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El medallista sin medalla

19 Ago

Hace aproximadamente un año, durante una mudanza, Javier Frana se ilusionó al escuchar cuatro palabras que venían del otro extremo de su antigua casa. Quien le gritaba era su mujer. “¡Mirá lo que encontré, Javi!”, decía ella. “Vamos, la encontramos”, pensó automáticamente el ex tenista de 49 años. Pero no, el hallazgo de su señora no era el descubrimiento que sospechaba. Una vez más se ilusionaba y recordaba la falta de un objeto que, por estas semanas, todos quieren colgarse en el cuello.
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De izquierda a derecha: Frana, Goran Ivanisevic y Christian Miniussi.

Javier Frana es una persona que no le otorga demasiada importancia a los trofeos que materializan los títulos obtenidos a lo largo de su carrera. Dice que no le gustan los deportistas que viven colgados del recuerdo. De hecho, para graficar este sentimiento, después de haber ganado el primer o tercer título de su carrera -no recuerda con claridad el dato-, la ATP le entregó una copita de vidrio por haber alcanzado ese hito. El trofeo llegó en varios pedazos. El ex tenista argentino no le dio trascendencia, ni siquiera pidió una réplica del mismo.

Siguiendo esta línea de comportamiento, debajo de la cama de su ex casa, en una caja de zapatos guardaba el mayor logro de su carrera: la medalla de bronce obtenida en el doble de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Después de habérsela mostrado a un amigo de su hijo mayor, Frana sintió que era un tanto arriesgado dejarla ahí, tan expuesta. Por eso la cambio de lugar. ¿A dónde? Todavía no lo sabe. Jamás la volvió a ver.

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“En los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 vino mi hijo con dos amigos a jugar y estábamos viendo una de las premiaciones. Mi hijo, que por ese entonces tenía 13 ó 14 años, me dijo ‘Papá, ¿le mostrás la medalla a Santi?’”, le cuenta Frana a EfectoTenis en un café de la localidad bonaerense de Pilar.

El actual comentarista televisivo de ESPN es de tomarse silencios largos para continuar sus historias. Tal vez, como producto de su experiencia frente a la cámara, nunca usa la maradoniana (?) muletilla “Ehhh…”. En esos segundos en los que razona simplemente no habla, Frana piensa. El esfuerzo por recordar los momentos con puntillosidad, nos hace dudar si está recordando las cosas que hizo durante aquellos días, en los cuales buscaba la medalla obtenida junto a su compatriota Christian Miniussi. Quién te dice que, en una de esas, la encuentra a través de sus pensamientos.

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“Pasaron los años, abrí la caja y me dí cuenta que la medalla ya no estaba más ahí. ¿Dónde la habré puesto? Me acordé que la última vez que la vi fue cuando se las mostré a los chicos. ¿Dónde la habré guardado? Me acuerdo que había dicho que en ese lugar no la iba a volver a poner”, cuenta el zurdo nacido en Rafaela, Provincia de Santa Fe.

A partir de ese instante, comenzó a inspeccionar cada recoveco de su casa. Lo hacía por zonas. Por ejemplo revisaba las camperas y los pantalones, creyendo que había quedado en un bolsillo. Sin embargo, no la podía encontrar en ningún lado. “Quería mudarme urgente para revisar cosa por cosa. Capaz aparecía en el bolsillo de un short que la guardé creyendo que la había escondido bien. Pero no, me desapareció. No estaba”, cuenta Frana sobre la mudanza que realizó el año pasado.

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Frana, el último argentino que consiguió un título sobre césped. En 1995 ganó Nottingham. 

“Tuvimos robos domésticos, bastante sistemáticos y  los descubrimos tarde. Sobre la medalla, no sabés si de repente lo hizo porque sí o por maldad. Tampoco tiene un gran valor: no es de oro, ni es una alhaja. Su valor es simbólico. Saldrá, qué sé yo, quinientos pesos. Tampoco quiero juzgar, pero es una de las posibilidades”. La otra alternativa que baraja el dueño de 10 títulos ATP (3 en singles y 7 en dobles) es que la haya guardado en una campera que donó o regaló. “Capaz, la persona que lo recibió pensó que era una medalla de un torneo de fútbol y la revoleó”.

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Mientras Frana habla, el frío bonaerense se siente en las mesas externas del café. Dice que no lo sufre, una gruesa campera beige lo protege. Aun así, mientras cuenta la pérdida de su medalla olímpica se frota las manos para generar calor y vuelve a explicar su falta de estima hacia los trofeos. “Siempre admiré a aquellos deportistas que fueron muy grandes, pero no te lo hacen saber. No me gusta el deportista que vive colgado del recuerdo y que todo lo referencia hacia su época. Eso me genera mucho rechazo. Todo lo poquito importante que pude haber ganado como el plato de la final de dobles de Wimbledon, el título de dobles mixto en Roland Garros están guardados. Están puestos muy sutilmente por ahí, pero no tiene una trascendencia”.

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No obstante, la presea de bronce es su cosecha más valorada. Más allá del premio participar en tres Juegos Olímpicos (Seúl 1988, Barcelona 1992 y Atlanta 1996) lo ayudó a tener perspectiva en la vida y en el deporte. “Es mágico. Es difícil de explicar porque no solamente es el anonimato, sino entender otras disciplinas. Ponés en contexto tu sacrificio como tenista, que si bien es muy alto, también está bien remunerado. Tenés algo a cambio. Hay otros deportes que hacen un  esfuerzo enorme y es exclusivamente por el amor al deporte, porque económicamente no tienen demasiados recursos”, contaba en el podcast sobre historias del tenis olímpico de EfectoTenis. “La medalla es lo que más sufro, pero la vida va por otro lado”, cierra Frana, el medallista olímpico sin medalla.

Podcast: historias del tenis olímpico

3 Ago

El sillón de tu casa espera ansioso la llegada de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Él, que está hecho de pura madera, goma espuma, tela y hasta un poquito de amor (?) muchas veces pasa frío en los feroces inviernos porteños. Sin embargo, este objeto trascendental en la estructura de cualquier living sabe que cada cuatro años, en agosto y durante diecisiete días, numerosas piernas, espaldas, cabezas y culos le darán el cariño que tanto andaba necesitando. En esta era virtual, muchos de estos sillones fueron reemplazados por los smartphones  que, por sus cualidades inalámbricas, alejaron al espectador del televisor. Para aquellos que abandonaron su sofá, futón, sillón o silloncito, hicimos este podcast dedicado a historias del tenis olímpico. Para aquellos que, por momentos, sufren de abstinencia deportiva, tranquilos, el segundo capítulo de Efecto Tenis Podcast los va a reconfortar en el momento y en el lugar que ustedes quieran.

También lo podés escuchar en –> I Tunes.

El colectivo que tomaste en Plaza Italia o, por qué no, en Constitución va a dos por hora. Mientras tanto, un periodista televisivo ya repasó las historias más interesantes de la jornada olímpica. Ese, justamente ese, es un buen momento para escuchar el podcast de Efecto Tenis. Si lo hacés, tu recorrido va a tener su punto de partida en la localidad bonaerense de Pilar, junto a Javier Frana. Desde un café ubicado en los márgenes de la Autopista Panamericana, Frana, medallista en Barcelona 1992 y actual comentarista de ESPN, describe puntillosamente la diferencia entre el tour profesional y un Juego Olímpico. La claridad de sus conceptos y su familiar voz ayudan a entender por qué son mundos completamente distintos.

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Junto a Javier Frana en un café de la localidad de Pilar. 

Después volarás hasta el Caribe, más precisamente hasta Bridgetown, la capital de Barbados, donde conocerás la historia de Darian King, el primer tenista de este país que participará de unos Juegos Olímpicos. El Rey de Barbados –como fue apodado en el podcast-, de 24 años y 164° del mundo,  relata sus comienzos en el tenis, es decir, cómo y por qué eligió un deporte con tan poca tradición en su país.

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A la izquierda, un sonriente Darian.

El cierre de este segmento (o viaje) que dura apenas 21 minutos está a cargo de un ranking que recuerda a todos los tenistas argentinos que lograron colgarse una medalla en algún Juego Olímpico.

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La producción, conducción y posterior edición del podcast es de Julián Polo, es decir, el humilde servidor que está tecleando este post utilizando solo sus dos dedos mayores (a lo nonagenario tech). Por último, las artísticas y los doblajes están a cargo del talentoso Franco Basso.


Blooper: a los treinta segundos nos olvidamos de grabar.

Gail Falkenberg: una intrépida abuelita

16 Abr

Tejer un pulóver al crochet, jugar a la canasta mientras disfruta de una empalagosa torta y hacer aqua gym con un grupo de jubilados, no son las actividades corrientes de Gail Falkenberg. Esta “abuelita” estadounidense de 69 años decide ocupar la mayor parte de su tiempo jugando al tenis, deporte en el cual compite profesionalmente, y donde hace unos días venció a una chica de 22 años y enfrentó a una ex número uno del mundo Junior medio siglo más joven que ella.

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Falkenberg preparando su servicio.

Hasta los treinta y tantos años, Gail Falkenberg jamás había tomado una clase de tenis. Es decir que la vecina de Ocala, una pequeña ciudad de la Florida, reconocida en todo el globo (¿) como la capital mundial del caballo, nunca tuvo que sufrir el interminable canasto de pelotas para perfeccionar un golpe. Tampoco tuvo que practicar los diferentes efectos del servicio ante la penetrante mirada de un entrenador que reclama mayor flexión de las rodillas. El camino de la señora Falkenberg no fue el convencional. Recién en 1985, cuando tenía apenas 38 años, disputaría su primer torneo profesional. A los 43 se retiraría, pero antes habiendo alcanzado el puesto 360° del ranking WTA.

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“El Australian Open de 1988 probablemente haya sido el highlight de mi carrera tenística. Aquel año compartí el vestuario con Chris Evert, Martina Navratilova y Steffi Graff. Haber ganado una ronda fue tremendo”, le cuenta a EfectoTenis sobre el único Grand Slam que disputó, donde logró avanzar una rueda de la clasificación.

Previo a su incursión en el tenis de alto nivel, en los sesenta, en la Universidad de California de Los Ángeles, Falkenberg conformó el equipo de tenis y se graduó de Licenciada en Arte y también realizó una Maestría en Bellas Artes. Luego, durante quince años, desarrollaría su carrera laboral dentro de la producción audiovisual. “Después de todo eso, nada más que tenis. Es por ello que tener éxito a tan alto nivel significa muchísimo para mí”, relata Falkenberg, quien de 1991 a 1999, entrenó a hombres y mujeres de la Universidad Central de Florida, en Orlando.

Pero la historia recién está tomando temperatura, cuatro veranos atrás decidió que el mote de tenista retirada no era el indicado para una señorita de su edad y volvió a la actividad profesional disputando Women’s Circuits –el equivalente a los Futures de los hombres-, a través del ingreso que le otorgaba su ranking nacional de la USTA.

“Me sigue gustando. El tenis me mantiene joven”, comenta unos días después de haber terminado una racha de 35 derrotas consecutivas, su última victoria había sido en 1998. El domingo pasado en el Women’s Circuit de Pelham, en Alabama, superó contundentemente a su compatriota Rosalyn Small, de 22 años, por 6-0 y 6-1. “Pensé que ella podía llegar a tener problemas con mi juego de efectos y finalmente los tuvo. Estoy muy satisfecha de haber ganado de esa manera”, aclaró Falkenberg sobre aquel match.

Cuando habla sobre su juego de efectos se refiere a los estilos de saque que ejecuta: de arriba (a lo socia dominguera de un club palermitano) o de abajo, parecido a uno de ping pong. También, todos sus golpes son con mucho slice, efecto que hace que la pelota se deslice sobre la superficie y el pique sea bajo. Además, su vestimenta, al igual que su estilo de juego, ejerce un anclaje con el pasado. Falkenberg juega toda vestida de blanco, de los pies hasta la cabeza. Zapatillas, medias tubo que apenas dejan ver sus rodillas, un pantalón corto amplio, chomba y gorra. Todo inmaculado y al mismo tono.

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La alegría de volver a sentir la satisfacción del triunfo después de dieciocho años hizo valer todos aquellos entrenamientos sobre arcilla y cemento en el (Ricky(?)) Fort King Tennis Center. Ahora tocaba medirse ante Taylor Townsend, actual 389° WTA, ex líder del ranking junior en 2012 y promesa del tenis estadounidense. “Me encantó haber jugado con alguien tan buena como Taylor. Pude ver qué partes de mi juego funcionaron y cuáles otras debo seguir trabajando. Uno solamente puede aprender jugando en el alto nivel”, señalaba Falkenberg luego de haber perdido previsiblemente por 6-0 y 6-0, en 36 minutos de partido, en el cual solo ganó doce puntos.

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Taylor Townsend, la verduga de Gail.

Sin importar este resultado, en el círculo íntimo de este tipo de torneos manejados por la Federación Internacional del Tenis (ITF), Falkenberg es conocida como “The Legend” (La Leyenda). El elogio de sus colegas le llegó a través de Keri Wong (921° WTA), otra tenista estadounidense de 26 años, quien alimentó el ego de esta veterana luchadora.

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A pesar de su particular palmarés, Falkenberg de ninguna manera pierde el optimismo y apunta alto para lo que resta de su juvenil carrera. “Mis objetivos son ganar dos partidos seguidos en el circuito, mejorar y ganar cuando tenga setenta años”, cierra ilusionada “The Legend”.

EL DÍA QUE CASI LE GANA A JENNIFER CAPRIATI

En un evento preclasificatorio para Big Amelia Tournament –torneo que solía integrar el circuito profesional- , donde la ganadora obtendría un wild card para el cuadro principal, Falkenberg enfrentó a Jennifer Capriati. Por ese entonces, la ex número uno del mundo tenía 13 años y, según nuestra veterana protagonista, venía de ganar el campeonato nacional para menores de dieciocho años. Finalmente, en aquel match  disputado en Orlando, Falkenberg perdería 7-6 y 6-4, pero tiene grandes recuerdos. “Para mí era el segundo partido del día, porque esa mañana había vencido en tres sets a la jugadora número uno de la Academia Bollettieri. Estaba cansada, pero probablemente haya sido la mejor jugadora contra la que he jugado”.

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Capriati, campeona de Roland Garros 2001.

Las dos propuestas de casamiento de Nico Almagro

8 Ene

Dos veces se arrodilló. Dos veces sostuvo un anillo y estiró su callosa mano ofreciéndole amor eterno. Dos veces Nicolás Almagro le pidió casamiento a su actual esposa: una, en diciembre de 2014; la otra, hace dos años y medio, durante su primera cita. Hace menos de un mes, el tenista español logró ganar su título más importante. Lo consiguió en un registro civil y lo selló en la iglesia. El murciano de 30 años, ex 9° del mundo en 2011 y un verdadero “cabrón” dentro de la cancha, demostró que existe otra faceta en su personalidad. Almagro, un romanticón que, en la compañía, encontró el equilibrio que tanto necesitaba.

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Los recién casados.

Sentada en una silla plegable bajo la sombra, y luciendo una gorra que la resguarda del fuerte pero aún primaveral sol porteño, Rafi Lardín observa con atención como su esposo corre en la única cancha de cemento del Club Liceo Naval. Según los tiempos que acostumbran la mayoría de los recién casados, esta pareja española debería estar disfrutando de su luna de miel. Sin embargo, Nico Almagro, ganador de 12 títulos ATP, estuvo en Buenos Aires realizando la pretemporada junto a su flamante coach argentino, Mariano Monachesi.

Rafi y Nico son de la misma ciudad, de Murcia. Rafi y Nico practicaban tenis en el mismo club, el Club de Tenis de Murcia. Y también, Rafi y Nico vivían a tan solo cinco minutos de distancia. A pesar de los numerosos puntos en común, jamás habían entablado una relación, nunca habían cruzado miradas, ni saludos de compromiso. Nada había ocurrido hasta el ATP de Barcelona del año 2013.

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“Muy loco. Mira, lo conocí en el Godó, a través de unas amigas de mi madre que jugaban en el Club de Tenis de Murcia donde él practicaba. Ellas me insistieron mucho para que fuera a ver el torneo. Esa misma tarde nos conocimos porque me lo presentaron. Y de broma, hablando, me quito un anillo que tenía en el dedo, se puso de rodillas y me dijo: ‘¿Te querés casar conmigo?’. Ese mismo día dije ‘este chico está loco’. Yo no paraba de reirme y él también. Fue en broma, pero dos años y medio más tarde acá estamos”, le dice Rafi Lardín a EfectoTenis.

“Camino al matadero”, me decía en chiste Almagro, unos meses antes de su casamiento, en una entrevista concedida a la página oficial del Argentina Open. Nueve meses después, también en una nota con el ATP porteño dice: “Probablemente, haberme casado con mi mujer, haya sido la mejor decisión de mi vida. “Es una persona totalmente diferente a lo que me he podido cruzar, me ha hecho ver la vida de una manera completamente distinta a lo que estaba acostumbrado. Una persona que siempre me ha sacado una sonrisa. Una persona que en ningún momento difícil me ha dejado solo. Una persona con la cual voy a recorrer un camino increíble, precioso, y de la cual no me quiero separar nunca”.

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En 2014, luego de haber compartido ocho duros meses juntos, donde Almagro se recuperaba de una fascitis plantar que lo obligó a pasar por el quirófano, llegaría la legítima propuesta de casamiento. No sería una más. La anécdota es digna de una película romántica dominguera que nos mantiene, como si fuese una fuerza magnética, pegados al sillón. A puro bombos y platillos, con lujo, mucha preparación y, sobre todo, con un desmedido amor, Nicolás Almagro desarrolló su mejor táctica para ganar el título que más deseaba.

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“Ésta es una locura. No he visto una cosa igual y mis amigas tampoco. Me llevó a Granada, a una montañita preciosa, toda nevada, con cabañitas de madera y un restaurante de gastronomía de alta gama. Fuimos a cenar y en cada plato había mandado a escribir una frase nuestra”, relata con una amplia sonrisa la señora Almagro.

Entrada: ‘Quiero estar contigo cada día de mi vida’

Plato principal: ‘Contigo hasta el fin del mundo’

Y así sucesivamente…

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Almagro y el coach argentino Mariano Monachesi.

EfectoTenis: – ¿Tenías tanta hambre como para comerte todo?

Rafi Lardín: – Como las frases eran largas le ponían poquita comida. -se ríe y continúa- Por lo detallista que siempre fue, no olía nada extraño. Pensé que era una más de las que me hace Nico. Terminamos de cenar y caminamos hasta nuestra cabaña,  que era la última. Veía que él iba muy rápido, muy acelerado y pensaba ‘qué raro, me está dejando atrás y escalando la montaña’. Entonces se adelantó y sobre la nieve había puesto un corazón enorme de velas que relucía una barbaridad. Nico estaba dentro del corazón de velas, arrodillado y con un cofre. Detrás había un corazón gigante, de tres metros, hecho de flores rojas hermosas”.

EfectoTenis: – ¿Dudaste un poco?

Rafi Lardín: – No, imagínate… Me quedé un poco porque no sabía qué decir.

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Las mellizas colombianas

6 Oct

A simple vista ya hay algo extraño. Ellas dos son idénticas. Resulta imposible saber cuál es cuál. La ropa es la misma, sus cuerpos y rostros pareces clonados, e incluso sus gritos de arenga tienen el mismo calibre de voz. “Vamos Manita”, le dice una a la otra. No podía ser de otra manera, éstas chicas son mellizas y no intentan diferenciarse en absoluto. En el partido de dobles por los cuartos de final del Women’s Circuit de San Carlos Centro, las hermanas colombianas Pérez García no pasan desapercibidas. María Paulina y Paula Andrea (sí, hasta los nombres son similares) explican cómo es ser mellizas y compañeras de circuito al mismo tiempo. Un mundo muy peculiar donde difícilmente una pudiera vivir sin la otra.

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María Paulina (arriba) y Paula Andrea.

“Mira, ella tiene piercing, un lunar y pelo rubio”, dice María Paulina, que intenta explicar las grandes (?) diferencias físicas que existen entre una y otra. A pesar de que están calcadas a causa de los misterios de la genética, en la personalidad dicen ser muy diferentes. “Ella (Paula Andrea) es más entrona, más arriesgada, más todo. Yo soy más seria. Ella es la que hace los amigos y después yo me meto”, aclara María Paulina, la melliza más grande, que le lleva tan solo sesenta segundos de adultez. “Ella es la que manda con la plata, la que dice qué hacer y cómo se hace. Esa es María Paulina”, responde Paula Andrea, la menor. “Yo soy la más grande, pero ella siempre es la mandona. Cuando se trata de responsabilidades me toca a mí”, remata la mana –abreviatura de hermana, come ellas se apodan- “responsable” sobre la autodenominada “loquita”. Si están mareados con los nombres, ésto recién empieza (?).

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Ambas tienen 19 años y son de Barranquilla, Colombia. María Paulina es 850°del ranking WTA, Paula Andrea 1249° del mundo y como profesionales obtuvieron dos títulos de doble juntas. El comienzo de esta particular historia de hermanas tenistas fue un tanto fortuito. Ninguno de sus padres esperaba dos criaturas en el vientre de su madre, la habitación solo estaba preparada para una. Las mellis fueron una sorpresa. “Ellos ni sabían. Pensaban que era una. En un accidente, mi mami se chocó la barriga. Entonces fueron al médico y mi papá se desmayó cuando se enteró que eran dos”, relata Paula Andrea. Y sin tomar un respiro continúa: “Somos el segundo matrimonio de los dos. La primera esposa de mi papá no podía tener hijos y le echaban la culpa a él diciendo que era infértil. Después se casó con mi mamá y no le creían que eran sus hijos, pero salimos exactamente igual a mi papá”.

Como es habitual entre hermanos, las peleas son diarias. Obviando este inevitable inconveniente, la compañía de un familiar durante el masacrante circuito tenístico es un beneficio con el que muy pocos cuentan. Una excelente oportunidad para combatir la soledad. “Peleamos todo el día, por estupideces, pero lo importante, como viajamos juntas no estamos solas. Por lo general, la mayoría de las chicas viajan sin compañía. A pesar que peleamos yo la tengo a ella y sé que va a estar ahí siempre”, manifiesta María Paulina, que junto a su hermana entrena en Cali, donde el “deporte blanco” está más desarrollado que en su natal Barranquilla.

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María Paulina al saque.

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El revés de Paula Andrea.

No obstante, a la hora de competir juntas en el doble, las trifulcas no aminoran. Jugar en una misma cancha y al lado de tu hermana significa tener el permiso de decirle cualquier cosa, de no guardarte nada. La sinceridad en un espacio donde se requiere una extrema concentración no es para nada recomendable.

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En 2014, campeonas de un Women’s Circuit disputado en Quito.

EfectoTenis: – ¿Cuando juegan juntas se pelean?

Paula Andrea: – Ayer jugamos muy mal. Yo jugué muy mal. Todavía estaba un poquito quemada y ella me decía ‘meté la pelota’. Yo le respondía, ‘marica, intento meter la pelota, pero estoy bloqueada. No puedo hacer nada’. Como que se frustró un poquito y más porque sabe que me puede decir las cosas.

María Paulina: – Ese es el problema. Tú cuando juegas con otra persona no le dices las cosas de frente, en cambio, como es mi hermana, le dices de todo.

Paula Andrea: – Uno no se alcanza a medir, entonces como que terminás hiriendo a la otra.

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EfectoTenis: – ¿Cuándo termina el partido se acaba la pelea?

Ambas: – No

Paula Andrea: – Ella sale por un lado y yo por el otro. ‘¿Pero Paulina porque estas caminando más adelante?’, le digo. ‘No estoy brava, pero tampoco quiero hablar’, me dijo. Pues vete.

María Paulina: – Es que estamos todo el día juntas – interviene – Jugamos el dobles juntas, dormimos en la misma cama, perdemos y tenemos que vernos.

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Más allá de las disputas on court, su fuerte unión es aquello que delinea su relación donde desborda la simpatía y frescura. Como dignas (?) hermanas mellizas, las travesuras en el cambio de identidad no escasean. A pesar de no haber compartido novio o haber falsificado un examen de matemática, las manas Pérez García aprovecharon el similar timbre de sus voces para intercambiar los roles. “Lo más lindo que hicimos fue por teléfono porque la voz se nos parece muchísimo. A veces la llamaba el ex de ella y contestaba yo”, cuenta con entusiasmo Paula Andrea. “Le decía ‘Hola, mi amor, ¿cómo estás? ‘, pensando que era mi hermana, pero no se daba cuenta. Y le digo, ‘Estúpido, soy Paula, no la Paulina. Del colegio nunca hicimos porque empezamos desde chiquiticas y nos diferenciaban”.

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Misma ropa y misma pose.

Cerrando el interrogatorio, EfectoTenis hizo valer la tenacidad periodística que tanto lo caracteriza (?). Finalmente, María Paulina y Paula Andrea no compartieron a ninguno de sus enamorados, pero sí lo hicieron en momentos diferentes. “Sí compartimos, pero no al mismo tiempo, cálmate”, aclara la menor de las colombianas. Mientras que María Paulina arremete: “Yo nunca me he metido con un hombre de ella, pero ella sí con tres míos. Te das cuenta la diferencia de respeto y seriedad”. La discusión sobre las menudencias del asunto emerge y el temor de haber desatado una nueva controversia moviliza a su fiel servidor. Sin embargo, ambas concluyen la discusión sabiamente. “No nos vamos a poner a pelear por esas estupideces porque no estamos con ninguno de ellos”.

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En Misiones, la suerte es chilena

31 Ago

– Che, ¿viste al chileno?
– Sí, ¿qué pasa?
– El viejo ganó la lotería.
– Me estás jodiendo, ¿de verdad?
– Sí, dicen que dos veces.

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Durante los dos días de cobertura de EfectoTenis en Posadas, esta conversación fue recurrente. En los pasillos del Itapúa Tenis Club circulaba el rumor que el padre del chileno Michel Vernier había ganado la lotería. Algunos decían que una vez, a otros les había llegado el dato que la suerte había aparecido en dos oportunidades. ¿Mito o verdad? Develemos el misterio (?).

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“Eso es lo que dicen”; “Sí estoy seguro, viejo”, eran otros de los testimonios que recorrerían las instalaciones del céntrico club misionero. Sin embargo, este secreto a voces nunca había sido chequeado por los integrantes del mundo del tenis. Nadie se había animado a preguntarle al oriundo de Santiago de Chile, pero todos daban por sentado que los Vernier tenían la fórmula para ganar el Quini (?).

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“No sé quién habrá inventado eso. Lo vengo escuchando hace cuatro años. En Chile arrancaron. No sé a raíz de qué. Obviamente, cero. De lo contrario estaría jugando en Europa sin importarme nada. De tanto que lo dicen, ojalá me la pudiera ganar”, le dice a EfectoTenis Michel Vernier, finalista del Future celebrado en Posadas.

Con su modulación veloz, digna de un auténtico chileno, el trasandino de 21 años relata que esta elucubración no lo afecta en la relación con los otros tenistas. Según Michel, nadie lo mira raro. “No hay que darle bola, tampoco. En definitivamente es un rumor que no me molesta en absoluto. Es chistoso. Más que nada me da risa. Tengo re buena onda con todos así que no pasa nada”, aclara.

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No obstante, el joven que alcanzó la definición atravesando la clasificación (ganó siete partidos hasta perder con Patricio Heras), arremete: “Nunca me lo han preguntado. Nunca me han dicho ‘Oye, ¿tú la ganaste?’”. Tal vez, al no aclararlo, lo que comenzó como un secretito terminó en un mito dentro del microclima que se vive en los Futures sudamericanos.

Si fuese verdad, y los millones estuvieran en su cuenta bancaria, Vernier no cambiaría nada de su vida. Así está más que bien. “Seguiría viviendo mi vida normal. El tema de la plata no te soluciona la vida. Te ayuda, pero sería un peso menos durante las giras”, relata.

EfectoTenis: – Ponele que es verdad y me tenés que dar seis números, ¿cuáles serían?

Michel Vernier: – No te los daría (risas).

ET: – Daaale.

MV: – Bueno. 1, 7, 3, 4, 10 y 12. Si te lo ganás me tienes que dar la mitad a mí.

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LA MEJOR SEMANA DE SU CARRERA

Previo al comienzo del Future de Posadas, Michel Vernier (1141° ATP) nunca había alcanzado los cuartos de final de un torneo de esta categoría. Hasta el momento, su carrera no era más que  luchar en las qualys, pequeña competencia previa que otorga lugares para el cuadro principal.

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De hecho, la relación entre Vernier y el tenis es reciente. Hasta los quince años jugó al fútbol en las divisiones inferiores de Audax Italiano. De allí se fue porque no le gustaba el entorno, donde sus mismos compañeros robaban dentro del vestuario. Según una anécdota que relata, el entrenador que lo dirigía en el club de “Los Tanos” le dijo que para jugar al fúlbo (?) tenías que ser pobla, término equivalente al lunfardesco villero. “Arranqué a jugar al tenis y no paré. De una al profesionalismo”, señala Michel.

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Volviendo a Misiones, el aire del Litoral le sentó bien y, viniendo desde la clasificación, alcanzó la final. En el camino eliminó al primer preclasificado, el guatemalteco Christopher Díaz-Figueroa (404°), al japonés Uchida (570°) y al argentino Hernán Casanova (475°), entre otros.

“Fue una semana súper linda. Me sentí súper cómodo. Gané buenos partidos y hubiese sido mejor aún cerrarla siendo campeón. Así es este deporte… Tuve mis chances, pero no las pude aprovechar. Sabía que con (Patricio) Heras iba a ser un partido duro”, comenta con sencillez Vernier, que en Posadas casi se gana la lotería tenística.

Fotos: Le Tenisse / Sebastán Capristo y El tenis que no vemos / Mercedes Fuentes.

Lajovic, el mango lover

15 Jul

– Tengo una sorpresa para vos.
– ¿Sí?
– Una fruta.
– ¿Una fruta? ¿Mango?

“Hoy justo me dieron uno en el hotel”, le dice Dusan Lajovic a EfectoTenis, después de recibir su fruta preferida. Luego de una exhaustiva búsqueda (?) por todas las verdulerías de gran parte de la Ciudad de Buenos Aires, el tan preciado mango apareció. El serbio de 25 años, uno de los convocados para disputar los cuartos de final de la Copa Davis frente a Argentina, en Tecnópolis,  está feliz de volver a probar uno de sus alimentos predilectos. Una pasión del paladar que comenzó en Kenia.

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Dusan luego de recibir el presente de EfectoTenis.

Al ser uno de los tenistas representados por la empresa del prestigioso coach alemán Dirk Hordoff, Lajovic aprovecha las comodidades que le brinda su manager y realiza la pretemporada en tierras africanas. Pero, ¿por qué exigir su cuerpo  en el país donde nacieron los mejores maratonistas? “Mi manager tiene una buena propiedad allí. El clima es similar al de Australia. Es por eso que hacemos la pretemporada ahí”, comenta Lajovic, actual 96° del ranking mundial, que encuentra en Kenia el lugar perfecto para preparar el primer Grand Slam del año, el Australian Open.

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A raíz del bendito mango que probó Lajovic en Kenia, descubrimos que Dirk Hordoff, ex entrenador de Rainer Schüttler (ex 5° del mundo y medallista de plata en Atenas 2004) y Yen-Hsun Lu está asociado con otro serbio: Janko Tipsarevic, que también fue su pupilo. Otro de los jugadores que el dúo alemán-serbio representa es el joven tenista argentino Matías Zukas, quien a principio de año realizó la pretemporada en Kenia. Además, el junior mendocino Manuel Peña López  es manejado, desde el 2014, por la firma de Hordoff y Tipsarevic.

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Tipsarevic, también presente en Argentina. / Ph: Sergio Lllamera.

Lejos de conocer el lunfardesco término “No tengo un mango”, Lajovic, octavofinalista en Roland Garros 2014, quema todas sus energías en el segundo entrenamiento que realiza en Buenos Aires. Es que si estás en Argentina y sos un alma caritativa, ésta tradicional frase despertará tu generosidad. Conmovido por la expresión que denota la falta de dinero de una persona desembucharás algún peso y ayudarás al carenciado sujeto. En cambio, si estas paseando con tu mujer por Cuba y un morocho le grita “Eres un mango, tica”, mejor apartala del revolucionario compañero. En la jerga cubana significa que una mujer está buenísima. Cortemos con el divague. Para el serbio, fanático del Barcelona, el mango solo representa el nombre de una de sus comidas favoritas.

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Dentro del repertorio de Lajovic se destaca un estético y anguloso revés a una mano. Otra vez y como si fuese una fábula porteña, un argentino mete la cola. Uno de los referentes del nacido en Belgrado es Gastón Gaudio. Para Lajovic, el Gato, también dueño de un virtuoso revés a una mano, fue uno de sus espejos dentro del tenis. “De chico veía mucho sus partidos y disfrutaba al verlo jugar, especialmente cuando lo hacía sobre polvo de ladrillo. Eso tuvo un impacto en mí. Me gustan los jugadores que tienen un buen revés a una mano“, le manifiesta Dusan a EfectoTenis.

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En cuanto al campeón de Roland Garros 2004, Lajovic, un fiel admirador, se dedicó a copiar algunas cosas de Gaudio. “Su temperamento no, pero sí trataba de copiar su revés. Al final encuentras algo propio, pero también realizas mejoras en base a lo que ves en otros jugadores”, comenta con humor el europeo, que de chico encontraba complicaciones en ese golpe, pero después, con un poco más de fuerza para mover la raqueta, se convirtió en un arma dentro de su juego.

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Slo-mo del revés del Gato.

Como vos autorizada del revés a una mano, un golpe que pierde terreno ante la confiabilidad que brinda el de a dos manos, se anima a hacer un podio de los jugadores que mejor llevan a cabo este tiro. “El primero en el que pienso es en Stan (Wawrinka) porque tiene mucha fuerza en ese golpe. En cuanto a los ángulos podemos incluir a Guga (Kuerten). También a Gastón (Gaudio) y Gasquet, pero la poderosa manera que Wawrinka impacta lo pone en el primer lugar”, relata Lajovic, quien podría ser el segundo singlista del equipo serbio que se enfrentará a la Argentina en el inédito polvo de ladrillo techado montado en uno de los galpones del enorme predio de Villa Martelli.

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Setenta grandes reveses de Stan Wawrinka.

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El equipo serbio de Copa Davis, todavía falta el vererano Nenad Zimonjić. /Ph: Sergio Llamera.

Finalmente, Dutzi, como lo apodan los más cercanos, recuerda su anterior visita a Buenos Aires, durante el Argentina Open 2013. “Iba a cenar por Palermo y las Cañitas, a un restaurant que está en una plaza. Era uno bueno. Tenía buena carne. Allí comí ‘asadou de tirah’”, cierra a pura tonada argentina. Olvido decir qué pidió de postre. Intuimos que fue un mango.

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LOS CONSEJOS DE NOLE

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Además de comandar el equipo que se alzó con la primera Copa Davis en la historia de Serbia, Novak Djokovic, el número uno del mundo, suele acompañar a los jóvenes tenistas locales que están emergiendo. Desde hace años, Dusan Lajovic, amigo de Nole, recibe invaluables recomendaciones del reciente campeón de Wimbledon. “No consumas drogas. Esa es una muy importante”, dice Lajovic en chiste. “Realmente no recuerdo una en particular, pero, por ejemplo, si no me siento cómodo con algo siempre puedo preguntarle y él me da un buen consejo. No hay secretos entre nosotros y es muy bueno tener a alguien tan grande como él, alguien que ha conseguido tantas cosas en la vida”, cierra Lajovic, que intentará aprovechar los tips del mejor jugador de la actualidad.

El último argentino que pasó la qualy de Wimbledon

24 Jun

En las últimas trece ediciones de Wimbledon, sesenta y ocho tenistas argentinos pasaron por la clasificación del mítico Grand Slam londinense. Solo cuatro alcanzaron la rueda final, es decir, la entrada, el partido que determina si ingresás o no al cuadro principal. Solo uno (de sesenta y ooocho, diría Riverito (?)) logró sobreponerse al resbaladizo y traicionero césped. En 2002, Juan Pablo Guzmán marcó un precedente al atravesar la qualy del tercer Major de la temporada. Entrenar en una cancha de fútbol, jugar sin las zapatillas adecuadas y resbalarse hasta moretonearse las caderas. La historia del último clasificado albiceleste en Wimbledon.

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Previo a disputar su primer Grand Slam, donde finalmente clasificaría, Juan Pablo Guzmán había participado en el Challenger de Weiden, en Alemania, en el cual había sido eliminado rápidamente. Junto al también ex jugador Diego Veronelli, Daniel Orsanic -actual capitán del equipo argentino de Copa Davis y por aquel momento su entrenador- y unos pocos dólares emprendieron el viaje hacia la aventura verde.

“Nunca había jugado en césped, ni siquiera tenía zapatillas de pasto. Durante varios días entrenamos en una cancha de fútbol que había en el club y allí hacíamos movimientos de volea y todo lo relacionado con la movilidad. Como para no hacer papelones cuando nos toque el césped”, le dice Juan Pablo Guzmán, ex 100° del mundo en 2007, a EfectoTenis. “Llegamos el viernes (la qualy empieza el lunes) y estábamos alucinados. Todos los días previos entrenamos mil horas. Era divertido. No era una semana más, para Diego también era la primera qualy de un torneo grande”, relata Guzmán que compartía, junto a Orsanic y Veronelli, una diminuta habitación de un hotel de Earls Court, barrio londinense ubicado a cinco millas de Wimbledon. En lo financiero, la época no ayudaba. La Argentina atravesaba una de sus peores crisis económicas. El rebusque de dormir en un cuarto pequeño era algo menor comparado al sueño deportivo de jugar el torneo que siempre habían visto por televisión.

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La estación de subte de de Earls Court.

“A medida que los días pasaban nos íbamos sintiendo cada vez mejor. Para mí, desde chiquito, ver una cancha verde significaba ver fútbol y una pelota rodando. Jamás me imaginé estar jugando al tenis en la misma superficie que desde pequeño me había tenido pateando y corriendo atrás de una pelota, pero en este caso más chiquita y amarilla”, recuerda Guzmán desde Londres, en el mismísimo Wimbledon, donde actualmente está ayudando a un amigo que entrena a una tenista rusa.

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Hace apenas dos semanas terminó su vínculo de siete meses con la rumana Sorana Cirstea.

Bajo el prejuicio y la incertidumbre con la que conviven los tenistas latinoamericanos cada vez que pisan el césped, los objetivos no iban más allá de disfrutar y tal vez ganar algún partido. Además, la inexperiencia (y disminuida billetera) de Guzmán llegaba al punto de no contar con las zapatillas adecuadas para competir en la patinosa superficie, donde los porrazos son cosa de todos los días. Conseguir prestado un calzado era algo esencial para el debut.

Jurgen Melzer of Austria slips during his men's singles tennis match against Jo-Wilfried Tsonga of France at the Wimbledon Tennis Championships, in London June 23, 2014.            REUTERS/Max Rossi (BRITAIN  - Tags: SPORT TENNIS)

“Ni siquiera tenía zapatillas de césped. Se necesitan mucho, sino es imposible pararse. La única esperanza era pedir algunas prestadas a algún argentino o conocido. Diego (Veronelli) tenía. El día anterior, cuando miramos el horario, nos dimos cuenta que nos había tocado a la misma hora. Las chances eran nulas. En primera ronda me tocó con un tipo grande en ese entonces, Laurence Tieleman, creo que se llamaba, gane 9-7 en el tercero. Me caí, fácil, unas diez veces durante el partido. Los dolores después del match se duplicaron y la felicidad era enorme. Para la segunda rueda conseguí un par de zapatillas y era muy diferente. Gané jugando muy bien”, manifiesta con extrema puntillosidad el zurdo de 34 años, retirado en 2008 por una lesión en la muñeca derecha.

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Ya con zapatillas, confianza y nada que perder llegaba la tercera y última ronda. Una de las particularidades más destacadas de la clasificación de Wimbledon es que la entrada al cuadro se juega al mejor de cinco sets. Para Guzmán, por aquel entonces 294° del ranking y sin experiencia en los torneos grandes, era el primer partido que jugaba bajo esa modalidad. Sin embargo, la incertidumbre no lo paralizó. “El mayor miedo que tenía era que por primera vez en mi vida iba a jugar un partido a cinco sets y no sabía cómo podía llegar a responder si se alargaba. No sabía si empezar al 100% o un poco más tranquilo, porque la ansiedad a veces te puede jugar una mala pasada. Pero dije, ya está, empiezo con todo y después vemos qué pasa. No quería dejar pasar ni una chance”, señala el bonaerense, que finalmente venció en sets corridos al holandés Roger Wassen.

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Guzmán junto a Ormaechea, pupila durante 2013.

Como decíamos, la qualy de Wimbledon es singular. Para empezar, el torneo clasificatorio no se lleva a cabo en el emblemático All England Lawn Tennis Club, sino en el Bank of England Sports Ground, en Roehampton, a unos kilómetros de la sede oficial. Como bien apunta el blog FueBuena en esta interesante nota, la fase previa se realiza allí desde 1978.

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La incesante actividad en la qualy, una cancha al lado de la otra.

Para Guzmán, la proesa de pasar la qualy significaría ganarse el derecho de entrar al All England, al verdadero Wimbledon. En primera ronda le tocaría enfrentar a su compatriota Gastón Gaudio –por ese entonces 28° del mundo-, donde caería en sets corridos. “Cuando me tocó ir a Wimbledon, ahí sí que cambió todo, y mucho. De chico, mi sueño cuando miraba la televisión era jugar Wimbledon. Cuando llegué y observé lo que alguna vez había visto por la tele me corrió un frío hermoso por el cuerpo. Son esos momentos que te volvés a sentir el mismo niño que miraba por la tele jugar a los grandes. Todo es diferente: canchas, vestuarios, sala de jugadores. Todo lo que te puedas imaginar”.

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Los vejetes y las silletas plegables. Harmoso (?), Roehampton.

UN KARMA PARA LOS ARGENTINOS

Desde 2002 a 2014, sesenta y ocho tenistas argentinos participaron de la qualy de Wimbledon. Solo cuatro llegaron a la ronda final: Juan Pablo Guzmán (el único que entró al cuadro), Diego Veronelli, Diego Hartfield y Nicolás Todero. ¿Por qué les cuesta tanto a los argentinos?

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Seguimos con el boom (?) de las  silletas plegables y los infaltables paragüas.

En principio, por la genética tenística, el jugador argentino está acostumbrado al polvo de ladrillo, a la cancha lenta. El cambio de una superficie a otra es brusco. La pelota casi no pica, los apoyos son inestables y los sacadores potentes –una característica que no abunda entre los tenistas nacionales- sacan ventaja.  “Puede ser que no sea la superficie que más le guste a los argentinos. También, algunos aprovechan las semanas previas para jugar algunos Challengers e  intentar sumar un poco de puntos. Desde mi punto de vista habría que preparar el torneo y jugar por lo menos alguna semana antes para acostumbrar el cuerpo, la vista y el juego, porque es bastante diferente a lo que puede ser el polvo de ladrillo”, opina Guzmán desde tierras británicas.

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Nicolás Kicker, eliminado en la primera ronda la qualy, pero cumpliendo el sueño de jugar su primer Grand Slam.

En la edición 2015 de la fase previa de Wimbledon, ocho argentinos integraron el cuadro clasificatorio. Hasta ahora sobrevivieron cuatro: Horacio Zeballos, Facundo Argüello, Guido Andreozzi y Guido Pella. ¿Podrá alguno de ellos cortar la mala racha de más de trece años?

DESDE ADENTRO

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Con la colaboración del entrevistado armamos este video donde podés disfrutar de los entrenamientos de Rafael Nadal y Novak Djokovic -que tira un lujazo- en Aorangi Park.

Christo Van Rensburg: el único campeón africano en Buenos Aires

11 Abr

Hurgando en el archivo del ATP de Buenos Aires, la edición de 1995 trae una curiosidad. En aquella oportunidad, el torneo porteño tuvo a su primer y único campeón africano. Su nombre es Christo Van Rensburg, es sudafricano y ganó el dobles junto al estadounidense Vincent Spadea. Además de esta particularidad, Van Rensburg, 19° del ranking en 1988, vivió en primera persona el conflicto del Apartheid y hasta conoció a Nelson Mandela.

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“Estaba viendo qué día sacaría los boletos de avión para volar a casa. Para mí era el último torneo del año. No veía a mis padres desde abril. Había dos vuelos durante esa semana: miércoles a la noche o domingo. La programación salió y nos tocaba jugar el miércoles a la noche. Aunque fuese derrotado, no podría volver a casa. No había tiempo suficiente para tomar el vuelo de vuelta. Había solo una opción, y perder no era esa”, le dice Van Rensburg a EfectoTenis mientras relata aquel triunfo en Buenos Aires que determinaría al único campeón africano en la historia del actual Argentina Open.

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Set de cuchillos que compró en Argentina y que aún sigue usando.

“Ahora estoy descansando con todo el dinero que (Vincent) Spadea me hizo ganar en Buenos Aires, en el 95’ [risas]. También jugué dobles con mi amigo Javier Frana. Nunca perdimos un partido. Así que jugar en Argentina o con un argentino fue muy bueno para mí”, dice con humor el sudafricano de 52 años que actualmente reside en Austin, Texas, donde dirige su propia marca de indumentaria deportiva. En los últimos años de su carrera, Van Rensburg decidió pintar su encordado dibujando una “carita feliz”. Esa simple acción se convirtió en un símbolo identificativo para el sudafricano que más tarde terminaría fundando su empresa de ropa llamada “F-ACE”, en referencia a aquel particular hábito.

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En su raqueta, la carita feliz.

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También tienen una línea de ropa interior que incluye tanguitas (?).

EL APARTHEID Y MANDELA

Nelson Mandela le tiende la mano a Van Rensburg. Madiba, que por aquel entonces era presidente de Sudáfrica, saluda al equipo de Copa Davis de 1996, que hacía unos pocos años había vuelto a la competición luego de ser expulsados en 1979. Una de las últimas series del equipo sudafricano ocurrió en 1974, cuando fueron campeones pero de una manera muy controvertida. En aquella setentosa edición,  los africanos ganaron por primera y única vez el torneo, luego de haber pasado dos series sin haber jugado. Sus rivales, que se oponían a enfrentarlos por su postura ante el Apartheid (sistema de segregación racial que consistía en la división de la población en grupos raciales donde los blancos ejercían la autoridad) abandonaron y Sudáfrica  pasaba de ronda. Así lo hizo dos veces. Incluso en la primera instancia frente a Argentina. En la final, India decidió no participar y así llegó la Ensaladera.

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El equipo sudafricano de Copa Davis campeón en 1974.

Esa fue la única final de la historia de la Copa Davis que no se jugó. Lo político había metido la cola. A fines de los 70’ llegaría la expulsión de Sudáfrica de la Copa Davis, país donde a los negros no les estaba permitido votar, eran obligados a vivir en guetos, se les restringía el acceso a zonas reservadas para blancos y el contacto sexual interracial era un delito. La situación, en el ámbito deportivo, era insostenible.

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Van Rensburg y Mandela, para la mesita de luz.

Volviendo a la foto, Mandela, con las miles de ocupaciones y compromisos que tenía por aquellos momentos, entendió la importancia de la vuelta de la Copa Davis a su país. En un aeropuerto privado donde citaron a los deportistas, el líder político saludó a cada uno de los tenistas, entre ellos, a Van Rensburg, que recuerda aquel instante tan significativo. “Estábamos todos muy entusiasmados. Fue genial tener esos pocos minutos con él. A todos nos hizo sentir importantes y se tomó su tiempo para sacarse fotos con cada uno de nosotros. A nuestras esposas y amigos más cercanos  les estaba permitido presenciar el momento. Nos dio un buen discurso sobre el honor de jugar por tu país”, relata el nacido en Uitenhage, localidad ubicada a 35 kilómetros de Puerto Elizabeth.

Finalmente, en aquella serie frente a la Austria de Thomas Muster –por aquel entonces número uno del mundo-, Sudáfrica ganó y el saludo con Mandela quedó en la retina de Van Rensburg que entiende la importancia de su figura. “Acerca de lo que dice la gente sobre Mandela, él era un hombre fiel a su palabra. Fue la mejor persona para realizar el trabajo que le fue asignado. Era muy difícil hacer que la nación se una, pero él creció en el corazón de muchos sudafricanos blancos. Tampoco estaba asustado por mostrar sus emociones cuando llegó al deporte”, dice Van Rensburg en referencia a la Copa del Mundo de rugby de 1995 ganada por su país y que se convirtió en un hito en el proceso de integración que estaba ocurriendo.

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Christo, contemporáneo a Martín Jaite.

Previo a ese encuentro, en 1992, Sudáfrica sellaría su vuelta a la Copa Davis. Por su inactividad desde su última serie en 1978, los africanos, a pesar de tener grandes jugadores, empezarían desde la más baja categoría: en el grupo tres de la zona europea/africana. Van Rensburg fue el primero en volver a representar a Sudáfrica en la mítica competencia por países. El primero en jugar desde la instauración del Apartheid. El primero en jugar desde que éste dejó de estar en vigor.

“Todos en el equipo estaban bromeando con que “recuerda que si pierdes el primer punto quedarás en la historia como el primero en perder luego de volver a la Copa Davis”. Algo que sabía, era que tenía que ganar el sorteo, porque mis mayores puntos a favor eran el saque y la volea. Todo salió bien.  Lo gané. Cuando el umpire dijo “Sudáfrica al servicio” empecé a temblar de los nervios. Ése significaba el punto más importante que jamás iba a jugar. Mis amigos me miraban. Ellos estaban riendo, sabían que ganaría el partido [por la superioridad ante un inexperimentado rival], pero ese punto era muy grande, por toda la historia que tenía detrás”, recuerda Van Rensburg de aquellos partidos disputados en Túnez donde le ganaron a Camerún, Argelia, Túnez, Senegal y Congo.

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Junto a los hermanos Bryan.

“Recuerdo haber metido el saque en el centro del cuadrado. Era muy sencillo pero por los nervios me ubiqué en el medio de la cancha. Cuando miré, mi rival camerunés tenía diez opciones para pasarme. Fue el peor segundo servicio de mi vida. Wayne Ferreira [compañero de equipo y 6° ATP en 1995] me hubiese pasado con su mano izquierda y con los ojos tapados. Por alguna razón, tal vez como recompensa por haber leído siempre la Biblia y por haber rezado todas las mañanas y tardes, él erró la pelota. Definitivamente fue una ayuda de arriba. Recuerdo cruzar mirada con mi capitán, Keith Diepraam, y los dos sonreímos”.

EL APARTHEID EN SU CASA

“Habiendo sido criado en un hogar y viendo como mis padres trataban a las personas de todos los colores, nunca se me cruzó por la mente que hubiese algún tipo de segregación. Más tarde llegué a entender lo que estaba ocurriendo”, comenta Van Rensburg en relación a cómo se vivía el Apartheid en su propio hogar.

“Teníamos a una mujer negra que me cuidaba cuando mis padres estaban enseñando en la escuela. Hicimos cosas juntos. Los domingos, mi familia siempre comía una pata de cordero. Los lunes, mi madre le asaba otra pata para la mujer y el hombre negro que nos ayudaban dentro y fuera de la casa. Nunca tuve la sensación que fuesen diferentes. Los veía ayudarnos porque mis padres eran profesores y necesitaban una niñera. En mi casa no había un sentimiento de Apartheid”, agrega el sudafricano, ganador de dos títulos ATP.

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Museo del Apartheid, en Johannesburgo.

Con el paso del tiempo, su mente se fue formando y empezó a tomar conciencia de las desigualdades que ocurrían en su país. “Después, cuando fui más grande, sí me di cuenta que no era correcto dejar que las personas de color se sentaran en el fondo del colectivo y que tuvieran asientos diferentes para mirar deportes. Teniendo una gran población de gente negra, lo correcto era traer a Nelson Mandela para que nos una a todos. Leí muchas historias sobre aquellos duros tiempos para la gente de color y lo siento mucho por sus luchas”.

La historia detrás del partido más corto del Challenger Tour

19 Nov

Después de 26 minutos y 45 segundos, la derrota y el record ya eran un hecho. En el anonimato que significa jugar la primera ronda de la clasificación del Challenger de Bratislava, en Eslovaquia, dos locales se convertirían en recordistas del Challenger Tour. El 6-0/6-0 que Martin Blasko le proporcionó a Lukas Jelenik sería el partido más corto en la historia del segundo escalón del profesionalismo. EfectoTenis pudo corroborar el dato según las estadísticas proporcionadas por el enciclopédico periodista argentino Eduardo Puppo, en contacto con la ATP. Hurgando en el archivo, el despacho más veloz de la historia fue en 2001, en Shanghai. El verdugo fue el español Francisco Clavet  que le regaló una “bicicleta” (N. de Ref: en la jerga tenística se lo llama al doble 6-0) al chino Shan Jiang que apenas duró 25 minutos en cancha.
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El saludo post partido.

Desde aquel fugaz partido (disputado el sábado 1° de noviembre de este año) donde Martin Blasko ganó 48 puntos sobre el cemento eslovaco. Del otro lado de la red, Lukas Jelenik, de 28 años, apenas ganó doce tantos, ocho con su servicio y cuatro devolviendo el segundo saque de Blasko. Sin embargo, lejos de parecerle una deshonra, Jelenik cumplió uno de sus sueños como tenista amateur, jugar por primera vez un Challenger, y en el Court Central de su ciudad.
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Jelenik y su derecha.

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Viernes 31 de octubre. 19 horas. La firma de los jugadores que jugarán la clasificación del Slovak Open, torneo que reparte €85.000 en premios, es hasta las 21 horas. Lukas Jelenik no tiene nada que perder. Llega puntual, como quien no quiere perderse la oportunidad de su vida y por las dudas asiste temprano, y firma. Tendrá que esperar hasta las 22, cuando el cuadro ya esté armado. Ahí, después de tres horas, sabrá si jugará o no su tercer torneo profesional, anteriormente participó en dos Futures. En su interior, él siente que no lo jugará, pero uno nunca sabe. Lukas Jelenik mantiene la esperanza.
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“A las diez de la noche volví al club a ver si de casualidad había entrado. Sorprendentemente vi mi nombre en el cuadro (de la clasificación) y también vi que jugaría en el Court Central. La emoción fue muy grande. El tenis es mi pasión”, le cuenta Jelenik a EfectoTenis.  “No me dieron un wild card (WC). No entiendo por qué estaba escrito al costado de mi nombre”, intenta explicar, desde Bratislava. Él desconoce las reglas. Dice que no le dieron una invitación para jugar el torneo. Sin embargo es la única vía “legal” para que alguien sin ranking ATP (de singles o dobles) pueda competir en la clasificación de un torneo del Challenger Tour.  Ante la falta de jugadores con ranking, la organización lo incluyó en el cuadro, mediante un WC. “Tengo un ranking nacional en Eslovaquia, esta temporada estuve 61°. La firma para el Challenger de Bratislava fue el viernes, entre las 19 y las 21. Llegué a las 19 y probé suerte”, escribe en inglés este tenista amateur que tiene una historia de vida aún más interesante que su record de ser el “perdedor más veloz”.
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El detalle del partido y el cuadro.

Desde que tuvo un año y hasta los seis de vida, Jelenik vivió en Mozambique, país ubicado en el sureste de África. Su padre, un diplomático, de esos que van girando (lease shirando (¿)) por el mundo y llevan a su familia como equipaje, se dedicó a viajar durante la infancia de Lukas que en Maputo, capital de Mozambique, empuñó un a raqueta por primera vez. “Empecé a jugar a los cuatro años donde vivía junto a mis padres. A esa edad, el tenis solo era para divertirme. La vida en Mozambique fue linda, interesante. Después, también viví en Portugal. Allá jugué seriamente para el Club Benfica. Mi entrenador era el ex coach de Marcelo Ríos, del cual no recuerdo el nombre”, relata Jelenik que sacó rédito a su nómade niñez aprendiendo inglés, portugués –se habla en Portugal y Mozambique, ex colonia portuguesa- y hasta español, obviamente incluyendo el eslovaco.

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Jelenik y sus primeros años en África.

Además del tenis, actividad que practica una o dos veces a la semana, Jelenik  trabaja en una reaseguradora suiza. Debido a su fanatismo por la Liga Portuguesa comentó tres partidos del fútbol luso para el canal “Slovak Sport”; mientras que hace siete años que escribe –según él, como hobby- para un diario deportivo eslovaco.  “Soy un gran fan del Benfica. Jugué al tenis para ellos y vivía a tan solo 500 metros de su estadio. Obviamente me gustan mucho los jugadores argentinos como: Enzo Pérez, (Eduardo) Salvio, Ezequiel Garay y (Ángel) Di María que desafortunadamente se fue”, manifiesta con lamento este moza-portu-eslovaco (?), un auténtico trotamundos.

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Hace unos años, junto a Eusébio, gloria del fútbol portugués fallecido en 2014.

”A los 28 años y teniendo un trabajo, el tenis es mi hobby. Lo que es gracioso es que ahora que es un hobby logré los mejores resultados de mi carrera”, comenta con orgullo. Volviendo al particular match que tomó nuestra atención, el eslovaco dice: “En la primera ronda me sentí bien. Sabía que no tenía nada que perder. Fue una experiencia inolvidable, y aunque no pude ganar un game, tampoco puedo ser comparado con esos jugadores que entrenan todos los días mientras que yo juego solo una o dos veces a la semana”. También agrega que fue interesante tener ballboys, umpire y jugar en la cancha central, aspectos a los que un tenista amateur no está acostumbrado.

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Dos glorias eslovacas (?): Jelenik y el Topo Dominik Hrbaty.

En un ámbito distendido, teniendo en cuenta un chat que entró en confianza, Jelenik habla sobre su saque, su gran arma dentro del amplio (¿) abanico de golpes que dispone: “Realmente quedé impresionado con mi saque. Mis amigos me conocen como “el que saca fuerte”. Lamentablemente tuve un bajo porcentaje con mi primer servicio (44%), sino tal vez hubiese podido ganar un game”.
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Un saque a 201 km/h.

Lejos de apichonarse con la abultada derrota, Jelenik comenta que el próximo año jugará más torneos profesionales y también analiza, con humor, la particular plusmarca que deberá cargar en sus hombros. ”Sé que mi partido fue el más corto, je. Bueno, alguien tiene que tener un record negativo, jaja. Lo tomo de manera divertida”.

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