El regreso fue arriba de un camión

16 Nov

La espera en la ostentosa (?) terminal de ómnibus de la ciudad de Azul no es habitual. El micro de la empresa Plusmar  (obviamente no es PNT) debería haber llegado hace diez minutos. La impuntualidad, una recurrente cualidad en los argentinos, llamativamente no es un hábito en los micros de larga distancia. Impaciente, me dirijo a la oficina de la compañía que tenía que recorrer 300 kilómetros para llevarme de vuelta a la Ciudad de Buenos Aires, luego de cubrir la 19° etapa del Tour Profesional de la Asociación Argentina de Tenis celebrado en el Club de Remo de Azul.

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– Disculpame, ¿sabés qué pasó con el Plusmar de las 15:20 que va a Retiro?
– Hoy no sale ningún Plusmar – responde el cincuentón hombre desde atrás de la ventanilla.
– Mirá, te muestro el ticket.
– Ah, sí, te lo imprimieron mal. El tuyo se fue hace diez minutos. Era el violeta, el Jet Mar. Se equivocó la empresa de interné, pibe.
– ¿Y cómo lo podemos solucionar?
– No es nuestra responsabilidad.

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La Catedral de Azul.

Haciendo malabares al cargar una mochila, un bolso donde está mi ropa, un diario La Nación que lucía la trágica tapa de los atentados en Francia y una botella de agua recalentada, me acerco a otra ventanilla. Allí me explican que, en estos casos, la única forma de alcanzar al bendito micro violeta es tomarse un remis hasta el peaje de Parish, pueblito ubicado a 40 kilómetros de Azul. Ellos, haciéndome una gauchada y nunca asumiendo el error, llamarían a la oficina del peaje para que le comuniquen al chofer del ómnibus que un pasajero estaba en camino y que lo esperaran diez minutos.

“Dale, pibe, metele que no llegás”, fue el amistoso y motivador consejo del azuleño. A metros de distancia, un destartalado y abollado Renault 12 plateado me esperaba. Ofuscado por el pensamiento lateral de por qué La Nación hace su periódico tan grande, le explico la situación al remisero. Sentado en una silla que dejaba ver los pedazos de goma espuma amarilla, el canoso hombre argumentaba que a más de 90 kilómetros por hora no podía ir.  Puteo, pero vislumbro la llegada de un modernoso Volkswagen y no dudo un segundo en romper el acuerdo con el dueño del obsoleto auto.

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A 130 kilómetros por hora, la denominada Ruta Nacional (de la muerte) N°3 es el lugar propicio para entablar una amistad con Pucho. El intrépido remisero tiene 73 años. Durante 36 trabajó como camionero. A los 55, cuando se jubiló, decidió comprarse un remo, como él llama a su herramienta de trabajo, para acompañar el ingreso de su jubilación. La ruta es su terreno y lo conoce a la perfección. Escondiendo su mirada detrás de unos oscuros anteojos de sol, Pucho escucha con atención mi historia y también cuenta la suya. Pasaron veinte minutos y después de una curva cerrada veremos el peaje y al bendito micro violeta. Yo no lo encuentro. Pucho tampoco. El ómnibus no está. Jamás esperó.

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Con el auto aún en movimiento apoyo mi pie derecho en el caluroso asfalto. La rueda trasera derecha del remo de Pucho sigue girando e impacta en mi tobillo. Por suerte se detiene y no lo aplasta. Algo preocupado, pero con la aspiración de alcanzar el micro, cruzo la ruta y camino al trotecito hasta la oficina. Explico la situación. Un empleado que lucía un chaleco amarillo me comunica que ellos le avisaron, pero el chofer no esperó. “Capaz nos dijeron mal el número de coche”, explica. Decidido a aclarar los tantos, Pucho baja de su Volkwagen. El empleado, fluorescente por su vestimenta, lo reconoce y ambos se abrazan. Son vecinos. Viven a la vuelta.

– Pucho, ¿sabés qué podemos hacer? Llamo a la policía caminera de Cacharí y le digo que frenen a este micro violeta y que te esperen – explica el del peaje señalándome, mientras llama al puesto de control montado a 18 kilómetros de distancia.
– Gracias, querido. Vamos, pibe. Subí adelante – me dice con tono de abuelo que le da una nueva libertad al nieto.

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A toda máquina seguimos abriendo camino. Sobrepasamos varios camiones y autos hasta que llegamos a otra curva que decidirá mi suerte, si es que, a esa altura, podemos aseverar la existencia de la misma. Un frondoso bosque impide ver al puesto de control de la pequeña localidad bonaerense. Al pasar el conjunto de árboles no evidenciamos ningún rastro de un ómnibus violeta. El micro no está y, a esa altura de la tarde, ya no sé qué hacer.

Pucho toma el mando de la situación. Me indica que espere en el auto. Él baja a charlar con los uniformados (?). Unos pocos minutos después vuelve y me explica mis dos posibilidades. Una es volver a Azul y tomarme el próximo micro que pasa a las ocho de la noche y es el denominado “lechero”, es decir, aquel que se detiene en todos los pueblos a subir y bajar pasajeros. La otra opción es que los policías me consigan un alma caritativa que me acerque a destino. Mientras evalúo la alternativa de subir al auto o camión de un desconocido, por el rabillo del ojo observo que los policías ya estaban deteniendo el tránsito.

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En el puesto de control de Cacharí.

“Vos ya sabés donde encontrarme. Estoy todos los días en la terminal. Cuando vuelvas a cubrir un torneo de tenis nos comemos un asado”, me dice Pucho y nos abrazamos brevemente. Con el bolso, la mochila, el diario La Nación y el agüita en mano espero al costado de la ruta. Después de tres negativas, el cuarto camión frena en la banquina. Al trotecito me pongo a la par, saludo desde lejos a los caritativos “canas” y abro la puerta del enorme Ford Cargo blanco. A Capital Federal volveremos a dedo.

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La espera en el remis.

……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………- Soy Hernán y ¿vos?
– Julián, ¿cómo va? Gracias por llevarme, viejo.

Hernán tiene 30 años y es de Moreno, localidad del oeste bonaerense. Después de unos minutos de charla, me doy cuenta lo prejuicioso que he sido con el rubro de los camioneros a los que erróneamente había imaginado y catalogado. Hernán, que mensualmente hace 17.000 kilómetros y trabaja dieciséis horas por día, no se come las eses, no putea, su vocabulario es amplio y, por lo que enamoradamente cuenta, no engaña a su mujer. La conversación fluye. Durante las tres horas de viaje recorreremos los detalles de su mundo: desconocido e impensado para mí.

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Hernán y una tarde soleada.

El modernoso camión que en once meses de vida caminó 164.000 kilómetros, todos los días realiza el mismo recorrido en el cual lleva 30.0000 kilos de piedra.  De Moreno a Olavarría. 700 kilómetros diarios para ir a buscar piedra a la principal cantera de la ciudad situada en el centro de la Provincia de Buenos Aires. La rutina podría volver loco a cualquiera, pero a él, su trabajo le encanta. “Te tiene que gustar, sino fuiste. Son dieciséis horas viajando por día. Arriba del camión no tenés vida, pero para mí, la vida es esto”, me cuenta mientras maneja y ceba unos mates dulces. “Me gustan los fierros, la calle y ésto es la calle… Ni en pedo podría estar en una oficina. De hecho, muchas veces no vuelvo a casa por tres días”, explica Hernán.

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Desde los quince años que está arriba de un camión. Primero fue ayudante de su primo, después empezó a hacer algunos viajes como chofer. En el 2003 se compró su primer truck, un rastrojero que no tenía ni motor, pero que, dándose un poco de maña, lo pudo arreglar. A partir de ahí siempre fue progresando e invirtiendo en un mejor vehículo. Desde enero, cuando financió el Ford Cargo, él  es su propio jefe. Eso lo hace feliz.

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En nuestro trayecto, Hernán analiza su vida conmigo, como si fuese su psicólogo. Por mi parte aprovecho a hacer lo mismo. Ambos sacamos conclusiones, hasta que un camión nos pasa a toda velocidad por el carril contrario y por poco no choca con otro que venía de frente (está filmado en el video). “Esto pasa tres veces por día”, dice y me explica por qué la Ruta Nacional N°3 es denominada la “ruta de la muerte”.

La mayoría de los pesados vehículos que transitan la autovía cargan miles de kilos de piedra o cemento. Muchos de los choferes, por hacer unos “mangos” más, se exceden de los 45.000 kilos que cada camión tiene permitido. El sobrepeso erosiona la uniformidad del asfalto, lo que genera desniveles, un potencial causante de accidentes. Además, para no dañar “la máquina”, los choferes van más despacio  y, de esa forma, es imposible para los autos pasar los incontables camiones que se acumulan. En el afán por conseguirlo, los cálculos en las distancias fallan.

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Dejando atrás todas las (muchas irreproducibles) anécdotas, el atardecer sirve de despedida. Llegamos a la rotonda de Cañuelas, donde mi hermano me pasará a buscar por una estación de servicio. El saludo promete un nuevo encuentro. Sin embargo, a la historia le queda un breve capítulo más.

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Al bajar del altísimo camión que reemplazó al micro violeta, a unos metros de distancia las luces y la música dominan la escena. “¿Qué pasa acá?”, le pregunto al playero, que me explica que hoy es la “Fiesta del Dulce de Leche”. Sin lugar para la sorpresa espero al costado de la puerta del bar. Aún con el diario en mano, un fornido hombre entra y se sienta a tomar un café. Su cara me es conocida. Me acerco, lo miro con detenimiento y confirmo las sospechas. Estoy frente al “Rey de la Carne”. El mediático Alberto Samid, reconocido empresario frigorífico, quiere cerrar el diario de viaje. A esta altura de la tarde, lo único que pido es que llegue mi hermano y, sobre todo, que no aparezca Mauro Viale (?).

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Samid y una toma digna de un paparazzi.

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La selfie de despedida.

Pedaleando hasta el Challenger de Buenos Aires

9 Nov

Beneficiados por ser vecinos de El Clú (Triunvirato 6385), sede del Challenger de Buenos Aires, nos subimos a la bicicleta y pedaleamos hasta llegar al predio del barrio de Saavedra.  El torneo que integra la segunda categoría del profesionalismo se disputa del 7 al 15 de noviembre y reparte 50.000 dólares en premios más hospitalidad para los jugadores. Como suelen enfatizar los conductores de los programas de «alto riesgo», donde suelen hacer huevadas (?) y salir lastimados, desde EfectoTenis también recomendamos no realizar algunas de las (ilegales) maniobras que podrán ver en el veloz recorrido. No estamos orgullosos de corromper las leyes de tránsito, pero el poco sentido de la ubicación reclamaba tomar algunos atajos.

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Además del viajecito en bicicleta y la recorrida por adentro del club, el uruguayo Martín «Bebu» Cuevas, hermano de Pablo y participante de la clasificación, prueba jugar al tenis con la aventurera GoPro en su frente. Como para aseverar que estamos ante una superproducción (?), el santiagueño Marco Trungelliti se anima a demostrar que en vez de dormir la siesta en su ciudad, él hacía magia con su raqueta. Vení, subite al caño, al volante o a los pedalines que te llevamos a disfrutar del mejor tenis.

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Volver al futuro del tenis

22 Oct

Subiendo a la ola retro de la afamada trilogía cinematográfica de “Volver al Futuro”, aprovechamos la conmemorativa fecha en la cual el profesor Emmett Brown (Christopher Lloyd) y Marty McFly (Michael J. Fox) viajaban 30 años al futuro. A bordo del mítico auto DeLorean, que funcionaba como máquina de tiempo, el excéntrico “Doc” y el multifacético McFly arribaban al 21 de octubre de 2015 con el objetivo de cambiar algunos hechos determinantes en la “futura” vida de los hijos de Marty. En cuanto al tenis, en 1985, año en el cual se encontraban los protagonistas de este film, Ivan Lendl lideraba el ranking; mientras que a nivel local, Martín Jaite era la raqueta número uno de Argentina y Gabriela Sabatini ganaba su primer título WTA. Con aires de nerds oportunistas (?), en EfectoTenis proponemos hacer un viaje en el tiempo. Algunos jugadores de esa época retroceden en el calendario para imaginar el presente. Vamos, Doc, arranque el DeLorean que hoy peloteamos con el pasado.

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Autos y skates voladores, zapatillas que ajustan sus cordones automáticamente, mini pizzas que se convierten en grandes de muzzarella fueron algunos de los presagios que finalmente no se cumplieron en la segunda película de “Back to the Future”. Robert Zemeckis, director del largometraje estrenado en 1989, acertó en muchos de los adelantos, pero en otros su imaginación voló más alto que la tecnología. Si el creativo Zemeckis hubiera elegido como parámetro al tenis, ¿habría vaticinado este presente? No lo sabremos.

El uso de la tecnología para verificar los piques a través del ojo de halcón, las avanzadas raquetas que recogen las estadísticas de los golpes, el techo retráctil y la luz artificial en el Court Central de Wimbledon, un Top-Five japonés como Kei Nishikori, los pantalones capri de Rafael Nadal (?) (ahora antiguos) o la rapidez con la cual se juega parece algo normal, pero treinta años atrás quién lo hubiese pensado. Marty McFly y el “Doc” Brown estuvieron ahí, o mejor dicho aquí, ahora, pero evidentemente tenían cosas más importantes que ponerse a ver cómo la pequeña pelota amarilla pasaba la red.

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Federer y el ojo de halcón.

Por aquel entonces, a nivel mundial, el tenis era liderado por el checo nacionalizado estadounidense, Ivan Lendl, que durante 1985 ganaría 11 títulos ATP, incluído el Abierto de los Estados Unidos y el Masters de fin de año. A nivel nacional, Guillermo Vilas y José Luis Clerc habían transitado sus grandes momentos de gloria y el recambio generacional abría una nueva era: la “post- Vilas”. El líder de esta camada fue Martín Jaite, actual director del Argentina Open, que llegó a ser 10° del mundo en 1990. Por 1985, aquel ruliento Jaite terminaría la temporada como número uno de Argentina y 20° del ranking ATP.

En la rama femenina, Martina Navratilova y Chris Evert dominaban el circuito. También en 1985, Gabriela Sabatini, con tan solo 15 años, conseguiría su primer título WTA, el 18 de octubre, en Tokio, Japón. Además finalizaría la temporada como 12° del mundo, todavía siendo una adolescente.

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Otro de los argentinos que despuntaba en aquella década, era Javier Frana, quien terminaría 30° del ranking ATP en 1995. Según el medallista olímpico en Barcelona 1992, durante aquellos años existían notables diferencias entre los jugadores de cancha rápida y los de lentas. El tour daba lugar a la aparición de especialistas en una superficie. En el presente, la mayoría de los Top 100 son tenistas versátiles, que se adaptan al suelo donde les toca apoyar sus zapatillas. “Por 1985, aquellos que tenían mucha visión empezaban a descubrir que con un solo golpe no iba a ser suficiente. En aquella época, tal vez los jugadores se caracterizaban por tener un golpe determinante, ya sea el saque o el drive. Coincidía con una etapa donde las superficies y la forma de jugar estaban muy marcadas. Eran extremadamente rápidas o más lentas sobre polvo de ladrillo. La poca tecnología de aquel momento hacía que las pelotas sean más pesadas y no podían neutralizar la humedad del ambiente o del ladrillo. Todo se hacía más lento. Era un circuito mucho más marcado, estaba el de cancha lenta y el de cancha rápida. Era muy distinto. En un cuadro sabías que tenías jugadores que en polvo de ladrillo no podían ni caminar porque se tropezaban; en cancha rápida había tenistas que la tenían que parar con la mano porque no podían jugar en superficies tan veloces. Eso se fue achicando”, le dice Frana a EfectoTenis.

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https://soundcloud.com/julian-polo/javier-frana-y-los-cambios-del-tenis

El encargado de avispar al actual comentarista de la cadena televisiva ESPN fue su entrenador de aquel entonces, Jorge “Chino” Gerosi, quien percibió un futuro más veloz y físico. “Él veía que la clave pasaba por manejar las superficies más rápidas, y que la parte física también iba a ser un factor determinante. Creo que no se disparó tanto como se podía llegar a pensar, se creía que la potencia iba a ser excluyente y aquellos que pegasen más fuerte iban a tener una ventaja insalvable con el resto, algo que después, afortunadamente, no terminó pasando de una manera tan marcada”, manifiesta el analítico y siempre didáctico Frana.

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Mano a mano con «Su Majestad». ¿Hubiese imaginado entrevistar al mayor ganador de Grand Slam de la historia?

Como mencionamos anteriormente, el gran hito de su carrera ocurrió en los Juegos Olímpicos de Barcelona, celebrados en 1992. En la multicultural ciudad española conseguiría la medalla de bronce en dobles, junto a Christian Miniussi. Justamente Minu, mano derecha de Jaite en  la organización del ATP de Buenos Aires, opinó sobre estas modificaciones: “Se ha hablado mucho de cuánto cambió la velocidad del juego, que el tenis es mucho más físico que táctico, que se juega mucho más rápido y es difícil ir a volear por la velocidad que te impide definir el punto en la red. Otro de los aspectos que ha cambiado considerablemente es la devolución del saque”.

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Frana y Miniussi de bronce.

Emulando a Michael J. Fox, Frana no se achica y también decide tomarse la licencia de viajar en el tiempo. Si hubiera estado a bordo del DeLorean en aquel 1985, el santafesino de 48 años no habría tomado nada material, pero sí la sabiduría construida en este período: “Por sobre todas las cosas, lo único que podría llegar a traer, tenísticamente hablando, es la sabiduría que se va ganando con los años, el entendimiento del juego, que después te hace madurar y crecer. Básicamente hubiese agarrado eso y no tanto las cuestiones técnicas. La sabiduría que vas logrando con los años y con los errores que te van permitiendo la evolución. En este caso, el que se equivoca menos y quien se adelanta más a los problemas o a la búsqueda de las soluciones saca una ventaja”. Mientras que en relación a la vida cotidiana agrega: “En el día a día, todo tiene más que ver con la sabiduría que con otras cuestiones. Afortunadamente, uno ha tenido una vida muy buena, pero a la vez muy terrenal, fácil, tangible y alejada de excentricidades y con cosas que poco tienen que ver con las raíces de uno”.

El famoso 21 de octubre de 2015 finalmente llegó. El pasaje que nos vendieron en “Volver al futuro” ya caducó. El tren ya pasó y el futuro se convirtió en pasado. El presente es todavía más sorprendente que el exhibido en Hill Valley. La realidad supera a la ficción, así dicen.

EL MOTIVADOR MENSAJE DEL DOC

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Amanecer diez años atrás

13 Oct

Amanecer con la pulsión de escribir es algo que hay aprovechar. Aún con los ojos hinchados y lagañosos, llamativamente la mente está llena de creatividad. Las ideas están acomodadas: párrafo por párrafo, oración por oración. Desenredarse de las todavía tibias sabanas que me arroparon durante cinco horas de profundo sueño es el desafío para alcanzar la computadora. Por suerte está cargada. Son las primeras horas de un feriado -día hecho para darle forma al colchón y a la almohada- y todo ocurrirá desde la cama, que mantiene la temperatura perfecta.

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Escribo y la mañana se asemeja muchísimo a las que experimentaba diez años atrás. La memoria emotiva está a flor de piel. Hoy, mi mente es un cajón de recuerdos que encontró la llave para dar rienda suelta a los ahora popularmente conocidos throwbacks.

Como decía, este vespertino momento es un calco de cuando, a los 11 años, me levantaba a ver la televisación satelital de un torneo de tenis que a muy pocos le interesaba. Desde latitudes completamente diferentes, jugadores poco conocidos eran mis compañeros de sillón. La voz y los conceptos del periodista Guillermo Salatino me mantenían alerta, mientras una lágrima hecha con Maltifé (nunca más suave e inocuo) inundaba mi infantil e inexpirementado paladar.

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Dejando en un segundo plano el análisis de la extraña situación que recordaba, la intuición me movilizó. Bajé a la cocina e intenté recrear esa rutina del pasado que tanto había disfrutado en la pubertad. Pero, rápidamente, la tecnología me cacheteó un par de oportunidades y me trajo otra vez al presente.

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El 29 pulgadas, ahora disponible en Mercado Libre.

El agua para mi Maltifé (ahora un masculino cortado y con verdadera cafeína) es hervida por una pava eléctrica que no chifla, no necesita gas, ni tampoco un fósforo. El ancho televisor 29 pulgadas que pesaba una tonelada no está. Fue sustituido por un delgadísimo LCD de ¡42! pulgadas que reproduce imágenes en alta definición. El diario todavía está, pero ahora mi infaltable compañero es el smartphone que no deja de vibrar para notificarme todo lo que ocurre en la esfera virtual que me rodea. Salatino, ajeno al paso del tiempo, sigue del otro lado, pero sus conceptos ya no me sorprenden demasiado. Las cosas han cambiado o no tanto. Sigo siendo un fanático del tenis, pero ahora menos pasional y más analítico. A pesar de todos los anclajes con esta nueva era, el dejavú lucha y continúa unos minutos más. Dejalo un rato, total nadie se dió cuenta.

NUEVA SECCIÓN

Sin otra razón que la satisfacción personal emprendemos esta nueva sección en EfectoTenis que traerá al presente momentos del pasado. A partir de disparadores gratamente impredecibles abriremos el raquetero de los recuerdos, donde las memorias del tenis están en movimiento.

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Las mellizas colombianas

6 Oct

A simple vista ya hay algo extraño. Ellas dos son idénticas. Resulta imposible saber cuál es cuál. La ropa es la misma, sus cuerpos y rostros pareces clonados, e incluso sus gritos de arenga tienen el mismo calibre de voz. “Vamos Manita”, le dice una a la otra. No podía ser de otra manera, éstas chicas son mellizas y no intentan diferenciarse en absoluto. En el partido de dobles por los cuartos de final del Women’s Circuit de San Carlos Centro, las hermanas colombianas Pérez García no pasan desapercibidas. María Paulina y Paula Andrea (sí, hasta los nombres son similares) explican cómo es ser mellizas y compañeras de circuito al mismo tiempo. Un mundo muy peculiar donde difícilmente una pudiera vivir sin la otra.

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María Paulina (arriba) y Paula Andrea.

“Mira, ella tiene piercing, un lunar y pelo rubio”, dice María Paulina, que intenta explicar las grandes (?) diferencias físicas que existen entre una y otra. A pesar de que están calcadas a causa de los misterios de la genética, en la personalidad dicen ser muy diferentes. “Ella (Paula Andrea) es más entrona, más arriesgada, más todo. Yo soy más seria. Ella es la que hace los amigos y después yo me meto”, aclara María Paulina, la melliza más grande, que le lleva tan solo sesenta segundos de adultez. “Ella es la que manda con la plata, la que dice qué hacer y cómo se hace. Esa es María Paulina”, responde Paula Andrea, la menor. “Yo soy la más grande, pero ella siempre es la mandona. Cuando se trata de responsabilidades me toca a mí”, remata la mana –abreviatura de hermana, come ellas se apodan- “responsable” sobre la autodenominada “loquita”. Si están mareados con los nombres, ésto recién empieza (?).

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Ambas tienen 19 años y son de Barranquilla, Colombia. María Paulina es 850°del ranking WTA, Paula Andrea 1249° del mundo y como profesionales obtuvieron dos títulos de doble juntas. El comienzo de esta particular historia de hermanas tenistas fue un tanto fortuito. Ninguno de sus padres esperaba dos criaturas en el vientre de su madre, la habitación solo estaba preparada para una. Las mellis fueron una sorpresa. “Ellos ni sabían. Pensaban que era una. En un accidente, mi mami se chocó la barriga. Entonces fueron al médico y mi papá se desmayó cuando se enteró que eran dos”, relata Paula Andrea. Y sin tomar un respiro continúa: “Somos el segundo matrimonio de los dos. La primera esposa de mi papá no podía tener hijos y le echaban la culpa a él diciendo que era infértil. Después se casó con mi mamá y no le creían que eran sus hijos, pero salimos exactamente igual a mi papá”.

Como es habitual entre hermanos, las peleas son diarias. Obviando este inevitable inconveniente, la compañía de un familiar durante el masacrante circuito tenístico es un beneficio con el que muy pocos cuentan. Una excelente oportunidad para combatir la soledad. “Peleamos todo el día, por estupideces, pero lo importante, como viajamos juntas no estamos solas. Por lo general, la mayoría de las chicas viajan sin compañía. A pesar que peleamos yo la tengo a ella y sé que va a estar ahí siempre”, manifiesta María Paulina, que junto a su hermana entrena en Cali, donde el “deporte blanco” está más desarrollado que en su natal Barranquilla.

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María Paulina al saque.

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El revés de Paula Andrea.

No obstante, a la hora de competir juntas en el doble, las trifulcas no aminoran. Jugar en una misma cancha y al lado de tu hermana significa tener el permiso de decirle cualquier cosa, de no guardarte nada. La sinceridad en un espacio donde se requiere una extrema concentración no es para nada recomendable.

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En 2014, campeonas de un Women’s Circuit disputado en Quito.

EfectoTenis: – ¿Cuando juegan juntas se pelean?

Paula Andrea: – Ayer jugamos muy mal. Yo jugué muy mal. Todavía estaba un poquito quemada y ella me decía ‘meté la pelota’. Yo le respondía, ‘marica, intento meter la pelota, pero estoy bloqueada. No puedo hacer nada’. Como que se frustró un poquito y más porque sabe que me puede decir las cosas.

María Paulina: – Ese es el problema. Tú cuando juegas con otra persona no le dices las cosas de frente, en cambio, como es mi hermana, le dices de todo.

Paula Andrea: – Uno no se alcanza a medir, entonces como que terminás hiriendo a la otra.

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EfectoTenis: – ¿Cuándo termina el partido se acaba la pelea?

Ambas: – No

Paula Andrea: – Ella sale por un lado y yo por el otro. ‘¿Pero Paulina porque estas caminando más adelante?’, le digo. ‘No estoy brava, pero tampoco quiero hablar’, me dijo. Pues vete.

María Paulina: – Es que estamos todo el día juntas – interviene – Jugamos el dobles juntas, dormimos en la misma cama, perdemos y tenemos que vernos.

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Más allá de las disputas on court, su fuerte unión es aquello que delinea su relación donde desborda la simpatía y frescura. Como dignas (?) hermanas mellizas, las travesuras en el cambio de identidad no escasean. A pesar de no haber compartido novio o haber falsificado un examen de matemática, las manas Pérez García aprovecharon el similar timbre de sus voces para intercambiar los roles. “Lo más lindo que hicimos fue por teléfono porque la voz se nos parece muchísimo. A veces la llamaba el ex de ella y contestaba yo”, cuenta con entusiasmo Paula Andrea. “Le decía ‘Hola, mi amor, ¿cómo estás? ‘, pensando que era mi hermana, pero no se daba cuenta. Y le digo, ‘Estúpido, soy Paula, no la Paulina. Del colegio nunca hicimos porque empezamos desde chiquiticas y nos diferenciaban”.

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Misma ropa y misma pose.

Cerrando el interrogatorio, EfectoTenis hizo valer la tenacidad periodística que tanto lo caracteriza (?). Finalmente, María Paulina y Paula Andrea no compartieron a ninguno de sus enamorados, pero sí lo hicieron en momentos diferentes. “Sí compartimos, pero no al mismo tiempo, cálmate”, aclara la menor de las colombianas. Mientras que María Paulina arremete: “Yo nunca me he metido con un hombre de ella, pero ella sí con tres míos. Te das cuenta la diferencia de respeto y seriedad”. La discusión sobre las menudencias del asunto emerge y el temor de haber desatado una nueva controversia moviliza a su fiel servidor. Sin embargo, ambas concluyen la discusión sabiamente. “No nos vamos a poner a pelear por esas estupideces porque no estamos con ninguno de ellos”.

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De campamento en San Carlos Centro

24 Sep

Cuando la tarde cae en el Club Central de San Carlos Centro, éste parece un campamento femenino. En el quincho que da a las tres canchas de polvo de ladrillo donde se disputa un Women’s Circuit que reparte 10.000 dólares en premios, muchas de las tenistas andan con el pelo húmedo, en ojotas y con el aspecto de ser un grupo que fue de excursión a una alejada localidad del interior del país. Algunas de las chicas que participan en el certamen santafesino duermen en las habitaciones que el club les brinda gratuitamente. En total son tres dormis y cada uno está repleto de camas cuchetas, ocupadas por aquellas que aprovechan para ahorrar unos pesos en alojamiento. Como siempre decimos, en el primer escalón del profesionalismo el denominador común es el famoso rebusque.

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En la pequeña grada de la cancha tres, una taiwanesa, una brasileña y una argentina intentan tener una conversación. El objetivo de la misma es sacarse una autofoto. Ninguna de las tres entiende nada, en especial la jovencita Pei-Ju Chien, que a los 16 años solo logró aprender unas pocas malas palabras en español. “¿Nos sacamos una selfie?”, le dice la local Florencia Páez. “¿What?”, responde la oriental sin entender una palabra. La argentina le muestra su celular y sin preguntarle se sacan una foto. “¿Snapchat, tenés?”. Otra vez no hay respuesta por falta de entendimiento. “¿Instagram?”, insiste. La brasileña le explica en portugués a Pei-Ju. Ella finalmente entiende ese idioma porque entrena en Porto Alegre. “Sí, Instagram”, responde y saca su enorme teléfono celular. Las tres duermen en las cuchetas del Club Central, y esto es parte de la convivencia diaria.

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“A veces es bueno poder compartir con más chicas, ya que este deporte es muy solitario. Igualmente yo hablaba más que nada con Chechi (Cecilia Costa Melgar, tenista chilena eliminada en primera ronda), quien también duerme acá. Se hace entretenido en la tardes, es bueno para escuchar música. Después, la cena es compartida con otras chicas. Es una convivencia súper agradable”, le dice la chilena Daniela Seguel a EfectoTenis.

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La derecha de Seguel. / Ph: Hans Ruhle.

“Nos tratan igual”, manifiesta Ornella Garavani, de 16 años, la argentina más joven del cuadro principal. Las profesionales no hacen diferencias en el quincho del club. Las desigualdades se ven dentro de la cancha, donde las “veteranas” despliegan todas sus artimañas. “Cuando una viene a jugar con estas chicas, que son profesionales y que tienen más experiencia, durante los puntos más importantes ellas no regalan nada. En cambio, los Juniors tenemos más baches, donde regalamos más y ahí es donde hay que estar atentos”, indica la campanense, 98° del ranking ITF, que pasó la clasificación y ganó un partido en el main draw.

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Garavani al saque.

Para Seguel, actual 544° del ranking WTA, el ahorro no solo es en el hospedaje. Desde hace cuatro temporadas, la santiagueña de 22 años encuerda sus raquetas con su máquina portátil. También, a las tenistas que se lo pidan, les brinda su servicio que obviamente sale más barato que el oficial.

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Una de las experimentadas tenistas con las que podría haberse topado Garavani o mismo la comunicativa (?) Pei-Ju, es Daniela Seguel, semifinalista del torneo. En abril del año pasado, la transandina alcanzó su mejor posición en el listado WTA: el puesto 257. Para ella, que entrenó durante tres años en Bélgica, en la Academia  de la ex número uno del mundo Justin Henin, San Carlos Centro es un mojón para volver a los primeros planos. “Los pueblitos así me encantan. San Carlos es un lugar súper tranquilo donde todo está muy cerca. Quizás es muy diferente a Europa, pero la verdad me gusta acá, aunque espero volver pronto allá porque eso significaría haber vuelto a retomar mi ranking y jugar torneos más grandes. La idea es seguir avanzando. Hoy estar acá, en San Carlos, es parte de un proceso, parte de este nuevo comienzo”, cierra la sudamericana.

EL ROAD TRIP HASTA SAN CARLOS CENTRO

La ruta nacional N° 19 une a Santa Fe con la pequeña ciudad de San Carlos Centro. En el trayecto desde la capital de la provincia –en la cual se realizó un Future ganado por el local Matías Zukas– hasta el pacífico poblado de 13.000 habitantes, las historias y fábulas emergen.

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Musicalizado con el grupo santafesino Los Palmeras.

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El recorrido.

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DOMANDO AL TENIS

Durante la jornada dominguera de tenis, los ruidos no cesaron ni un segundo. Todos los partidos de la clasificación se disputaron bajo una atmósfera bien gauchesca. Apenas a cien metros de las canchas, en un pequeño predio en el medio del campo llamado “El Cencerro”, se llevaba a cabo un festival de doma. Por lo que se escuchaba a través de los parlantes, los payadores relataban el homenaje a un tal Don  Celestino, que a los setenta y pico se retiró domando con los ojos vendados.

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Divagando un poquito cerramos con unas coplas. Y… ¡va la primera, Don Celestino!

(Léase con tono gauchesco y en lo posible con esta música de fondo)

Si el teni fuese la doma, la raqueta sería mi caballo

Para ustedes e meter la pelota, pa’ nosotro’ e domarlo

Sin embargo en algo coincidimo’

Amigo, Don Celestino, no caer simplemente es el desafío

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RESULTADOS

Semifinales Women’s Circuit de San Carlos Centro

[6] Nathaly Kurata (BRA)  vs [4] Daniela Seguel (CHI)

[5] Eduarda Piai (BRA) vs [7] Catalina Pella (ARG)

Livestream

Matías Zukas: de Kenia a gritar campeón en su casa

21 Sep

Diez meses antes de ganar el título en el club que lo vio golpear una pelotita de tenis por primera vez en su vida, Matías Zukas transpiraba y transpiraba en la calurosa Mombasa. En diciembre de 2014, el santafesino de 19 años, flamante campeón del Future celebrado en la capital de su provincia, realizaba una intensa pretemporada en Kenia. Tres semanas en tierras africanas significaron una experiencia que mejoró su físico, pero que fortaleció aún más su mente.

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Zukas y el atardecer en el Jockey Club.

En las canchas del Jockey Club de Santa Fe, Matías Zukas grita campeón. En realidad casi no emite una palabra durante el festejo. Simplemente señala una de sus sienes con el dedo índice de su mano izquierda y mira a los suyos. Es su segundo título como profesional y por primera vez logra coronarse en su país. Lo hizo en su ciudad, junto a su gente. Ni la semifinal de la Copa Davis entre Argentina y Bélgica fue un impedimento para que sus allegados decidieran acompañarlo en el court número 3. Para ellos nada era más importante que alentar al Mati en su tarde soñada.

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Luego de vencer en la final al brasileño Joao Sorgi por 3-6, 6-1 y 6-3 sería turno de los saludos a sus familiares y conocidos, las fotos, la premiación y algunas entrevistas con los medios que se acercaron. Todo esto parecía superarlo a Zukas que se movía con vergüenza y timidez, pero al mismo tiempo, con una gran emoción. «Estoy muy contento, ganar en mi ciudad y ante mi gente es algo muy lindo y trataré de disfrutarlo rapidamente, ya que mañana viajo a La Rioja a disputar otro torneo», decía el actual 734° ATP, quien hasta hace unos meses convivía con las insalubres temperaturas de Kenia. Pero, ¿cómo terminó entrenando en el continente negro?

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Dirk Hordoff. Ése es el nombre propio que explica semejante travesía. Durante 2014, en Roland Garros, cuando Zukas aún era junior, comenzó el contacto con el entrenador alemán y actual manager de tenis.  La semana siguiente a Roland Garros, en el torneo de Offenbach, el ex 14° del ranking ITF ganó el prestigioso certamen para jugadores menores de 18 años. En Wimbledon, Dirk le demostró su interés, quería que el argentino sea uno de los tantos tenistas que representa.  En el US Open cerraron el contrato.

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Zukas y el título en Offenbach donde superó al argentino nacionalizado italiano, Francisco Bahamonde.

La empresa de representación de Hordoff es co-dirigida por dos personalidades de este deporte. Uno es su pupilo y socio, el serbio Janko Tipsarevic; el otro, el ex 5° del mundo y medallista de plata en Atenas 2004, el alemán  Rainer Schüttler. “Cuando vas a Europa tenés lugar y gente para entrenar. Él (Dirk) te maneja todas las cosas. Además de lo económico te consigue invitaciones para los torneos y te ayuda a hacer la pretemporada”, cuenta Zukas refiriéndose a los beneficios de esta asociación que pide a cambio un porcentaje de las ganancias que obtenga el argentino, principalmente cuando se inserte en el mundo Challenger y ATP.

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Hordoff, ¿parecido a Frank Underwood?

Una de las ventajas de esta sociedad es una intensa pretemporada que incluye tres semanas en Kenia y dos más en Doha, capital de Catar. Sitios dispares en los aspectos socio-económicos, pero similares en lo que respecta al clima, donde las temperaturas son extremas, un factor fundamental para encarar el inicio de temporada que comienza en la sofocante Australia.

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LA VIDA EN KENIA

“Fui de un extremo al otro. De ver la gente caminando que llevaba las cosas apoyadas en la cabeza a ir a Doha que es una fantasía donde todo es hotel cinco estrellas”, señala Zukas con el atardecer santafesino de fondo. “Es como se ve en las películas. La mayoría van caminando, las casas son como de barro, chozas. La gente re buena onda. Ibas por la calle y todos te saludaban. Es una zona de extranjeros, pero la gente de ahí es lo mejor, siempre están con una sonrisa”, recuerda el argentino que no tuvo demasiadas oportunidades para ver lo que ocurría fuera de la burbuja del entrenamiento de alta competencia.

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“Fue bastante duro. Primero por el lugar que está aislado de todo, no hay nada. Solo las canchas, la casa, la playa y nada más. También por la exigencia de entrenar con profesionales, con jugadores Top 100. Muy duro, pero lindo”, comenta Zukas, que este año compartió estadía con el serbio Dusan Lajovic (96°) y el alemán Philip Petzchner (35° ATP en 2009).

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Como indicaba el reciente campeón del Future de Santa Fe, en África todos convivían en un mismo predio que contaba con todas las facilidades. “Digamos que es como un quinta grande que tiene tres casas”, dice. En una de ellas vive el encargado, un amigo de Dirk, que está seis meses al año y mantiene las instalaciones. En las otras dos se dividen los jugadores y los empleados keniatas que están atentos a cualquier requerimiento de los tenistas. “Hay varios chicos que laburan ahí, que se encargan del jardín, de regar las canchas, de ir a comprar la comida para preparar el desayuno, almuerzo y cena. Todo el tiempo hay gente sirviéndote para ver si querés algo o no. Todo lo hacen ellos”, aclara en referencia al servicio de los empleados que trabajaban en el caserón Hordoff.

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“A las 9 de la mañana hacíamos una entrada en calor que era como físico, porque eran cuarenta minutos donde hacíamos todo lo que te imagines. Después, dos horas de tenis, comías y tenías un ratito para dormir. A las dos, tres de la tarde arrancabas de nuevo: una entrada en calor muy dura, tenis y físico”, relata con puntillosidad Zukas, que durante esos días trabajaba con el preparador físico de Tommy Haas.

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Atardecer en Mombasa.

A pesar de la alta exigencia física, la mayor dificultad está en soportar mentalmente el aislamiento. “No hay otra cosa que no sea tenis. Es duro porque no tenés nada para hacer, solamente entrenar, comer y dormir. No tenés lugares para visitar, comer o andar. Es solo éso. Duro, pero ayuda en lo mental”, señala Zukas, que hace unos meses también estuvo jugando los interclubes en Alemania, otra prueba de carácter en su camino a establecerse como tenista profesional.

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Durante la última semana, la rutina fue atípica. El contacto con los afectos fue muy diferente al de los meses anteriores. Las charlas no eran por Skype ni por Whatsapp, la tecnología solo sirvió para coordinar los horarios de reunión en el Jockey Club. En Santa Fe, Zukas vivió jornadas distintas que culminaron con un inolvidable título en su tierra.

LA VISIÓN DE SU COACH, DAMIÁN PATRIARCA

Luego de terminar su relación laboral con Juan Mónaco, Damián Patriarca decidió que era momento de alejarse del tenis por un tiempo. Estaba cansado. Por eso, después de esa temporada 2013 en la cual trabajó con el ex Top-10, el paranaense se apartó de los aeropuertos para vivir con su novia en Acapulco, donde dirigía algunas escuelitas de tenis. Desde hace un mes trabaja con Zukas, a quien había ayudado el año pasado durante algunas semanas.

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“Es un jugador con mucha proyección, muy habilidoso e inteligente dentro de la cancha, algo que no es tan común en estos momentos donde todo es más físico y de potencia. Está en sus primeros pasos como profesional y hay que aceitar un poco la parte física y mental. Estoy contento por estas primeras semanas y con todas las expectativas para lo que sigue”, dice Damiían Patriarca, ex coach de Juan Mónaco.

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El tenis, un deporte con poco premio

17 Sep

Casi dos décadas pasaron para que la Federación Internacional de Tenis (ITF) realice reformas en la cantidad de dinero que reparten los primeros torneos en la escala del profesionalismo, es decir, los Futures y Women’s Circuit. En un comunicado publicado en mayo de este año, la ITF, organización que regula este tipo de certámenes (también lo hace en los Grand Slam, Copa Davis y Copa Federación), informó la escalonada suba de los premios durante los próximos años. A pesar de la necesaria modificación, el debate está más que abierto. ¿Quién ayudará a los directores de los torneos que, a partir de la modificación, deberán reunir más dinero? ¿Habrá menos certámenes? ¿Los jugadores llegarán a cubrir los gastos?

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Panorámica del court central del Sport Social Club de Villa María.

En el denominado “tenis pobre”, los recursos escasean. El tenista que duerme en un auto, el jugador que alcanza la final con solo una raqueta, la adolescente que le encuerda a sus rivales, son algunos ejemplos del excepcional rebusque que existe en este tipo de eventos. A menos que seas campeón, los números no cierran por ningún lado, ni con la ayuda del matemático Adrián Paenza (?). Los gastos que deben cubrir los tenistas son mayores que la cantidad de dólares que ingresan. Y sí, en 1998, cuando comenzaron a jugarse los Futures –en simultáneo con los antiguos Satélites- , las cosas no salían lo mismo. Durante este largo período, la inflación jugó su papel. Por eso, el cambio era necesario.

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Una de las principales modificaciones ocurrirá a partir de 2017, los torneos masculinos que actualmente reparten 10.000 verdes (?) en premios pasarán a entregar 15.000.El aumento será de un 50 por ciento e intentará suplir las inversiones en: viajes, alimentación, alojamiento, encordado de raquetas, lavandería, entre otros. ¿Será posible? Probablemente no.

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El detalle de los aumentos de los premios.

“Me parece muy bien. Creo que lo tendrían que haber subido hace mucho tiempo. Hace unos meses, un amigo, que jugaba hace diez años, me contaba que los premios eran los mismos”, comenta sorprendido el argentino Juan Pablo Paz, actual 566° ATP, a EfectoTenis. Sin embargo, pensando sus argumentos en profundidad, continúa: “No sé si es tanto subir los premios, también sería bueno que, como requisito, todos los torneos tengan hotel. Eso nos ahorraría una gran parte del gasto”, comenta el promisorio tenista de 20 años.

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Paz durante una producción con EfectoTenis.

“Debería haber un límite en el precio de los hoteles oficiales, hasta 35 libras; que provean un almuerzo barato; que encordar cueste 10 libras y que incluyan el transporte desde y hasta el aeropuerto. Realmente siento que esto tendría, por lejos, un mayor impacto en los jugadores de este tipo de torneos, así ahorrarían más y se sentirían más cuidados. En este nivel todavía eres semi-profesional, entonces no creo que tus ahorros deban ser altos, pero sí que tus gastos sean menores para ayudar a que los jugadores sobrevivan”, comenta en su blog la tenista británica Naomi Cavaday, actual 375° WTA, quien también coincide con la idea de Paz: no todo pasa por aumentar los premios.

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Cavaday en Wimbledon.

La preocupación no solo radica en la supervivencia de los tenistas, sino en la continuidad de los certámenes. El aumento en la repartija de los premios exige que los directores de los torneos deban reunir una mayor cantidad de dinero. Ante esta modificación, muchos de estos eventos podrían desaparecer y así dañar aún más las aspiraciones de los deportistas.

“Es una necesidad que tienen los jugadores. Una necesidad de elevar los premios y abaratar los costos porque se está haciendo muy difícil la transición. Bienvenidos los cambios, pero habría que ver cómo se implementan. Fundamentalmente qué cantidad de torneos tenemos tanto en la región como en el mundo”, manifiesta Javier Degreef, coach de la jujeña Guadalupe Pérez Rojas.
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Degreef y Pérez Rojas durante el Women’s Circuit de Villa del Dique.

Poniendo el foco exclusivamente en el ámbito local, durante esta temporada la Asociación Argentina de Tenis llevó a cabo doce Futures y cuatro Women’s Circuit, mientras que está confirmado realizar cuatro eventos más (entre hombres y mujeres).  La idea de planificar un año tenístico en suelo argentino, donde los gastos en viajes son menores, es imposible. Aún más para las chicas. La solución es competir en el exterior, pero los gastos son altísimos.

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Tita Estable, campeona en Eslovenia.

Sin lugar a dudas, la formación a partir de los torneos desarrollados en tierras albicelestes son un trampolín hacia el próximo nivel, el de los Challengers, escalón donde sí se puede vivir de los ingresos que brinda el deporte. En 2012, Diego Schwartzman (68°ATP) ganó cinco Futures en Argentina y también el tradicional Challenger de Buenos Aires. En 2014, Nicolás Kicker, 181° ATP y participante en la última clasificación del US Open, se consagró cinco veces, mientras que este año año obtuvo tres títulos más en suelo argentino. Dos ejemplos que evidencian la importancia de estos torneos dentro del camino por el cual un tensita debe transitar. Los Futures y Women’s son el primer mojón. 5385babdd94f8_510x339 DCIM105GOPRO

Carlos Ronco, director del Future y Women’s Circuit  realizado en Sport Social Club de Villa María, única sede del país que lleva a cabo los dos torneos (hombres y mujeres) en simultáneo, coincide con la medida tomada por la ITF, pero al mismo tiempo, el futuro lo inquieta. “Vamos a tener un poco más de trabajo. Es una medida totalmente acertada. Es un nivel de jugadores que necesitan que se les preste más atención y más apoyo. Comparto la medida aunque como organizador vamos a tener más problemas para generar los recursos que hagan falta. Los jugadores de este nivel necesitan tener más ingresos para poder progresar”, le dice Ronco a EfectoTenis.

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Ronco y el momento de los pagos.

“Me parece bueno porque eso nunca se incrementó con el correr de los años. Desde que jugaba torneos, cuando tenía catorce años, los premios eran iguales. Por otro lado, los torneos, al ser de las asociaciones y la ITF no es la que pone la plata, probablemente va a ser difícil que se mantenga la misma cantidad de certámenes que hay ahora. Sé que en mujeres es muy difícil conseguir la plata para financiarlos, entonces al necesitar un cincuenta por ciento más en premios puede repercutir en la cantidad de torneos que se hagan. Creo que es un aumento que se necesitaba, pero hay que ver si con la economía argentina actual lo podemos solventar”, señala la siempre interesante Mariana Díaz Oliva, ex 42° WTA y actual entrenadora de varias jóvenes argentinas.

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En el caso de la formadora de 41 años, ella misma puso plata de su bolsillo para ayudar a dos chicas de su academia que estuvieron tres meses por Europa. “Es una oportunidad que merecen tener. Las cuatro tienen ranking WTA y son buenos proyectos en Argentina. Si no le damos una oportunidad a ellas, nunca vamos a sacar jugadoras. Al no haber tantos torneos en la región las chicas se van a ir varios meses a Europa. Es una prueba dura de cabeza: crecer y madurar”, señala Díaz Oliva, que acompañó a Victoria Gobbi , Julieta Estable, Ailén Crespo Azconzábal y Daniela Farfán en una larga travesía por Rumania, Croacia y Serbia, entre otros países.

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Las chicas de Díaz Oliva festejando el cumpleaños de Estable en Bursa, Turquía.

Cuando decidís abrir tu propio kiosquito, es inevitable invertir en el alquiler, la pintura, los caramelos y los puchos. No obstante, el depósito de dinero no será eterno. En algún momento los aires deberán cambiar y lo que pusiste empezará a volver. En el tenis ocurre algo similar. El primer nivel del profesionalismo, del cual estamos hablando, es una inversión. Una apuesta a un futuro incierto.

Según el experimentado Ronco, lleva ocho años organizando los dos torneos, “la ITF tendría que repartir un poco los ingresos y como organizadores tendríamos que vender ésto a sponsors que perduren en el tiempo y que signifique un beneficio para ellos”.  En el comunicado oficial, la ITF señala que considerará modificaciones para asegurar que naciones en desarrollo puedan continuar realizando estos certámenes. Sin embargo, no hay nada conciso, nada que explique de qué manera lo llevaran (si es que ocurre) adelante. En el caso de los organizadores, según Ronco su trabajo será atraer a los sponsors, seducirlos para que ellos “sientan que les sirve invertir en el tenis”. IMG_9551

“Argentina se ha caracterizado siempre por buscarle la salida a todo”, remarca el cordobés de Villa María en referencia al conocido rebusque argento. “El tema es que ese rebusque no sea para zafar este torneo, sino que perdure. Que al club, a la Federación y al sponsor les sirva”.

LA VISIÓN DE CHRISTIAN LINDELL

El brasileño nacionalizado sueco, un experimentado en este tipo de torneos, ofrece su parecer sobre la nueva modificación que llevará acabo la ITF a partir del año siguiente.

Luis Horna, un deportista de hierro

5 Sep

“Es el momento de empezar a ser una persona normal”, decía Luis Horna en 2009, cuando decidió colgar definitivamente la raqueta. A los 29 años, el nomadismo del circuito y el entrenamiento de alta competencia habían saturado al mejor tenista peruano de los últimos años. Quería tener más tiempo para disfrutar con su familia. Tenía la necesidad de enfocarse en otras cosas. Además, las molestias físicas fueron un condicionante para sentarse en aquella conferencia de prensa realizada durante el Challenger de Lima y, entre lágrimas, comunicar que su carrera profesional ya era parte del pasado. Ahora, cinco años más tarde, el ex tenista de 34 años continúa exigiendo su físico al máximo, incluso más. En el triatlón, Horna encontró la manera de suplir la adrenalina con la que convive un deportista de alto rendimiento. Simplemente, una adicción.

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“En un principio terminé agobiado de todo tipo de competencia y no busqué mucho porque no sentía la necesidad”, le dice Horna, desde Lima, a EfectoTenis. Una vez consumado su retiro, el ex 33° del ranking ATP probó con el golf, donde llegó a tener un hándicap de cuatro y, según sus palabras, “un nivel decente”. A mediados de 2014 ansiaba con encontrar una disciplina que pudiera reemplazar la adrenalina y la competencia que tanto estaba extrañando. Gracias a un amigo de toda la vida ingresó en el universo del triatlón, una actividad que lo desvela.

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Todos los días, a las 3:45 de la mañana, Lucho salta de la cama para correr o pedalear con su grupo de entrenamiento. El objetivo requiere un sacrificio titánico. Competir en el “Iron Man”, una de las competencias de triatlón más exigentes del mundo, no es para nada sencillo. Hasta ahora, Horna compitió en dos medios “Iron Man”, es decir, la mitad del total que comprende la carrera. La primera fue en su ciudad, en Lima, donde tardó 5 horas y 29 minutos. La última, en Manta, Ecuador, donde mejoró su tiempo a 5h 23′.

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“Todo empezó como un hobby, pero este año realmente se convirtió en algo más. Ya tengo metas un poco más altas y me gustaría convertirme en un atleta competitivo a nivel nacional. Tengo muchos años para aprender y muchos kilómetros más que recorrer. Mi meta en medio Iron Man es bajar las cinco horas el próximo año, y para noviembre de 2016 voy por el completo, probablemente en Cozumel”, relata el ganador de dos títulos ATP y del doble de Roland Garros 2008, obtenido con el uruguayo Pablo Cuevas.

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Tres campeones de Roland Garros: Horna, Cuevas y en el centro el ecuatoriano Andrés Gómez.

EfectoTenis: – Nadar, pedalear y correr durante un total de más de cinco horas. ¿Alguna vez pensaste que ibas a hacer esto?

Luis Horna: – ¡Esa es la parte más sorpréndete de todo esto! Cuando jugaba al tenis no destacaba por ser muy fuerte mentalmente hablando. Al contrario fui un jugador que trabajo duro, que le pegaba fuerte a la pelota, pero la cabeza y falta de tranquilidad me jugaba en contra. Ahora me dedico a la disciplina más dura que hay, y una de las cosas en las que más fuerte me siento es en la parte mental (risas).
Ese fue el desafío. Demostrarme a mí mismo que lo puedo hacer.
También, hay un tono familiar en todo esto. Quiero demostrarle a mis hijos que uno puede cambiar y que no solo ganando se triunfa en la vida.

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Su primer título ATP, en Acapulco 2006.

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ET: – Viendo la exigencia de estas pruebas, ¿sos un adicto a la competencia?

LH: – Definitivamente hay un toque de adición en todo esto. No hay forma de cambiar tu vida por completo si no fueras adicto. No sé si es a la competencia… yo no compito con nadie, o mejor dicho compito con esa voz que te dice que ya no puedes más.

Et: – A pesar que en el tenis, por lo general, son menos horas en cancha. ¿Es más desgastante? ¿Desde lo mental, hay otro deporte más duro?

LH: – Es mucho más duro que el tenis. No hay comparación. Es otro tipo de sufrimiento, aparte acá realmente puedes poner en riesgo tu salud, tienes que estudiar, aprender a alimentarte, cuidar tu cuerpo, tu descanso. En fin, son muchas cosas que lo hacen más complejo.

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Lucho, de los que va al gimnasio y hace piernas (?).

Hace cinco años atrás, en aquella emocionante conferencia de prensa, Horna señalaba que era el momento para empezar a ser una persona normal. ¿Lo es ahora? “No tiene nada de normal despertarte todos los días a las 3:45 y juntarte con unos locos a correr o pedalear. Pero qué te puedo decir, llena el espacio que necesitaba  y estoy enamorado de esta disciplina”, concluye el peruano, un verdadero deportista de hierro.

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Luis, Erika y sus tres hijos.

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Tenis en primera persona

3 Sep

La velocidad de pelota que maneja un digno jugador de fin de semana obviamente está lejos de la media de cualquier tenista profesional. Ante la imposibilidad técnica (y de talento) de alcanzar esos altísimos niveles de intensidad, queremos que aunque sea puedas ver cómo sería esa experiencia. Sabemos tus limitaciones (?), por eso te presentamos al «tenis en primera persona».

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Juan Pablo Paz y la GoPro.

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El santafesino Dante «Tanque» Gennaro en plena grabación.

Lejos del marketing que ofrece la Euroliga de básquetbol, que instaló una cámara en la remera de los árbitros, en EfectoTenis no dejamos de innovar con la vasta (?) tecnología que tenemos a nuestro alcance. En las misioneras canchas del Itapúa Tenis Club ajustamos una GoPro a la frente de dos jugadores profesionales que gentilmente pelotearon un rato. Juan Pablo Paz (504°) y Dante Gennaro (1020°) te ayudan a imaginarte cómo sería jugar tenis de primer nivel.

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