo que le dejó en claro dónde están las prioridades. “La prioridad siempre fue el colegio. Por suerte me iba bien, ponía mucha atención. Después, me podía dar el lujo de hacer otras cosas y no estudiar. Desde chico pensé que me iba a dedicar antes al tenis. Pero al final se dio increíble, pude salir con mis compañeros del colegio y estoy muy contento por todas las decisiones que he tomado”. Sin embargo, para todo tenista que sueña con ser profesional, los sacrificios se hacen desde jóvenes y el sufrimiento de “quedarse fuera” es una constante que se presenta en los teenagers. “Tampoco tuve una vida normal de adolescente porque estaba en campeonatos, no me podía acostar tarde. Los acompañaba hasta temprano y lo mejor siempre pasa después (risas), así que me lo perdía. Llegaba al colegio al día siguiente, contaban todo y me quedaba un poco afuera. Pero no se puede hacer las dos cosas. Es lo más duro que tiene esto. Uno busca que el tenis te dé todo lo que quieres para el futuro. Entonces, uno se la juega por eso y vamos por buen camino”.
Mientras el secundario de Jarry se desarrollaba, los asuntos laborales de su padre hicieron que la familia cambiara de aire. Key Biscayne, en Florida, Estados Unidos, fue el destino donde Jarry siguió estudiando y entrenando, en este caso, en la academia de Guillermo Cañas (ex 8° ATP). “Eran todos entrenadores argentinos (Martín “Tero” García, Juan Galarza y Nicolás Maidana) y sabían que la formación es mejor en polvo. Jugábamos en arcilla verde, que es un poco más rápida, pero arcilla al fin”, recuerda Jarry que durante aquel tiempo utilizó la doble nacionalidad (su madre nació en California y a los días se fue a Chile) para poder ausentarse a la escuela, un asunto, que por problemas de faltas, no le permitía disputar los torneos más exigentes. A la vuelta, durante su último año del secundario, volvió a Chile donde comenzó a entrenarlo su tío, el ex tenista argentino Martín Rodríguez.
“Te das cuenta que pegarle bien a la pelota le pegan todos. La diferencia no se hace pegándole bien a la bola, sino con la madurez, la mentalidad. La familia y la educación van de la mano”, dice Grinovero que también entrenó a Diego Junqueira, Carlos Berlocq y Máximo González, entre otros tanto tenistas.
Junto a Wally Grinovero.
Otro de los lastres psicológicos con los que debe cargar Jarry es ser parte del tan ansiado recambio shileno (?). Al igual que ocurrió en Argentina con la gloriosa “Legión”, el tenis trasandino, luego de los retiros de Fernando González, Nicolás Massú y anteriormente Marcelo Ríos, cayó en un profundo pozo. Mientras tanto, el público de la raqueta sigue entusiasmado y necesita de otras estrellas. El periodismo, cercado por las ventas y la expectativa de los aficionados, encontró en el desértico camino a unos jóvenes que prometen pero que aún deben hacer sus carreras con calma.
A la derecha de la foto, Garín y Jarry: finalista del dobles de Roland Garros Jr. 2013.
La ansiedad por conseguir un reemplazo agota a Christian Garín (campeón de Roland Garros Junior en 2013), Gonzalo Lama (21 años y 225°) y también a Nicolás Jarry. “Es muy malo. En Chile te comparan por cualquier cosa. Exageran mucho. Ganas un partido y sales en todas partes. No sé si en otro país pasa eso, pero es lamentable para nosotros que tenemos que aguantarlo. Pero es lo que nos toca y hay que estar tranquilos de no meterse tanto con eso. Seguir humilde, trabajando. Sabemos que es un largo camino y que hay que seguir, nomá”. Sobre su contacto con los referentes también opina y es contundente: “Con Fernando (González) es con el que más hablo, con Nico (Massú), por ser el capitán de Copa Davis, y con el Chino (Ríos) nunca he hablado. Soy totalmente diferente a todos ellos. A Feña tal vez un poquito menos porque es el que más fuerte le pega, pero no tengo nada que ver con ellos. Es mi vida y voy al camino que voy”.
Como bien sabemos, la cabeza del tenista es educada constantemente. Grinovero explica cómo hacen para manejar este asunto en la mente de su jugador. “Lo manejamos haciéndole entender que todas las persona son diferentes y que hay un periodismo que está necesitado. Hay gente que también vive del tenis, necesita vender y que ellos sean buenos. Sin un proceso, sin trabajo no va a haber recambio y no va a haber nada. Ellos están en una etapa de aprendizaje, todo lo que no aprendan ahora, más adelante les va a costar mucho. Nosotros insistimos en enfocarnos en el proceso. Nos interesa que ganen haciendo lo que nosotros creemos que ellos tienen que hacer para ganar en el futuro”.
En Nueva Caledonia, donde arrancó su temporada 2015, junto a Gonzalo Lama.
El futuro a Jarry no lo inquieta. Sus objetivos no son logros deportivos. Sus objetivos están en el aprendizaje. El presente es lo que le importa. La clave, según él y que va en sintonía con la visión de su equipo, está en los conocimientos que se extraen del trabajo diario y de la competencia. “Seguir mejorando. Tratar de sacar algo de cada partido, de cada entrenamiento. Irse superando de a poco. Nada de objetivos”.
SU RAQUETA DE ARO 93
Una de las particularidades del chileno está en su arma de trabajo. Como ya explicamos hace un tiempo, donde ejemplificamos con el caso de Roger Federer, la tendencia dentro del circuito a usar aros más grandes en sus raquetas sigue creciendo. De esa manera, la posibilidad de impactar en el sweet spot de la raqueta es mayor. El promedio en el circuito ronda el 98. Nicolás Jarry usa una Wilson con aro 93, una rareza dentro del tour. “Probamos raquetas y antes jugaba con una Wilson Blade 98, después Prince, con aro 95, y ahora de vuelta a Wilson. Probé la 93 y me gustó mucho, era la misma sensación que la 98 pero mide un poco menos y la cabeza es más chica”.
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