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El medallista sin medalla

19 Ago

Hace aproximadamente un año, durante una mudanza, Javier Frana se ilusionó al escuchar cuatro palabras que venían del otro extremo de su antigua casa. Quien le gritaba era su mujer. “¡Mirá lo que encontré, Javi!”, decía ella. “Vamos, la encontramos”, pensó automáticamente el ex tenista de 49 años. Pero no, el hallazgo de su señora no era el descubrimiento que sospechaba. Una vez más se ilusionaba y recordaba la falta de un objeto que, por estas semanas, todos quieren colgarse en el cuello.
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De izquierda a derecha: Frana, Goran Ivanisevic y Christian Miniussi.

Javier Frana es una persona que no le otorga demasiada importancia a los trofeos que materializan los títulos obtenidos a lo largo de su carrera. Dice que no le gustan los deportistas que viven colgados del recuerdo. De hecho, para graficar este sentimiento, después de haber ganado el primer o tercer título de su carrera -no recuerda con claridad el dato-, la ATP le entregó una copita de vidrio por haber alcanzado ese hito. El trofeo llegó en varios pedazos. El ex tenista argentino no le dio trascendencia, ni siquiera pidió una réplica del mismo.

Siguiendo esta línea de comportamiento, debajo de la cama de su ex casa, en una caja de zapatos guardaba el mayor logro de su carrera: la medalla de bronce obtenida en el doble de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Después de habérsela mostrado a un amigo de su hijo mayor, Frana sintió que era un tanto arriesgado dejarla ahí, tan expuesta. Por eso la cambio de lugar. ¿A dónde? Todavía no lo sabe. Jamás la volvió a ver.

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“En los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 vino mi hijo con dos amigos a jugar y estábamos viendo una de las premiaciones. Mi hijo, que por ese entonces tenía 13 ó 14 años, me dijo ‘Papá, ¿le mostrás la medalla a Santi?’”, le cuenta Frana a EfectoTenis en un café de la localidad bonaerense de Pilar.

El actual comentarista televisivo de ESPN es de tomarse silencios largos para continuar sus historias. Tal vez, como producto de su experiencia frente a la cámara, nunca usa la maradoniana (?) muletilla “Ehhh…”. En esos segundos en los que razona simplemente no habla, Frana piensa. El esfuerzo por recordar los momentos con puntillosidad, nos hace dudar si está recordando las cosas que hizo durante aquellos días, en los cuales buscaba la medalla obtenida junto a su compatriota Christian Miniussi. Quién te dice que, en una de esas, la encuentra a través de sus pensamientos.

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“Pasaron los años, abrí la caja y me dí cuenta que la medalla ya no estaba más ahí. ¿Dónde la habré puesto? Me acordé que la última vez que la vi fue cuando se las mostré a los chicos. ¿Dónde la habré guardado? Me acuerdo que había dicho que en ese lugar no la iba a volver a poner”, cuenta el zurdo nacido en Rafaela, Provincia de Santa Fe.

A partir de ese instante, comenzó a inspeccionar cada recoveco de su casa. Lo hacía por zonas. Por ejemplo revisaba las camperas y los pantalones, creyendo que había quedado en un bolsillo. Sin embargo, no la podía encontrar en ningún lado. “Quería mudarme urgente para revisar cosa por cosa. Capaz aparecía en el bolsillo de un short que la guardé creyendo que la había escondido bien. Pero no, me desapareció. No estaba”, cuenta Frana sobre la mudanza que realizó el año pasado.

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Frana, el último argentino que consiguió un título sobre césped. En 1995 ganó Nottingham. 

“Tuvimos robos domésticos, bastante sistemáticos y  los descubrimos tarde. Sobre la medalla, no sabés si de repente lo hizo porque sí o por maldad. Tampoco tiene un gran valor: no es de oro, ni es una alhaja. Su valor es simbólico. Saldrá, qué sé yo, quinientos pesos. Tampoco quiero juzgar, pero es una de las posibilidades”. La otra alternativa que baraja el dueño de 10 títulos ATP (3 en singles y 7 en dobles) es que la haya guardado en una campera que donó o regaló. “Capaz, la persona que lo recibió pensó que era una medalla de un torneo de fútbol y la revoleó”.

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Mientras Frana habla, el frío bonaerense se siente en las mesas externas del café. Dice que no lo sufre, una gruesa campera beige lo protege. Aun así, mientras cuenta la pérdida de su medalla olímpica se frota las manos para generar calor y vuelve a explicar su falta de estima hacia los trofeos. “Siempre admiré a aquellos deportistas que fueron muy grandes, pero no te lo hacen saber. No me gusta el deportista que vive colgado del recuerdo y que todo lo referencia hacia su época. Eso me genera mucho rechazo. Todo lo poquito importante que pude haber ganado como el plato de la final de dobles de Wimbledon, el título de dobles mixto en Roland Garros están guardados. Están puestos muy sutilmente por ahí, pero no tiene una trascendencia”.

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No obstante, la presea de bronce es su cosecha más valorada. Más allá del premio participar en tres Juegos Olímpicos (Seúl 1988, Barcelona 1992 y Atlanta 1996) lo ayudó a tener perspectiva en la vida y en el deporte. “Es mágico. Es difícil de explicar porque no solamente es el anonimato, sino entender otras disciplinas. Ponés en contexto tu sacrificio como tenista, que si bien es muy alto, también está bien remunerado. Tenés algo a cambio. Hay otros deportes que hacen un  esfuerzo enorme y es exclusivamente por el amor al deporte, porque económicamente no tienen demasiados recursos”, contaba en el podcast sobre historias del tenis olímpico de EfectoTenis. “La medalla es lo que más sufro, pero la vida va por otro lado”, cierra Frana, el medallista olímpico sin medalla.

Luis Horna, un deportista de hierro

5 Sep

“Es el momento de empezar a ser una persona normal”, decía Luis Horna en 2009, cuando decidió colgar definitivamente la raqueta. A los 29 años, el nomadismo del circuito y el entrenamiento de alta competencia habían saturado al mejor tenista peruano de los últimos años. Quería tener más tiempo para disfrutar con su familia. Tenía la necesidad de enfocarse en otras cosas. Además, las molestias físicas fueron un condicionante para sentarse en aquella conferencia de prensa realizada durante el Challenger de Lima y, entre lágrimas, comunicar que su carrera profesional ya era parte del pasado. Ahora, cinco años más tarde, el ex tenista de 34 años continúa exigiendo su físico al máximo, incluso más. En el triatlón, Horna encontró la manera de suplir la adrenalina con la que convive un deportista de alto rendimiento. Simplemente, una adicción.

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“En un principio terminé agobiado de todo tipo de competencia y no busqué mucho porque no sentía la necesidad”, le dice Horna, desde Lima, a EfectoTenis. Una vez consumado su retiro, el ex 33° del ranking ATP probó con el golf, donde llegó a tener un hándicap de cuatro y, según sus palabras, “un nivel decente”. A mediados de 2014 ansiaba con encontrar una disciplina que pudiera reemplazar la adrenalina y la competencia que tanto estaba extrañando. Gracias a un amigo de toda la vida ingresó en el universo del triatlón, una actividad que lo desvela.

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Todos los días, a las 3:45 de la mañana, Lucho salta de la cama para correr o pedalear con su grupo de entrenamiento. El objetivo requiere un sacrificio titánico. Competir en el “Iron Man”, una de las competencias de triatlón más exigentes del mundo, no es para nada sencillo. Hasta ahora, Horna compitió en dos medios “Iron Man”, es decir, la mitad del total que comprende la carrera. La primera fue en su ciudad, en Lima, donde tardó 5 horas y 29 minutos. La última, en Manta, Ecuador, donde mejoró su tiempo a 5h 23′.

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“Todo empezó como un hobby, pero este año realmente se convirtió en algo más. Ya tengo metas un poco más altas y me gustaría convertirme en un atleta competitivo a nivel nacional. Tengo muchos años para aprender y muchos kilómetros más que recorrer. Mi meta en medio Iron Man es bajar las cinco horas el próximo año, y para noviembre de 2016 voy por el completo, probablemente en Cozumel”, relata el ganador de dos títulos ATP y del doble de Roland Garros 2008, obtenido con el uruguayo Pablo Cuevas.

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Tres campeones de Roland Garros: Horna, Cuevas y en el centro el ecuatoriano Andrés Gómez.

EfectoTenis: – Nadar, pedalear y correr durante un total de más de cinco horas. ¿Alguna vez pensaste que ibas a hacer esto?

Luis Horna: – ¡Esa es la parte más sorpréndete de todo esto! Cuando jugaba al tenis no destacaba por ser muy fuerte mentalmente hablando. Al contrario fui un jugador que trabajo duro, que le pegaba fuerte a la pelota, pero la cabeza y falta de tranquilidad me jugaba en contra. Ahora me dedico a la disciplina más dura que hay, y una de las cosas en las que más fuerte me siento es en la parte mental (risas).
Ese fue el desafío. Demostrarme a mí mismo que lo puedo hacer.
También, hay un tono familiar en todo esto. Quiero demostrarle a mis hijos que uno puede cambiar y que no solo ganando se triunfa en la vida.

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Su primer título ATP, en Acapulco 2006.

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ET: – Viendo la exigencia de estas pruebas, ¿sos un adicto a la competencia?

LH: – Definitivamente hay un toque de adición en todo esto. No hay forma de cambiar tu vida por completo si no fueras adicto. No sé si es a la competencia… yo no compito con nadie, o mejor dicho compito con esa voz que te dice que ya no puedes más.

Et: – A pesar que en el tenis, por lo general, son menos horas en cancha. ¿Es más desgastante? ¿Desde lo mental, hay otro deporte más duro?

LH: – Es mucho más duro que el tenis. No hay comparación. Es otro tipo de sufrimiento, aparte acá realmente puedes poner en riesgo tu salud, tienes que estudiar, aprender a alimentarte, cuidar tu cuerpo, tu descanso. En fin, son muchas cosas que lo hacen más complejo.

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Lucho, de los que va al gimnasio y hace piernas (?).

Hace cinco años atrás, en aquella emocionante conferencia de prensa, Horna señalaba que era el momento para empezar a ser una persona normal. ¿Lo es ahora? “No tiene nada de normal despertarte todos los días a las 3:45 y juntarte con unos locos a correr o pedalear. Pero qué te puedo decir, llena el espacio que necesitaba  y estoy enamorado de esta disciplina”, concluye el peruano, un verdadero deportista de hierro.

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Luis, Erika y sus tres hijos.

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Guido Pella: camino a la recuperación

5 Nov

“Lo único que sé es que por ahora no voy a volver a jugar al tenis”, eran las palabras de Guido Pella que en mayo de este año anunciaba su retiro, un parate sin fecha de vencimiento. Después de caer en la primera ronda del Challenger de Vicenza, el tenista argentino de 24 años decidía darle un respiro a su profesión.

Pérdida de la motivación. Saturación. Las principales razones del parate que realizó el bahiense durante esta temporada. En una sincera entrevista con EfectoTenis, Pella (195°) viaja hacia aquel mes y medio donde no corrió, no trotó, no tocó una raqueta y ni siquiera una pelotita. Era un momento de reflexión en medio de un caos mental que requería una pausa en el agotador y exhaustivo mundo del tenis. Ahora, con su ranking y físico desmejorado, pero con la motivación intacta y los objetivos en claro, Pella recorre la senda de la recuperación.

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EfectoTenis: ¿Cómo viene la vuelta al circuito después del parate?

Guido Pella: La verdad que está costando mucho, más que nada porque el tenis se hizo muy parejo. Creo que todos los partidos son difíciles, no importa el rival que te toque. Aunque tenga un ranking mucho peor que vos, igual te puede complicar muchísimo. Eso hace un par de años no pasaba. Por lo menos es bueno que el nivel haya mejorado porque te permite competir al más alto nivel. Acostumbrarte a jugar con rivales duros sin importar si es primera, cuartos o la final.

Me está costando mucho porque el parate que hice fue largo. Realmente no hice nada, y cuando volví fue como empezar de cero. Obviamente que no estoy jugando mal pero tuve un poco de mala suerte en los dos sorteos, me ha tocado con Alejandro González dos veces, un jugador que está en su nivel más alto. Sé que estoy jugando bien, que estoy mejorando y que tengo que tener esa cuota de suerte en un cuadro donde me toque un camino más accesible y que eso me permita agarrar confianza. Sigo entrenando, sigo jugando para tener la oportunidad de volver a competir como antes.
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En el momento que analizabas el parate, contabas que por tu malestar te la agarrabas con tu familia y seres queridos. ¿Se analizaba la situación? ¿Qué te pasaba interiormente?

Las sensaciones que vivía dentro de la cancha me las guardaba para mí y eran pura y exclusivamente mías, no tenía nada que ver con mi familia, ni mi entrenador, ni nada. Era una falta muy grande de ganas de jugar, de entrenar, de superarme a mí mismo como hay que hacerlo para poder jugar al tenis. Llegó un momento, y creo que estuve en lo correcto, donde decidí parar de jugar. Para hacerlo a medias y no ganar un partido… y además, seguir viajando, seguir perdiendo plata. No era lo que yo quería, seguir girando en un calendario muy duro y difícil haciendo algo que no tenía todas las pilas para realizarlo.
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Su ranking más alto fue 75°, en junio de 2013. / Ph: Revista GRIP.

En aquel momento que paraste, ¿extrañabas algo o realmente estabas decidido? ¿Pensaste en dejar definitivamente el tenis?

No pasó mucho tiempo desde que volví (N. de Ref: 3 meses) y hay muchas cosas que todavía no comprendo. Realmente volví porque me acuerdo que vino a mi casa un amigo, que es preparador físico, y me dijo que empezáramos a entrenar, pero para divertirnos. Que comenzáramos a hacer algo para descontracturar, para estar en contacto porque hacía mucho que no nos veíamos. Al entrenar con él, un día fui a jugar al tenis y me agarraron un poco de ganas. Yo sabía que si iba a volver a jugar al tenis, la vuelta no podía ser muy larga. Lo físico me iba a empezar a pasar factura y el tenis es muy difícil recuperarlo. De hecho paré un mes y medio y me parece que hubiese sido dos años. Cuesta reencontrarse con el ritmo, con la confianza, que es lo más difícil del tenis. Son muchos factores que a uno lo hacen jugar bien o jugar mal.

El nivel está tan alto que el tenis te hace pagar ese mes y medio. Empecé de a poco, con más ganas de las que tenía antes, también ayudó mucho que haya estado anotado en el ATP de Bogotá a donde fui habiendo entrenado un día y medio. Allí gané un partido y luego perdí con (Radek) Stepanek, con quien tuve muchas chances. Lo estaba haciendo descontracturadamente. Lo estaba disfrutando un poco más y me gustó.

Ahora es durísimo. Los torneos están cerrando con ranking muy alto. El ranking se me fue y eso no me permite ser preclasificado y me garantiza un jugador difícil en primera o segunda ronda. Pero soy paciente, sé que en algún momento va a volver mi tenis y voy a estar más arriba.ch_pella_576
En diciembre de 2012 fue campeón del Challenger Tour Finals celebrado en San Pablo.

De chico te había ocurrido algo similar. Aquella vez pensaste en dejar de jugar y tus viejos te insistieron para que sigas. ¿Este parate lo ves como un volver a empezar?

Aquella vez, a los 14 años, estuve a punto de dejar fue por un tema de plata. Mis viejos no me podían bancar más, era muy difícil viajar. Es una época donde uno tiene que empezar a entrenar un poco mejor, viajar a donde el nivel sea más alto y no estaba recibiendo apoyo de la Asociación Argentina de Tenis. En ese momento creí que no podía. Iba a los torneos donde había chicos que entrenaban en Buenos Aires, en Córdoba, puntos donde el tenis es más fuerte. Yo entrenaba en Bahía Blanca con mi abuelo, mi papá y no tenía a nadie para jugar. Entonces era muy difícil, daba muchas ventajas y siempre tuve claro que para hacer las cosas hay que hacerlas al 100% porque cuando uno las hace a medias es mejor no hacerlas. Veía que no estaba dando todo de mí y llegué a pensar en dejar. Pero mis viejos me dijeron que siga, que íbamos a conseguir a alguien. Después se dio lo del sponsor y pude seguir jugando. La verdad, les agradezco a mis viejos que me bancaron en aquel momento.DCIM105GOPRO
En el Challenger de Córdoba, junto a algunos de sus colegas.

Muchas veces, cuando el deportista de alto nivel se retira, le ocurre que no puede encontrar en otro lado esa adrenalina que le da la competencia. ¿Te pasó durante el parate?

Sí, claro. Es una sensación muy rara. Cuando la tenés, decís qué sensación mala; pero cuando no la tenés la extrañás. El cuerpo se acostumbra a tener esa sensación de miedo, de nudo en la panza que no sabés qué va a pasar. Si vas a ganar o vas perder. Cuando dejás el tenis, o tenes un parate, y ves que esa sensación no la tenés más empezás a extrañarla. Muchas veces la vida se hace muy monótona. Creo que eso es lo que más extrañan los deportistas: disfrutar el sufrimiento.

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Después de haber tenido tus mejores momentos en el circuito, cuando llegaste a la segunda ronda de Roland Garros y más tarde continuas participaciones en ATP, ¿se valora un poco más todo después de este parate que te está haciendo tan difícil la vuelta?

Eso me lo pongo a pensar todos los días y me arrepiento de un montón de cosas que hice mal en ese momento. Eso es algo de lo que me voy a arrepentir siempre si no logro volver a estar arriba. Yo me acuerdo lugares puntuales que no disfrutaba, por ejemplo Roland Garros, o mismo cuando hice la semifinal de ATP en Düsseldorf. Siento que le podría haber sacado más provecho en el sentido del disfrute. De decir que estoy en un nivel altísimo, estoy ganando buenos partidos y que es algo que no me pasaba. También me ocurrió antes cuando tuve buenos resultados en Challenger y me tocó volver a los Futures. Ahora de vuelta con lo de querer retornar a los ATP. Muy en el interior sé que voy a volver pero uno nunca sabe porque depende de muchas cosas. Sino lo logro hacer me voy a arrepentir de muchas cosas de mi vida que podría haber hecho mejor.

Tengo mucha confianza en mí, en que voy a mejorar, en que voy a volver a estar arriba y no voy a volver a cometer los mismos errores que me hicieron no disfrutar tanto del escenario que me tocaba vivir.
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«La próxima no tenés chance, Nole», le decía (?) Pella a Djokovic luego de caer en 2° ronda de Roland Garros 2013.

¿Está la fuerza para volver ahí?

Sí. Creo que al principio de esta vuelta me costaba mucho aceptar el hecho que tenía que luchar aún más que antes, que los partidos no se van a dar igual. Por ejemplo, ahora, rivales a los que no que podía vencer fácil, pero sí que tenía chances, ahora me están ganando. Es muy difícil lidiar con todo eso. Saber que hay que lucharla desde cero. Perder muchísimo ranking. Que la vuelta es cuesta arriba y muy grande en todo sentido: tenístico, anímico, físico y mental. Me ha costado lidiar con eso pero cada semana que pasa me estoy poniendo más fuerte y eso me va a ayudar para seguir adelante.
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Caminando hacia el profesionalismo

16 Oct

“Creo que jugar Juniors les da ciertas cosas como conseguir sponsor de ropa, algunos te dan un bonus desde lo económico pero también es un arma de doble filo. Hay mucha gente que ha ganado Roland Garros o Wimbledon Junior y después no existe”, dice el argentino Marco Trungelliti, actual 330° del ranking, que con sus palabras plantea la posibilidad del fracaso en la búsqueda del profesionalismo. Continuando con la mirada analítica del tenista santiagueño de 24 años, que en ocasiones escribió interesantes textos donde se ponía en la piel del periodista, Trungelliti le dijo a EfectoTenis: “Al ser tan chico y tener cierta fama depende mucho de la forma en que hayas sido educado. Hay padres que no están preparados y se meten, entonces no termina siendo algo sano. Tampoco para los padres que de repente creen que tienen un jugador que ha tenido una buena actuación en un Grand Slam Junior y después el paso es muy grande. Pasas de jugar con chicos de tu edad, como tope de 18 años, a como tope 35. Los años de experiencia pesan, te tiran la camiseta, y son muchas cosas que de repente te encontrás. Hay otros que no están acostumbrados a perder y empieza la crisis de confianza”.

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El santiagueño Marco Trungelliti al servicio.

A pesar  que han sido varios los campeones de Grand Slam Junior y número uno de esa modalidad que han logrado triunfar en el circuito ATP, hay otros tantos que han quedado en el camino. Pensando en otro trayecto hacia el profesionalismo, jugar Futures, sin haber tenido una vasta experiencia en el mundo de los menores de 18 años, es otra posibilidad. “Particularmente prefiero la parte de jugar Futures. Te puede ir bien, te puede ir mal, pero en algún momento tenés que seguir. Mucha gente, por lo económico, prefiere jugar los Futures de acá”, completa Trungelliti que en su adolescencia jugó unos pocos torneos de la gira COSAT y como explica prefirió el camino de los Futures.02

Al otro lado del Océano Atlántico, y mediante las facilidades que otorga la tecnología, el español Sergio Troncoso, manager deportivo de varios juniors españoles, y encargado de la organización del recientemente finalizado “Nike Junior Tour” desarrollado en tierras ibéricas, ayuda a bosquejar el panorama de aquellos jóvenes talentos que experimentaron la angustia de sus frustrados intentos por llegar al profesionalismo.

Troncoso, durante cuatro años fue el manager del precoz supertalento Carlos Boluda,  un niño que a los 14 años lo llamaban “el nuevo Nadal”. Por 2006, Boluda, nacido en Alicante, tenía contrato con la firma deportiva “Nike”, mientras que también había sido el único jugador en ganar dos veces consecutivas (2006 y 2007) “Les Petits As”, uno de los torneos más tradicionales y prestigiosos del mundo junior, que reúne a los mejores jugadores de entre 12 y 14 años. Más tarde llegaría el infierno para el joven español que abrumado por lesiones y presiones se alejó de los primeros planos.
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A la izquierda Boluda, en el centro Troncoso.

EfectoTenis: Marco Trungelliti me planteó la incertidumbre sobre cuál era el mejor camino que podían tomar los Juniors en su afán por llegar al profesionalismo. Teniendo en cuenta el ejemplo de Carlos Boluda, donde luego de tantas victorias en Juniors, acostumbrarse a perder fue duro, ¿cuál crees que es el mejor camino?

Sergio Troncoso: – Bueno, creo que no hay un camino perfecto depende de cada jugador y su evolución. Los Grand Slams Juniors son un termómetro muy importante. Si ahí lo hacen bien, con la presión que tienen, es que están medianamente preparados para pasar a los profesionales. Con la cantidad de Futures que hay cada semana por todo el mundo, el nivel de estos torneos ha bajado respecto a años anteriores. El salto grande viene después, en los Challengers, donde hay una diferencia brutal respecto a los Futures. Igualmente, cada jugador es un mundo.

Respecto al caso de Carlos, fue jugando y a medida que avanzaba, llegó un momento que no evolucionó más principalmente por su físico y la cantidad de lesiones que tuvo. Dejó de ganar en el tenis.

Carlos (Boluda) fue un niño prodigio y ganar tanto no le vino nada bien, bueno, para los contratos sí. Luego, su no evolución física (mide 1,70), sus graves lesiones (muñeca, pies), sus miedos a superar toda esa presión, su entorno que tampoco ayudó mucho hizo que no evolucionara adecuadamente para su desarrollo tenístico. Todos tenemos parte de culpa en ello. Yo, el primero en no haber sabido cortar ciertas cosas desde un principio.
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Recomendable documental sobre la particular historia de Carlos Boluda.

– ¿Cómo manejás a un chico que a causa del tenis empieza a no ser feliz?

Bueno, tristemente hay muy pocos que disfrutan jugando al tenis aunque parezca una perogrullada. Hay que enseñarles a «disfrutar sufriendo», me gusta mucho este término. Hay que enseñarles a los chicos que el tenis es un deporte de perdedores porque todas las semanas pierden todos menos uno, pero también cada semana te da una nueva chance y es más importante ser regular que cualquier otra cosa. Pienso que a los chicos hay que explicarle muy claro cómo es el tenis para que no se lleven desengaños.


Perlita de Tenis Pro: Robredo hablando del particular apellido «Boluda».

Siguiendo con la vuelta al mundo en búsqueda de testimonios, Australia es el próximo destino de EfectoTenis que se encontró con Carlos Cuadrado, el último campeón español de Grand Slam Junior. En 2001, en el único torneo ITF que disputó, Carlos Cuadrado venció a Brian Dabul –argentino ex N°1 Junior- en la final del mítico torneo parisino. A pesar de su promisorio futuro, Cuadrado a causa de sus múltiples lesiones no pudo cumplir con las expectativas generadas por los buenos resultados. Su mejor ranking fue 222° en la temporada 2006. “No diría que fue el gran momento de mi carrera, creo que mentalmente me paso muy desapercibido. No lo disfrute como lo debería haber disfrutado, a lo mejor porque fue el único torneo ITF que jugué. Quizás porque no me lo esperaba y estaba muy ocupado jugando Futures y Challengers. La verdad que no lo sé”, responde desde Melbourne, Australia, donde se desempeña como entrenador nacional de la federación del país oceánico.
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Cuadrado levantando el trofeo de campeón de Roland Garros Junior.

“Creo que el mejor camino es algo intermedio. Definitivamente tener ranking suficiente para poder jugar los Grand Slam Junior te permite medirte con la gente de tu edad. Pero siempre jugando bastantes Futures donde compites con gente mayor, es positivo para empezar a experimentar esas sensaciones”, completa Cuadrado, retirado en 2008 y que actualmente practica como principiante surf y ciclismo, hobbies que según él no los hace bien.
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Volviendo a las latitudes a las que estamos acostumbrados, durante la presentación de los dos Challenger que se disputan en Argentina (San Juan y Córdoba), Diego Schwartzman  ofreció su visión y experiencia sobre la búsqueda del profesionalismo. “No hay alguien que diga que un camino es mejor que el otro. Yo no pude jugar prácticamente nada en Junior por un tema económico, me costó mucho. Tenía que elegir una de las dos opciones, y justo la Asociación Argentina de Tenis (AAT) empezó a hacer muchos más Futures en la Argentina. Preferí gastar la plata que tenía para poder viajar dentro del país que es menos costoso que hacerlo como Junior. Si estas fuera de los tres de Argentina no hay ayuda económica”, dice Schwartzman, actual 89° del ranking, que al igual que Trungelliti comenzaron en el último escalón del profesionalismo.

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En la cancha central del US Open y frente a Djokovic, Schwartzman tiró el famoso «Topo Gigio».

“Te tenes que ir adaptando. Aunque seas muy bueno en Junior, tenés que adaptarte a otro tipo de torneos. Los torneos Junior son muy profesionales, son organizados casi como un ATP. Después caés en los Futures, donde la verdad que algunos tienen muchas cosas malas como los entrenamientos, las pelotas y los lugares donde se juegan. Hay que adaptarse. A todos les cuesta. A algunos dos, tres meses, a otros un año, a otros dos, pero los que son buenos se terminan adaptando a todo, ganan y pasan rápido esa etapa”, aclara el “Peque” que en 2012 ganó seis Futures y su primer torneo Challenger, en Buenos Aires.

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Por último, Daniel Orsanic, Director del área de Desarrollo de la AAT, un hombre experimentado en el mundo de los jóvenes tenistas le contó a EfectoTenis su visión: “El camino que a mí más me gusta es que los chicos aprovechen cada etapa y las vayan pasando de manera sólida, no por copiar a otro que le está yendo mejor en una etapa más arriba. Cada jugador tiene su proceso y eso hay que entenderlo. Particularmente me gusta que se puedan sentir buenos en su categoría pero siempre mirando más allá, hacia la madurez del jugador. Si tienen buenos resultados en su categoría, mejor, porque les va dando confianza, pero no es definitivo. Después, cuando tienen entre 16 y 18 años, apuntar a jugar los Grand Slam, a donde en un futuro ellos quieren volver como profesionales. Es un registro muy bueno a nivel motivacional para codearse con los mejores del mundo, estar entrenando al lado de los mejores jugadores del mundo o peloteando con ellos. Hay algunos que podrán jugar los Grand Slam Junior y otros que llegarán, si Dios quiere, cuando sean profesionales. Un camino solo no hay, hay muchos. Lo importante es que cada jugador pueda ir superando y solidificándose en cada una de sus etapas y que dé el próximo paso de manera consistente”.
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Daniel Orsanic. / Ph: Prensa AAT.

Norma Baylon: una mujer indomable

8 Oct

El sonido de la pelotita contra el ropero es insoportable en aquella habitación del departamento en el barrio de Belgrano. Ella, de cuatro años, no se cansa. Su madre, de algunos cuantos más, no la aguanta. Lo que nunca va a pensar Dorothea es que más tarde su hija, Normita, será 4° del mundo y una precursora en el tenis femenino argentino. “Como comprenderás, yo no me acuerdo, son los cuentos de mis padres. Todo el día estaba dándole a la pelotita contra el ropero, y cuando llegaba mi papá, a la noche, mi mamá le decía: < ¿Sabés qué? Me tiene harta. Todo el día estoy escuchando el tiki, tiki, tiki. Ya no la soporto más>”, le dice a EfectoTenis Norma Baylon, una mujer indomable desde antes de saber el significado de la palabra tenis.
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“Para hacerte la historia corta, ahí decidieron comprarme mi primera raquetita, una Sarina, chiquita, blanca, con la que zarpaba todos los fines de semana al Buenos Aires Lawn Tennis Club (BALTC), donde mis padres jugaban. Yo me iba al frontón. No almorzaba, no tomaba nada, con tal que nadie me vaya a quitar de ahí”. Ahí, dice Baylon, donde los sueños se siembran y los golpes se perfeccionan. Ahí, el frontón, un espacio físico donde muchas de las grandes glorias del tenis nacional pasaron parte de su infancia. “A la noche, cuando llegábamos a la casa, era siempre la misma historia. Abrían la puerta del departamento y yo me tiraba de narices al suelo llorando. No quería bañarme, no quería comer, no quería hacer absolutamente nada. Poco a poco fue surgiendo mi amor por el tenis”, relata Norma a EfectoTenis –en una entrevista realizada en la escuela de periodismo DeporTEA- dejando en claro su amor casi natural por el deporte de la raqueta.

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Siguiendo con la infancia de Norma Baylon, uno de los momentos más esperados por la porteña formada tenísticamente en el BALTC sucedía cuando su padre terminaba de jugar dobles con unos amigos franceses. Ella, por ese entonces Normita, le pedía pelotear un rato. Un día, su padre, cansado, no quería darle el gusto a su hija, pero después de tanta insistencia aceptó Olindo, un severo pero generoso alemán,  le tiró un fuertísimo revés que iba derecho al “ombligo” y que buscaba que la chiquita no molestase más. Para sorpresa del padre, Norma voleó de revés. Al día siguiente, por pedido de Olindo, Baylon ya tenía profesor.
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En el 63, Baylon y la británica Ann Haydon-Jones quien venció a Norma en la final de Bournemouth.

Uno de los grandes obstáculos que debió sortear la cuartofinalista de Roland Garros, Wimbledon y del US Open en los sesenta fue su indomable carácter. “Tengo un defecto muy grande que es ser perfeccionista. Entonces, lo que hago lo quiero hacer bien y cuando no me salen las cosas me enojo. Es un enojo que me dura muy poco, inclusive ahora, me puedo molestar con algo o alguien, pero si me dejan dos minutos tranquila ya ni me acuerdo porqué me enojé. En el tenis era exactamente igual”, explica Baylon, actualmente de 71 años, y quien en varias ocasiones sufrió las conocidas penitencias.
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Sus padres, rigurosos en la educación, durante el partido no le decían nada.  Una vez en el coche, camino a casa, llegaban las famosas penitencias. Una semana sin ir al club o no te vamos a comprar otra raqueta nueva eran algunos de los ejemplos. Después, su autocontrol llegaría a causa de las críticas de la prensa: “Norma es una genia, un fenómeno, pero su comportamiento…”, eran algunos de los titulares de la época. Sin embargo, el peor castigo llegó en las vísperas de los Juegos Panamericanos.
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En el clasificatorio que había organizado la Asociación Argentina de Tenis, Norma le ganó a las diez mejores del ranking argentino y obtuvo un lugar para viajar como representante nacional en los juegos continentales. Allí apareció otra vez su carácter. “El último partido lo jugué contra Nora Somoza. En esa época, como ya no podía gritar, decir malas palabras, pegar pelotazos, ni romper raquetas porque me venían las sanciones de mis padres, empecé a pegarme con la raqueta en el costado de la pierna. Ese día fallé y me pegué un raquetazo en la canilla. Por supuesto no hice ni un gesto pero veía que el moretón iba saliendo como si fuese un huevo de avestruz. Termina el partido. Gano. Y el presidente le dice a mi papá que yo viajaba a los Panamericanos”. En aquel encuentro, su padre le negó el viaje a Norma aludiendo que así no se iba a portar si representaba a la Argentina. “Por más que pataleé, lloré, no hubo forma. Y creo que eso me curó”.Desktop
Baylon en figurita, una perlita de MercadoLibre.

Otra de las acciones que tomaron sus padres, antes de permitirle viajar a competir a Europa, fue que finalice sus estudios secundarios y los traductorados de inglés y alemán, idiomas que actualmente habla a la perfección y que le permitieron ser traductora en series Copa Federación, dictar cursos de arbitraje y hasta desempeñarse como jueza de línea en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. “Les estoy sumamente agradecida que no me hayan permitido viajar antes de terminar mis estudios. Siempre me decían  que lo que tenía dentro de la cabeza no me lo podría quitar nunca nadie”, aclara Norma quien fue la primera mujer en conseguir el Olimpia de Oro (1962).SCAN_20141007_21345451_002
Ropa de la marca «Fred Perry» hecha expresamente para Norma Margarita Baylon. También, la marca Dunlop le proporcionó raquetas personalizadas.

A lo largo de su brillante carrera, que transcurría en tiempos de amateurismo donde ninguna cobraba dinero –solo en el final de su recorrido tenístico logró negociar la paga de algunos viajes y pequeños premios-, Baylon alcanzó los cuartos de final de Roland Garros 1965, cuartos en Wimbledon 1964 y también estuvo entre las ocho mejores del US Open en 1965 y 1966. Además, fue finalista de dobles en Roland Garros 1964. Dentro de sus tantas victorias se destacan sobre la brasileña María Esther Bueno, Nancy Richey, Billie Jean King, Vera Sukova, Lesley Turner, entre otras.

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Ilustración de la brasileña Marías Esther Bueno. /Autor: Cristiano Siqueira.

Sin embargo, uno de sus partidos más recordados no quedo en el recuerdo precisamente por haberlo ganado, sino por la manera en que perdió frente a la mítica australiana Smith Court. Durante el Australian Open de 1965, Baylon estaba 5-4 y 40-30 en el primer set. “Tipico de Norma Baylon. Problemas de concentración. Mientras yo estaba esperando que una chica recogebolas me pasara la pelota, pensaba en la alegría de mis padres, en lo que iban a escribir en los diarios, en que me estaba portando muy bien en la cancha, en qué iban a decir todos los chicos con los que entrenaba, pensé tantas cosas que cuando la veo a Margaret del otro lado, la veía que temblaba. Entonces dije, Norma, lo único que te pido es que no hagas doble falta. Saqué con tanto cuidado que los dos saques picaron en mi cancha. Después perdí el partido. Esa noche creo que no dormí, solamente lloré”, relata con muchísimo humor Baylon que no juega hace varios años a causa de algunas operaciones de cadera que no le permiten disfrutar más del tenis dentro de la cancha, algo que igualmente no extraña.
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Margaret Court y sus trofeos. /Ph: Daniel Wilkins

En 1966, año en el que periodistas estadounidenses especializados la consideraron 4° del ranking mundial femenino, Norma decidió comenzar a dejar el tenis para dedicarse de lleno a su matrimonio y a formar una familia.

Casualmente, el medio para conocer a su ahora ex marido, el peruano Bartolomé Puiggrós, fue el tenis. A Baylon, que volvía muy cansada de una extensa gira que incluía Roland Garros, Wimbledon y el US Open, le ofrecieron que vaya a jugar el Abierto de Porto Alegre, en Brasil. Norma se negaba. Sin embargo, la Asociación Argentina de Tenis le dijo que si ella no iba, María Esther Bueno, por ese entonces 2° del mundo y que a lo largo de su carrera sería tricampeona de Wimbledon y cuatro veces campeona del US Open, no viajaría a jugar el Abierto de la República, el torneo más importante desarrollado en Buenos Aires. Después de haber negociado la paga del próximo viaje que incluía toda la gira del Australian Open, Norma aceptó y viajó a Brasil donde conocería a su futuro marido, también un ex tenista con el que viviría 25 años en Lima, Perú, y con quien tendría tres hijos que le darían siete nietos. “Mi sueño siempre fue formar una familia y tener hijos. Y con la mano en el corazón, lo mejor que me dio el tenis fueron mis hijos y ahora mis nietos”.
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Baylon y sus nietos.

EL PELOTAZO A BILLIE JEAN KING

“Billie Jean King no era de las mejores deportistas, refiriéndome como persona. Todo el mundo sabía que yo tenía problemas de concentración. En una final en Filadelfia (1964), la tengo set point en el segundo set y cuando voy a sacar me dice que espere un momentito porque se iba a limpiar los anteojos. Yo pensaba, Norma tranquila. Me preparo para sacar y me dice <Wait a second (Esperá un segundo)> y se ata los cordones de las zapatillas. Y cuando por tercera vez estaba por sacar le dice al árbitro <¿Cómo vamos?>. Eso ya fue el colmo y perdí el partido”.

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Norma y Billie Jean King, 12 veces campeona de Grand Slam y quien contribuyó a la igualdad de género.

A continuación de aquel match, Norma también jugaba la final de dobles, sobre pasto, donde enfrentaba a Rosie Casals y a la mismísima Billie Jean King, a quien le pegaría un pelotazo adrede. “Mirá, Helga (Schultze, su compañera alemana de dobles) voy a hacer algo que va a ser la primera vez en mi vida que lo hago conscientemente. Hasta que no le dé un pelotazo no cuentes conmigo…”, relata con vehemencia Baylon, sin dudas, indomable.

Fotos e información: «Historia del Tenis en la Argentina», de Eduardo Puppo y Roberto Andersen,

Audio completo de la entrevista radial:
Parte 1
Parte 2
Parte 3

Luis Pianelli y el arte de las cuerdas

20 Mar

Todo parece estar en sintonía para realizar la entrevista. Lugar cómodo, protagonista predispuesto, grabador en mano y la primera pregunta ya fue lanzada. Sin embargo, cuando Luis Pianelli comienza a contestar, uno de sus clientes, irrumpe en el container que sirve de espacio físico para que trabajen los encordadores. Es que el argentino Luis Pianelli es el encordador oficial del ATP de Buenos Aires, donde trabaja para Wilson. En aquel instante, Lukas Dlouhy irrumpe sin previo aviso en ese “bunker”, dentro del Buenos Aires Lawn Tennis Club. El tenista checo viene a buscar sus raquetas y está apurado, no puede perder tiempo, su partido de dobles está por comenzar. De un salto, y con extrema rapidez, Luis recoge las Prince del europeo y demuestra a sus aprendices cómo se trabaja.
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Sin embargo, toda historia tiene un comienzo, y para explicar la profesión de Luis Pianelli hay que remontarse a su infancia en Arroyo Seco, pequeña ciudad ubicada a treinta kilómetros de Rosario. Allí vivía y lo continúa haciendo. De chico, él jugaba al tenis y cortar el encordado de su raqueta era un trastorno para su madre, y al mismo tiempo, el disparador de su pasión. “Cuando cortaba los encordados, mi mamá me tenía que llevar la raqueta a Rosario. Llevarla, ir a buscarla; llevarla, ir a buscarla. Llegó un momento que se cansó y me dijo: “Luis, yo no puedo estar todos los días llevando las raquetas a Rosario”. Me trajo a Buenos Aires y me compró una máquina”, dice Pianelli, de 46 años, quien trabajó muchísimo tiempo como encordador oficial del equipo argentino de Copa Davis. Lo que no pensó su madre fue que todos aquellos que practicaban tenis en Arroyo Seco tenían la misma dificultad. Así nació el “encordador del pueblo”: “Primero empecé a encordar las raquetas para mí. ¿Pero qué pasó? En Arroyo Seco era el único que tenía la máquina. Entonces, todo el pueblo, cuando se enteró que la tenía, me empezó a dar las raquetas para no llevarlas a Rosario. A mí me gustó y lo empecé a hacer más profesional. Fui cambiando la máquina, me fui perfeccionando, me fui contactando con gente que tenía mucha más experiencia que yo”, narra Pianelli que aprendió el arte de encordar simplemente mirando.

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Día agotador para los encordadores durante el ATP porteño.

En 1997, mismo año en el cual se recibió de abogado, Pianelli decidió viajar a Roland Garros. Su interés no radicaba en ver a los jugadores desplazarse en el polvo de ladrillo, sino descubrir dónde se encordaban las raquetas. “La marca que encordaba en París, era Tecnifibre, donde yo conocía al dueño, al cual le había dicho que mi sueño era ser encordador de Roland Garros. Él me dijo que lamentablemente no me podía llevar porque en Argentina no se conocía su marca y él no iba a tener ningún beneficio en llevar a un argentino”.
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La Head de Djokovic durante el US Open. 57 libras ó 26 kilos.

Dos años más tarde, Luis cumpliría uno de sus sueños. Por la baja de un encordador de la marca francesa Tecnifibre, el argentino fue convocado y trabajó en su primer Grand Slam, Roland Garros. “Para un argentino, Roland Garros siempre es especial. Estaba nervioso y pensaba que como no me conocían, y me habían llamado casi de última, me iban a dar las raquetas del ranking 100. Sin embargo, la primera raqueta que me dieron fue la de Thomas Muster”, cuenta quien ahora ya lleva 14 Majors en sus manos.
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Luego de algunas respuestas, la entrevista vuelve a ser interrumpida. Un integrante del equipo de trabajo de David Ferrer acude al pequeño container a traer qué otra cosa: unas raquetas. Son dos Prince. Los dos ayudantes de Pianelli confirman con su jefe la tensión de cuerdas que utiliza el español: 57. Cada uno de ellos, en su máquina, comienza a encordar la raqueta del actual número 4 del ranking. “No, no, pará. Las de Ferrer uno cada uno no. Las de Ferrer uno solo porque puede ser peligroso”, le dice a Pablo, uno de los encordadores, quien había estado trabajando con las raquetas del tenista durante toda la semana. “Él le viene encordando siempre. Ahora, que en este partido le cambies, se va a dar cuenta. Tratamos que el encordador que lo hizo el primer día lo siga haciendo. Saaaalvo que esté jugando, y durante el partido le mande una raqueta, y ese encordador está ocupado. Ahí, el jugador lo va a entender porque fue un caso de suma urgencia”. Con estos gestos, Pianelli demuestra que allí se trabaja a su manera,  con su reglas. No es autoritario. Pero sí muy profesional con lo que hace. Nada está librado al azar. IMG_4189

La Prince de Ferru siendo atendida.

Quienes tampoco dejan nada librado al azar son los tenistas. Hablando de cuerdas, los animadores del circuito dedican una porción importante de su dinero en el encordado de su raqueta. Para empezar a entender este “submundo” dentro del tenis, hay que diferenciar las dos grandes clasificaciones que hay en encordados: monofilamento y tripa natural. La primera es sintética y es aquella que utiliza el 80% de los tenistas. La otra, tripa natural, proviene del intestino de la vaca y es el más costoso. Para entender su valuación hay que tener en cuenta que para fabricarlo se necesita el intestino de dos vacas y media, solo para hacer un encordado. Además de dos meses de fabricación. En contraste, el sintético lo hacen en apenas quince minutos. “En Argentina no existe la tecnología para realizar estas cuerdas de tripa natural. También creo que debe haber muy pocas fábricas en mundo, tres o cuatro”, comenta Pianelli.
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Pianelli junto a Grigor Dimitrov y las raquetas que utilizó el búlgaro durante la final de Acapulco. 

El segundo aspecto fundamental a la hora de encordar una raqueta es la tensión de las cuerdas. Según Pianelli, en el circuito ATP existe una tendencia a disminuir la rigidez del encordado. “Es muy notorio como todos están bajando la tensión en las raquetas. Hoy las cuerdas son mucho más duras. Antes, le ponían 60 libras; hoy le ponen 45 y la cuerda queda tensa. Ahora los materiales cambiaron mucho. Son más resistentes porque hay más potencia”.
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La maquina de Pianelli fue firmada por Roger Federer durante sus exhibiciones en 2012, en Tigre, Argentina.

Sin embargo, las excepciones a la regla existen. El caso más extremo es el del italiano Filippo Volandri quien ajusta sus cuerdas con apenas 22 libras, una gran gomera (?).  Otro que se anota dentro de los “anormales” es Juan Martín Del Potro que utiliza 58 libras, bien durita. “Tiene mucha potencia y quiere el encordado bien duro para poder controlar la pelota”, explica Pianelli sobre la anomalía del tandilense.
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«Pero que duro está el encordado, Juan», le dice el Papa. Este sí que sabe de todo (?)

La charla va terminando, pero desde el principio de la misma, Pianelli nunca soltó algo de sus manos. Muchas personas, a la hora de hablar, utilizan un elemento que lo ayuda a combatir los nervios, o tal vez, como método de concentración. En el caso de Luis Pianelli, el objeto distractivo que emplea mientras ejecuta sus palabras (con extrema puntillosidad) no puede ser otro que una raqueta. Durante la entrevista, el encordador no dejo de tocar la Wilson del periodista argentino Sebastián Torok. Sin embargo, él no la tocaba. Parecía acariciarla y recorrerla de memoria con el tacto. Como un carpintero reconoce con sus rugosas manos el mueble recién terminado, o un escultor disfruta de su moldeada cerámica, Pianelli también goza de su obra de arte, la raqueta.

EL TENIS POBRE Y LAS MÁQUINAS PORTÁTILES

“20 dólares”, dice un letrero fuera del container donde Luis Pianelli y su equipo trabaja. Ese es el precio por cada raqueta encordada. En el caso de los tenistas que transitan el circuito ATP, abonar esa suma, por lo general, no es impedimento. Bajando de categorías, es decir, en los Challenger y Futures, todo método de ahorro es bienvenido. Por ello, algunos jugadores deciden viajar con sus máquinas portátiles que ellos mismos manipulan.
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Manos a la obra para el burundés Hassan.

“Es muy común que los chicos en los Futures, por una cuestión de ahorrar unos pesos, estén con sus propias máquinas de encordar. No está mal. Hay hasta profesionales (refiriéndose a Top 100) que lo hacen: como Paula Ormaechea, y hasta hace poco, Leo Mayer y Horacio Zeballos”. Otro caso es el del burundés Hassan  Ndayishimiye (entrevistado por EfectoTenis) quien economizaba sus gastos de esta manera. Sobre la calidad de tensión y una posible disminución de calidad, Pianelli opinó: “Perder no pierden, porque se acostumbran a la raqueta que ellos encuerdan”.

#Agradecimiento especial para el periodista del diario La Nación, Sebastián Torok. Generosidad.

Christian Garin: triunfar y disfrutar bajo presión

17 Oct

“No hay que olvidarse de disfrutar, porque si no se disfruta este deporte, no vas a llegar a ningún lado”, es una de las máximas de Christian Garin. Entrenamiento, esfuerzo y pasión son las principales armas del juvenil chileno, aquellas que a los 17 años de edad, ya lo distinguen. “Me quedé con la sensación que pude haber hecho más”, dice el campeón de Roland Garros Junior tres días después de su derrota ante Guido Andreozzi (148°), en el Challenger de San Juan. El partido fue muy peleado, y Garin hizo un buen papel, quitándole un set al argentino, quien finalmente sería el campeón del torneo. Sin embargo, él todavía se reprocha, así es su personalidad.IMG_1000

La mesa es de cemento, la típica que se puede ver en una plaza. Esas que usan los viejos madrugadores para jugar alguna que otra partida de ajedrez, que les permite descansar del ajetreo que les demandó las bochas. Trasladarla es imposible. Ella está fija, y sus asientos también permanecen en el mismo lugar desde hace muchísimos años, en el Club Banco Hispano, de San Juan. En esta ocasión, la mesita redonda de concreto no tendrá a sus habituales visitantes: las migajas de las facturas o la yerba que se voló del mate, sino, un grabador, un anotador y los fornidos brazos del chileno Christian Garin.

En 2010, fue campeón de la Copa Davis Junior junto a sus compatriotas Bastián Malla y Sebastián Santibáñez. Al año siguiente, con 16 años y 119 días de vida, Garin se convertía en el chileno más joven en debutar en la Copa Davis. Esta temporada, la de despegue –sí, con solo 17 años-,  consiguió su primer triunfo ATP, al vencer a Dusan Lajovic, en su tierra, en Chile, Viña del Mar. Unos meses más tarde, el plato grande llegaría en París, donde ganaría Roland Garros Junior.
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Emilio Gómez: «A él lo va a molestar la prensa en Buenos Aires, si éste es el futuro del tenis en Sudamérica».

“La gente está esperando que algo pase con el tenis chileno”, comenta Garin, que durante esta temporada tuvo que habituarse a lidiar con la prensa y la presión de un país acostumbrado a los éxitos tenísticos, y que no entiende de esperar tiempos de maduración. “En mi caso ha sido un poco difícil porque como en Chile ya no hay tenistas como Marcelo (Ríos), Fernando (González) y Nico (Massu), la gente se acostumbró un poco a los logros de ellos y ahora que no tengan a nadie es difícil. Quieren que a mí me vaya bien, y como últimamente me ha ido bien, me exigen más. Pero entiendo, a lo mejor se acostumbraron a algo difícil”, expresa con tranquilidad a EfectoTenis el 4° jugador del ranking ITF y 404° del profesional.
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Wally Grinovero -parte de su equipo de trabajo, liderado por el argentino nacionalizado chileno, Martín Rodríguez- comentaba que Garin no estaba quemando etapas de maduración, sino que él va muy rápido y las supera constantemente. Por ello, a medida que sus logros se suscitan con extrema velocidad, Garin debe afrontar nuevas responsabilidades que atentan al goce del deporte.  “Soy chico, tengo 17 recién, he vivido muchísimas cosas que me han marcado este año. Tengo un equipo que siempre me ha dicho las cosas malas y buenas, y por suerte son más buenas que malas y estoy tratando de mejorar. Lo importante creo que es disfrutar, y este año se me ha hecho más difícil, y he dejado de disfrutar un poco, en el sentido de que tengo que empezar a hacer otras cosas. Voy bien y quiero seguir igual: entrenado de la misma manera, disfrutando y aprendiendo”.

En 2013, durante el ATP de Viña del Mar, que enmarcó la vuelta al circuito de Rafael Nadal después de siete meses de inactividad, el español quedó impresionado con las capacidades de Garin. “Lo principal es que él se rodee de gente que le aporte cosas positivas, que le aporte buenos ejemplos”, decía el número uno del mundo en conferencia de prensa, y anticipaba su próximo movimiento. Esta misma temporada, Nadal decidió alejarse de IMG, la empresa que lo representó desde los 16 años, y creó, junto a Carlos Costa (ex Top 10), su propia compañía, Goramendi. Las palabras de Rafa no fueron casualidad, después de Viña del Mar, Garin se sumaría a las filas de Carlos Costa. Para el chileno significó un gran paso donde él se desliga de responsabilidades como la firma de contratos y la búsqueda de WC. Además, Garin cuenta que no todo es tenis y que ellos también lo ayudan a mejorar en el trato con el periodismo y como persona.

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La clave del éxito de Nadal y Costa (?)

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Otro de los beneficios de Garín al unirse con Carlos Costa (también trabaja con Joan Suasi, quien está junto a Juan Mónaco) ocurrió en el último US Open donde entrenó en varias ocasiones con Nadal.  “Los entrenamientos con él son serios. Cuando entra a la cancha su seriedad es como la del partido. Obviamente me saluda, me pregunta cómo estoy, o algo así, pero no más de eso”. Y agrega: “La actitud que tiene no la he visto en nadie. Luchar cada punto, ser tan metódico con todo, es difícil pero también es un ejemplo. Creo que todo tenista del mundo quiere tener la actitud de él”.
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La admiración…

SU INOLVIDABLE ROLAND GARROS
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“Llegué jugando muy bien y en mi mejor nivel. Pasaron todas las cosas buenas en esa semana, me tocó con los tipos buenos en seguida porque yo no había jugado junior y estaba sin ranking. Esa semana me marcó mucho el año. En Chile, me había ido bien pero también esperaban a que yo ganara algo más importante. Me marcó mi carrera como junior y me voy a acordar siempre de esa semana. Me dio tranquilidad y en durante esos días me demostré que me gusta mucho el tenis y que quiero seguir compitiendo”.

Francisco Bahamonde: “Hoy en día, nuestro mejor amigo es la raqueta”

1 Oct

Su mirada no es penetrante. Está ausente. No hay contacto con los ojos del expectante entrevistador, que en este caso, soy yo. Sus pupilas buscan el horizonte del Rincón Club, barrio cerrado de la ciudad de Neuquén donde se disputa el decimoctavo Future argentino de 2013. Tal vez, la razón de evitar el contacto visual es la reciente derrota –en su primera semifinal profesional- que todavía atormenta su mente extremadamente competitiva. Francisco Bahamonde, de 16 años, responde al cuestionario de manera sólida, seguro de sí mismo, confiado de sus palabras. No hace pausas, no titubea, declara como un curtido tenista que carga con millonadas de agobiantes conferencias de prensa. En la cancha no es muy distinto. Bahamonde, que no solo se destaca por su tenis sino también por su frondosa y rulienta cabellera, se mueve con seguridad en el polvo de ladrillo. Su carácter es lo que lo distingue.
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-¿Qué hacemos hoy a la noche?
– Tranqui. Compramo’ uno’ ferné’ para la previa y después vamos a bailar.
Podría ser una conversación entre dos chicos de dieciséis años durante un sábado a la tarde, el momento perfecto para planificar la noche. Francisco Bahamonde es distinto al común de los pibes de su edad. Lejos, de su mente, está tomarse unos vasitos de la bebida cordobesa. Más lejos aún quedó ser un alumno regular del colegio secundario. Para el juvenil mendocino, la solución es rendir libre, sin asistir a clases. Su uniforme no es una camisa, una corbata y un pantalón gris, con ruedo, para que dure más. Su uniforme es otro: las zapatillas naranjas, bien percudidas por el polvo de ladrillo, jogging o short y una remera deportiva de manga corta. Su cartuchera es un raquetero. Sus lapiceras son raquetas. Sus tareas son pegar doscientos drives cruzados, cien reveses paralelos y hacer dos canastos de saques. Las excursiones no son salidas a tediosos y monótonos museos, son viajes a Roland Garros o Wimbledon. Sus frustraciones no son llevarse materias a diciembre o marzo, es quedar eliminado rápidamente de una competencia. Panchito, como lo llaman los más cercanos, vive la vida del estudiante del tenis que busca graduarse lo más rápido posible, es decir, insertarse en el profesionalismo.IMG_0653

“La vida de un tenista no  es normal. Son muchos los fines de semana y días que estamos fuera de casa, uno se acostumbra a estar todas las semanas compitiendo.  Creo, que hoy en día, nuestro mejor amigo es la raqueta porque es con la que más tiempo pasamos”, dice Bahamonde exhibiendo una tonada propiamente mendocina, donde reemplaza las «y» por erres.

Minutos antes al comienzo de la entrevista, Panchito habla por teléfono con sus padres. Luego de cortar, le comunica a Rodrigo Scattareggia -parte de su equipo, que es comandado por su entrenador, Ivan Rudich- que están apurados porque en unas horas sale el vuelo que los llevará de vuelta a Mendoza. Así es la vida de este adolescente, que con solo dieciséis años tiene un frondoso kilometraje y un vasto conocimiento de aeropuertos y terminales de ómnibus. “Es todo muy duro, no solo se extraña la familia, sino a los amigos, estar en tu casa, la comida que te hace tu mamá, no es lo mismo comer todos los días en restaurantes», dice el juvenil que comenta estar acostumbrado a este tipo de vida.
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El armado del bolso, una de sus rutinas.

Además de obtener su primera semifinal profesional en el Future de Neuquén, Bahamonde realizó una excelente temporada en el circuito junior. Actualmente, el fanático hincha de San Lorenzo de Almagro ocupa el puesto 71° en el ranking ITF. Algunos meses atrás participó de la gira europea donde compitió en las clasificaciones de Roland Garros y Wimbledon. Dejando de lado los resultados -en ambos Grand Slam cayó en la segunda ronda de la qualy- viajar y respirar el aire de estas grandes citas es una descomunal experiencia. “Fue algo emocionante. De chiquito, el primer torneo que se mira es Wimbledon porque uno dice: ‘Mirá, es pasto. Mirá que raro eso’. Sobre todo para los argentinos que ven el pasto e imaginan fútbol. Fue algo increíble compartir el día a día con los que veo todo tiempo en la tele. Me dio una gran experiencia, y creo que se está viendo reflejado en los resultados que estoy obteniendo”, enuncia Bahamonde quien cuenta con el apoyo económico de la Secretaría de Deportes de su provincia y del Gobierno de Mendoza, factores esenciales -que no abundan- para el desarrollo de la carrera de cualquier joven tenista que comienza a competir.
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En el Court Central del All England viendo a su coterraneo, Martín Alund, y David Ferrer.

Estableciendo una comparación entre juniors sudamericanos y europeos, el pupilo de Ivan Rudich, señala las principales diferencias: “Ellos tienen un grupo más amplio de jugadores. En cambio, en Sudamérica somos pocos los que podemos ir y pelearle de igual a igual. Por otro lado, allá cualquier europeo tiene un nivel muy alto ya que están todo el año compitiendo entre ellos. Ellos juegan 25 torneos al año, nosotros solo vamos seis semanas”. Y agrega: “Cuando un europeo pierde, se toma un tren y en una hora está con su padre, con su madre, le lavan la ropa, se come un asado con el viejo y sale a jugar. En cambio, vos te quedas toda la semana entrenando, viendo al jugador que te ganó, pagando hotel, todo. Pero bueno, creo que en ese momento es cuando hay que ser más fuerte para demostrar que realmente lo que uno quiere es jugar al tenis. Esas son las situaciones en las que uno se decide, y dice, me la voy a bancar porque sé que después van a venir cosas mucho mejores”.
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Las buenas notas para Francisco llegaron. El boletín no es más que sus exitosos resultados durante la temporada 2013. A pesar de no estar en la escuela, el reconocimiento es similar al de ser abanderado o escolta en una fecha patria. Panchito es segundo escolta en el podio de los Juegos Sudamericanos de la Juventud, en Lima, Perú. En su pecho, celeste y blanco, y exhibiendo una amplia sonrisa, cuelga la medalla de bronce.
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EL DESPEGUE DEL TENIS MENDOCINO

«Se ha instalado el espíritu de la competencia, que antes no era así. Mendoza no era un lugar fuerte tenísticamente hablando. Pero ahora, con el impulso que dio Martín (Alund), estando dentro de los cien mejores del mundo, creo que hay varios chicos que hicieron buenas actuaciones. Después, lo mío parece que ha sido un buen impulso y también lo de Manu (Peña López) que la está rompiendo. Es muy bueno para los chicos que vienen de abajo ver un referente y sentir que no están tan lejos. Además, nos ven todo el día entrenar, estamos constantemente con los chicos, y sobre todo, la Academia de Mendoza está trabajando muy bien”.

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El gobernador mendocino, Francisco Pérez, junto al secretario de Deportes, Marcelo Locamuz, durante la en la exhibición del chileno Fernando González y Juan Martín Del Potro. Además, Gustavo Fernández, Martín Alund y Francisco Bahamonde.