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El medallista sin medalla

19 Ago

Hace aproximadamente un año, durante una mudanza, Javier Frana se ilusionó al escuchar cuatro palabras que venían del otro extremo de su antigua casa. Quien le gritaba era su mujer. “¡Mirá lo que encontré, Javi!”, decía ella. “Vamos, la encontramos”, pensó automáticamente el ex tenista de 49 años. Pero no, el hallazgo de su señora no era el descubrimiento que sospechaba. Una vez más se ilusionaba y recordaba la falta de un objeto que, por estas semanas, todos quieren colgarse en el cuello.
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De izquierda a derecha: Frana, Goran Ivanisevic y Christian Miniussi.

Javier Frana es una persona que no le otorga demasiada importancia a los trofeos que materializan los títulos obtenidos a lo largo de su carrera. Dice que no le gustan los deportistas que viven colgados del recuerdo. De hecho, para graficar este sentimiento, después de haber ganado el primer o tercer título de su carrera -no recuerda con claridad el dato-, la ATP le entregó una copita de vidrio por haber alcanzado ese hito. El trofeo llegó en varios pedazos. El ex tenista argentino no le dio trascendencia, ni siquiera pidió una réplica del mismo.

Siguiendo esta línea de comportamiento, debajo de la cama de su ex casa, en una caja de zapatos guardaba el mayor logro de su carrera: la medalla de bronce obtenida en el doble de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Después de habérsela mostrado a un amigo de su hijo mayor, Frana sintió que era un tanto arriesgado dejarla ahí, tan expuesta. Por eso la cambio de lugar. ¿A dónde? Todavía no lo sabe. Jamás la volvió a ver.

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“En los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 vino mi hijo con dos amigos a jugar y estábamos viendo una de las premiaciones. Mi hijo, que por ese entonces tenía 13 ó 14 años, me dijo ‘Papá, ¿le mostrás la medalla a Santi?’”, le cuenta Frana a EfectoTenis en un café de la localidad bonaerense de Pilar.

El actual comentarista televisivo de ESPN es de tomarse silencios largos para continuar sus historias. Tal vez, como producto de su experiencia frente a la cámara, nunca usa la maradoniana (?) muletilla “Ehhh…”. En esos segundos en los que razona simplemente no habla, Frana piensa. El esfuerzo por recordar los momentos con puntillosidad, nos hace dudar si está recordando las cosas que hizo durante aquellos días, en los cuales buscaba la medalla obtenida junto a su compatriota Christian Miniussi. Quién te dice que, en una de esas, la encuentra a través de sus pensamientos.

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“Pasaron los años, abrí la caja y me dí cuenta que la medalla ya no estaba más ahí. ¿Dónde la habré puesto? Me acordé que la última vez que la vi fue cuando se las mostré a los chicos. ¿Dónde la habré guardado? Me acuerdo que había dicho que en ese lugar no la iba a volver a poner”, cuenta el zurdo nacido en Rafaela, Provincia de Santa Fe.

A partir de ese instante, comenzó a inspeccionar cada recoveco de su casa. Lo hacía por zonas. Por ejemplo revisaba las camperas y los pantalones, creyendo que había quedado en un bolsillo. Sin embargo, no la podía encontrar en ningún lado. “Quería mudarme urgente para revisar cosa por cosa. Capaz aparecía en el bolsillo de un short que la guardé creyendo que la había escondido bien. Pero no, me desapareció. No estaba”, cuenta Frana sobre la mudanza que realizó el año pasado.

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Frana, el último argentino que consiguió un título sobre césped. En 1995 ganó Nottingham. 

“Tuvimos robos domésticos, bastante sistemáticos y  los descubrimos tarde. Sobre la medalla, no sabés si de repente lo hizo porque sí o por maldad. Tampoco tiene un gran valor: no es de oro, ni es una alhaja. Su valor es simbólico. Saldrá, qué sé yo, quinientos pesos. Tampoco quiero juzgar, pero es una de las posibilidades”. La otra alternativa que baraja el dueño de 10 títulos ATP (3 en singles y 7 en dobles) es que la haya guardado en una campera que donó o regaló. “Capaz, la persona que lo recibió pensó que era una medalla de un torneo de fútbol y la revoleó”.

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Mientras Frana habla, el frío bonaerense se siente en las mesas externas del café. Dice que no lo sufre, una gruesa campera beige lo protege. Aun así, mientras cuenta la pérdida de su medalla olímpica se frota las manos para generar calor y vuelve a explicar su falta de estima hacia los trofeos. “Siempre admiré a aquellos deportistas que fueron muy grandes, pero no te lo hacen saber. No me gusta el deportista que vive colgado del recuerdo y que todo lo referencia hacia su época. Eso me genera mucho rechazo. Todo lo poquito importante que pude haber ganado como el plato de la final de dobles de Wimbledon, el título de dobles mixto en Roland Garros están guardados. Están puestos muy sutilmente por ahí, pero no tiene una trascendencia”.

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No obstante, la presea de bronce es su cosecha más valorada. Más allá del premio participar en tres Juegos Olímpicos (Seúl 1988, Barcelona 1992 y Atlanta 1996) lo ayudó a tener perspectiva en la vida y en el deporte. “Es mágico. Es difícil de explicar porque no solamente es el anonimato, sino entender otras disciplinas. Ponés en contexto tu sacrificio como tenista, que si bien es muy alto, también está bien remunerado. Tenés algo a cambio. Hay otros deportes que hacen un  esfuerzo enorme y es exclusivamente por el amor al deporte, porque económicamente no tienen demasiados recursos”, contaba en el podcast sobre historias del tenis olímpico de EfectoTenis. “La medalla es lo que más sufro, pero la vida va por otro lado”, cierra Frana, el medallista olímpico sin medalla.

Segundos de gloria

18 Jul

Ocho segundos después de caer derrumbado sobre el peculiar polvo de ladrillo de Tecnópolis, Federico Delbonis ya estaba de pie. Solo ocho segundos tuvo para él. Ocho segundos para disfrutar en soledad. Después vendría el respetuoso saludo a su contrincante, el serbio Viktor Troicki, a quien le dio vuelta un partido que parecía perdido. Dos sets abajo llegó a estar el azuleño que, en el quinto y decisivo parcial, selló el segundo punto para Argentina que está a solo una victoria de instalarse en las semifinales de la Copa Davis. Una vez transcurridos esos ocho segundos vendrían los festejos con sus compañeros, con el capitán Daniel Orsanic, con los colaboradores y con el público, por supuesto. Después de esos ocho solitarios segundos dejaría sus pertenencias arrumbadas en su banco para ir a besuquear a Celina, su hija, con quien desaparecería de la escena que lo tiñó de héroe.

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El momento. 

Hace veinte días, en la semana previa al inicio de Wimbledon, el actual 77° del ranking se consagraba campeón del Challenger de Milán, certamen disputado sobre polvo de ladrillo. Su decisión de participar en un torneo correspondiente al segundo escalón del profesionalismo fue un tanto criticada. Pensando en el tercer Grand Slam de la temporada, por qué no jugar torneos sobre pasto para realizar una mejor adaptación a aquella traicionera superficie. ¿Delbonis apuntó a poco?

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Delbo, el trofeo y chichis milanesas (?).

“Estábamos un tanto retrasados en el ranking y eso no nos aseguraba tener continuidad en los torneos ATP. Ante la posible convocatoria a la Davis y al priorizar siempre defender los colores de Argentina decidimos ir al Challenger. Para él es un deseo jugar la Copa Davis y parte de eso fue para preparar lo que vivimos ahora”, le explicó Gustavo Tavernini, coach de Delbo, a EfectoTenis.

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Ganar puntos relativamente más fáciles para poder mantener el ranking y continuar en las giras de torneos ATP. Ese era el plan. También competir en la misma superficie de esta serie de Copa Davis era un aliciente. “Fue una linda preparación previo a la Davis. En lo personal era para sacar puntos y en lo grupal habíamos hablado con Dani (Orsanic) y Gustavo (Tavernini) y todo encajaba tanto en lo personal, lo grupal y en un futuro cercano, la Copa Davis. Cuajó todo. Obviamente que a Wimbledon llegué con poco rodaje. Casi nada. Sabía que era cuestión de tranquilidad, de estar firme ese día o también de tener un buen sorteo”, decía Delbo que luego de aquel título se acercó al Top 70 ATP.

Después de levantar el trofeo italiano, el bonaerense de 24 años durmió unas pocas horas y más tarde comenzó su viaje con destino a Londres. El domingo ganó en Milán y debutó el lunes en Gran Bretaña. “Me tocó un partido muy duro y no tuve ni tiempo para descansar porque dormí muy pocas horas”, comentaba en relación a su participación en el All England donde cayó en la primera rueda ante el búlgaro Grigor Dimitrov.

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Otro de sus fugaces festejos sucedió cuando obtuvo el quinto punto de la serie de Copa Davis frente a Brasil. Debido al maratónico match que Mayer le ganó a Joao Souza, Delbonis tuvo que completar su cotejo el día lunes. A las pocas horas de sellar el pase a los cuartos de final, el argentino estaba viajando a Estados Unidos, a Indian Wells, donde disputaría el primer Masters 1000 de la temporada.

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Puño cerrado durante su participación frente a Brasil.

En el tenis casi no existe el tiempo para el disfrute. Las alegrías son efímeras. “Son cosas que duran muy poco tiempo y hay que saberlas administrar. Son energías que tal vez se te van y después  te pueden jugar en contra en un futuro. Cuando termina un torneo o la gira podés tomarte un tiempo y disfrutarlo porque el título, o la victoria, está ahí. No se te va a ir”, le relataba Delbonis a EfectoTenis. Mientras que agregaba: “Lo que perdiste es la emoción o el instante ese de euforia, pero la buena sensación del partido no te la va a quitar nadie”. Como él mismo dice, la sensación de aquel instante se fue. Al igual que en la serie frente a Brasil o en el Challenger de Milán, la auténtica felicidad es cosa de segundos. En este caso, ocho segundos de euforia que solo él sabrá describir.

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LA YAPA

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=SxehKb73izg&feature=youtu.be]

Video propio en el cual vivís la serie bien desde adentro. Recorremos el predio e ingresamos al estadio con una GoPro en la mano. Además, los dos match points, incluído el emotivo “desmoronamiento” de Delbonis.

PARTIDOS

Viernes

Leonardo Mayer a Filip Krajinovic 6-4/6-2/6-1

Federico Delbonis a Viktor Troicki 2-6/2-6/6-4/6-4/6-2

Sábado

Leonardo Mayer/Carlos Berlocq vs Nenad Zimonjic/Viktor Troicki

Fotos: Segio Llamera / Prensa AAT.

CoCo, llegó tu hora

5 Jul

La genética debe tener algo que ver en la estadounidense CoCo Vandeweghe. Desde muy pequeña, su habilidad para los deportes fue algo que no sorprendió a la familia. Era natural. A los nueve años, la actual 47° del mundo y reciente octavofinalista de Wimbledon, ya practicaba lucha libre; hasta los quince jugó al básquet y recién a los once incursionó en el tenis. ¿Por qué no sorprendía la ductilidad de esta rubiecita neoyorquina? La mayoría de su familia tiene el instinto “asesino”  que solo llevan en la sangre los deportistas de elite. Su abuelo y su tío fueron basquetbolistas de la NBA, su madre nadadora olímpica y su otro tío jugador profesional de beach vóley. Ahora, es el tiempo de CoCo, que quiere dejar su sello de gloria en la deportiva familia Vandeweghe.

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Por el lado materno, su abuelo, el Dr. Ernie Vandeweghe, fue una de las figuras de los New York Knicks en la década del 50’. Luego de unos años en el mejor básquet del mundo decidió unirse a la Fuerza Aérea estadounidense donde fue físico. Dr. Ernie, junto a Colleen Kay Hutchins, abuela de CoCo que, dicho sea de paso fue Miss America en 1952, cruzaron su excepcional genética para concebir a Kiki, Tauna, Bruk y Heather. El tío de CoCo, Kiki Vandeweghe, es un ex jugador de NBA que también fue manager de los Denver Nuggets y los New Jersey Nets, equipo del cual fue entrenador. Actualmente, el multifacético Kiki es el vicepresidente de las operaciones básquetbolísticas que realiza la NBA. Luego, Bruk fue jugador de beach vóley; Heather, capitana del equipo nacional de Polo de los Estados Unidos y Tauna, la madre de la tenista, compitió como nadadora en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976.

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La bella Colleen Kay Hutchins, abuela de CoCo.

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Ernie Vandeweghe. / Ph: The New York Times.

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CoCo y Kiki.

Bajo esta atmósfera de súper talentos deportivos, CoCo creció. Obviamente, el deporte no era algo secundario en su vida. La influencia de su familia determinaría su carácter en cualquier disciplina que practicara. “Definitivamente ayudó a mi carrera. Aprendiendo a cómo esforzarte, a cómo manejarte y más viniendo de personas que lo han hecho. Que hablan desde la experiencia. Soy muy afortunada de haber tenido la experiencia de vivir rodeada de ese ambiente desde que era chica hasta ahora”, le decía CoCo a EfectoTenis en febrero, durante la serie de Fed Cup entre Argentina y Estados Unidos disputada en Pilará.

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Video propio de CoCo durante su paso por la Argentina.

A los 9 años, en  Locust Valley, Nueva York, CoCo realizaba lucha libre. En esa –poco habitual- disciplina compartía categoría con su hermano, Beau, un año y medio mayor. Ella, que se autodenomina “robusta”, compartía entrenamiento con su hermano, un “largirucho”. Una interesante nota de la USTA cuenta que CoCo, en dos oportunidades, iba a enfrentar a su hermano. Su madre detuvo la pelea porque “Definitivamente iba a destruir a mi hermano”, comenta la neoyorquina de 23 años, que en esta edición de Wimbledon alcanzó por primera vez en su carrera la segunda semana de un Grand Slam luego de vencer por 6-2 y 6-0 a la australiana Sam Stosur.

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Junto al afamado coach Craig Kardon, ex entrenador de Navratilova y Davenport, entre tantos otras jugadoras. Previo a su partido de tercera ronda de Wimbledon, a CoCo le sangraba la nariz.

Además de la lucha libre, la altísima rubia –mide 1,85cm- disfrutó muchos años jugando al básquet, deporte que por herencia no podía desechar.  “Lo hice cuando era más joven porque mis amigos jugaban al básquet conmigo. En tenis juegas solo y mis amigos no practican tenis. En ese sentido disfruté más de jugar al básquet, pero ahora estoy muy contenta de haber elegido el tenis”, le comenta al blog quien abandonó la pelota naranja a los quince para dedicarse de lleno a su actual profesión. “Me gusta la manera en la cual los sudamericanos y los europeos juegan al básquet. Me gusta más que los estadounidenses porque juegan más en equipo que individualmente”, dice la fanática de los New York Kniks.

La influencia del básquet  no solo proviene de sus familiares, Phil Jackson, ex jugador y coach que posee un total de 13 anillos de campeón de NBA: dos como jugador con los New York Knicks, seis como entrenador de los Bulls y cinco como entrenador de los Lakers, es uno de sus referentes. La filosofía mental que transmite Jackson fue lo que captó la atención de CoCo, quien leyó su historia. “Leí el libro de Phil Jackson, en realidad me lo dio mi coach, y disfruté de su filosofía mental, cómo se acercó a cada una de las diferentes súper estrellas, tanto cuando estaba en los Bulls y también en los Lakers. Es que hay tantos egos, tantas maneras de pensar y cómo logró unirlos a todos. No es fácil y es sorprendente cómo  lo hizo durante tantos años y después con un equipo completamente diferente”, señala la ganadora de un título WTA, obtenido el pasado año sobre el césped holandés de ‘s-Hertogenbosh.

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Junto al trofeo de campeona en ‘s-Hertogenbosch.

Si decidimos ir a dar una vuelta con CoCo por New York podríamos llevarla a una librería. Habitualmente, durante las giras, lee dos libros a la vez: uno más profundo y otro para simplemente ocupar el tiempo libre. La neoyorquina que reside en Rancho Santa Fe, en California, también admite que suele leer libros “tontos”. Uno de ellos fue el best seller “Maze Runner”, novela juvenil que sirvió como inspiración para la taquillera película estadounidense que se estrenó a mediados de 2014. No todo es filosofía mental, para pasar el rato prefiere las novelas que están de moda, esas que tienen la mejor posición en las vidrieras de los bookshops. “Usualmente leo dos libros a la vez. Uno es más inteligente, más intelectual, mientras que el otro es para irme a dormir. Para relajarme. Disfruto de la lectura. Es una gran manera para que el tiempo pase, porque cuando estás en los torneos no puedes hacer cosas todos los días, especialmente cuando juegas porque tienes que estar preparándote para el día siguiente, para el próximo partido y asegurarte de no gastar energía”, comenta la simpática CoCo, siempre dispuesta a sonreír y a “remar” en las respuestas.

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Durante la entrevista con EfectoTenis. / Ph: Le Tenisse.

Continuando con la lectura, CoCo puede decir que es dueña de un Record Mundial. En una entrevista  admitió que tuvo que leer diez veces la primera página de un libro que un amigo le había regalado. De hecho, no recuerda ni el título. Finalmente, ¿entendió algo? “Todavía estoy leyendo esa primera página”, dice entre risas. “Actualmente (febrero, por ese entonces) estoy terminando ‘Maze Runner’. Me quedan solo veinte páginas. Cuando termine me voy a dedicar al otro”. Buena suerte, Coquito (?).

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¿Vot SÍ?

LA VARA ESTÁ ALTA

“Quiero ser número uno del mundo, ese siempre ha sido mi objetivo”, dice en la conferencia de prensa de Wimbledon, luego de vencer en segunda rueda a Karolina Pliskova, 11° preclasificada en el All England. “Sí, por qué no. Siempre he pensado eso. Es como si saliera a la cancha a jugar un partido pensando que voy a perder. Es un sueño que tengo hace mucho tiempo. Es como ganar un Grand Slam, una medalla dorada, esos son sueños de toda la vida.  Así que quedarse a mitad de camino por cualquier razón me parece estúpido”, manifestó la ambiciosa CoCo Vandeweghe que frente a la checa Lucie Safarova buscará sus primeros cuartos de final en un Major.

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Jarkko y su última función en césped

29 Jun

En el Court 2 del All England Lawn Tennis Club, el tercer estadio en importancia de Wimbledon, la batalla de los veteranos terminó. Ambos jugadores competían por última vez en la Catedral del tenis. Ambos jugadores luchaban por no despedirse del mítico certamen londinense y tener una nueva experiencia en el césped más afamado del mundo. Antes de arrancar el match sabían que de ganar, en la siguiente ronda, seguramente encontrarían su despedida. Novak Djokovic, en segunda rueda, esperaba al ganador con los brazos abiertos y los dientes afilados. Sin embargo, qué mejor que despedirse del Grand Slam más prestigioso en la Cancha Central, frente al número uno del mundo y campeón defensor. Una hermosa última vez en el pasto. Para darse ese gustazo debían ganar. En el quinto set, y luego de cuatro horas de partido, Jarkko Nieminen venció a Lleyton Hewitt por 11-9 en el set decisivo. El finlandés tiene una vida más.

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El saludo de los casi retirados. / Ph: USAT

De un lado de la red Lleyton Hewitt, ex número uno del mundo y campeón de Wimbledon en 2002. El australiano de 34 años anunció su retiro en enero de 2015, cuando comunicó que su último torneo sería el Australian Open 2016. Lo de Jarkko Nieminen es más reciente. Algunos días atrás, el tenista nórdico de 33 años le confirmó a varios medios finlandeses que en octubre, durante el torneo de Estocolmo, se despediría del tenis. También está prevista una exhibición en noviembre, en Helsinki, junto a Roger Federer. Más tarde, Nieminen, en su sitio oficial, oficializó su inminente retiro.

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El festejo fue medido.  Nieminen sabía lo que significaba para Mr. C’mon jugar por última vez en Wimbledon. En la red, los dos rubios se fundieron en un abrazo que sirvió como muestra de afecto y reconocimiento al trabajo de tantos años. Hewitt fue treinta veces campeón en el tour, donde se destacan los títulos del US Open 2001, Wimbledon 2002, y la Copa de Maestros en dos oportunidades; Nieminen, 13° del mundo en 2006, cuartofinalista de tres de los cuatro Grand Slam (le faltó Roland Garros) y además finalizó catorce temporadas consecutivas dentro de los cien mejores del mundo. Dos viejos zorros que dan sus últimos pasos por el circuito.

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Antes de hacer periodismo, en EfectoTenis somos aficionados del tarot (?):  tiramos las cartas y leemos el futuro. Por eso, durante el Argentina Open, le pedimos a Gustavo Colqui, uno de los encordadores oficiales del ATP de Buenos Aires, que se ajuste la GoPro a su frente y encuerde la raqueta del finlandés. Acá va nuestro pequeño homenaje a Jarkko, tenista al que entrevisté para la página oficial del certamen porteño y donde también lo hicimos jugar bádminton, el deporte de su esposa. Peremo’ que te guste, Shark (?).

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La visión del encordador que utilizó un encordado Luxilon Alu Power con una tensión de 24 kg.
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Jarkko y el bádminton, durante la producción del Argentina Open.

El último argentino que pasó la qualy de Wimbledon

24 Jun

En las últimas trece ediciones de Wimbledon, sesenta y ocho tenistas argentinos pasaron por la clasificación del mítico Grand Slam londinense. Solo cuatro alcanzaron la rueda final, es decir, la entrada, el partido que determina si ingresás o no al cuadro principal. Solo uno (de sesenta y ooocho, diría Riverito (?)) logró sobreponerse al resbaladizo y traicionero césped. En 2002, Juan Pablo Guzmán marcó un precedente al atravesar la qualy del tercer Major de la temporada. Entrenar en una cancha de fútbol, jugar sin las zapatillas adecuadas y resbalarse hasta moretonearse las caderas. La historia del último clasificado albiceleste en Wimbledon.

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Previo a disputar su primer Grand Slam, donde finalmente clasificaría, Juan Pablo Guzmán había participado en el Challenger de Weiden, en Alemania, en el cual había sido eliminado rápidamente. Junto al también ex jugador Diego Veronelli, Daniel Orsanic -actual capitán del equipo argentino de Copa Davis y por aquel momento su entrenador- y unos pocos dólares emprendieron el viaje hacia la aventura verde.

“Nunca había jugado en césped, ni siquiera tenía zapatillas de pasto. Durante varios días entrenamos en una cancha de fútbol que había en el club y allí hacíamos movimientos de volea y todo lo relacionado con la movilidad. Como para no hacer papelones cuando nos toque el césped”, le dice Juan Pablo Guzmán, ex 100° del mundo en 2007, a EfectoTenis. “Llegamos el viernes (la qualy empieza el lunes) y estábamos alucinados. Todos los días previos entrenamos mil horas. Era divertido. No era una semana más, para Diego también era la primera qualy de un torneo grande”, relata Guzmán que compartía, junto a Orsanic y Veronelli, una diminuta habitación de un hotel de Earls Court, barrio londinense ubicado a cinco millas de Wimbledon. En lo financiero, la época no ayudaba. La Argentina atravesaba una de sus peores crisis económicas. El rebusque de dormir en un cuarto pequeño era algo menor comparado al sueño deportivo de jugar el torneo que siempre habían visto por televisión.

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La estación de subte de de Earls Court.

“A medida que los días pasaban nos íbamos sintiendo cada vez mejor. Para mí, desde chiquito, ver una cancha verde significaba ver fútbol y una pelota rodando. Jamás me imaginé estar jugando al tenis en la misma superficie que desde pequeño me había tenido pateando y corriendo atrás de una pelota, pero en este caso más chiquita y amarilla”, recuerda Guzmán desde Londres, en el mismísimo Wimbledon, donde actualmente está ayudando a un amigo que entrena a una tenista rusa.

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Hace apenas dos semanas terminó su vínculo de siete meses con la rumana Sorana Cirstea.

Bajo el prejuicio y la incertidumbre con la que conviven los tenistas latinoamericanos cada vez que pisan el césped, los objetivos no iban más allá de disfrutar y tal vez ganar algún partido. Además, la inexperiencia (y disminuida billetera) de Guzmán llegaba al punto de no contar con las zapatillas adecuadas para competir en la patinosa superficie, donde los porrazos son cosa de todos los días. Conseguir prestado un calzado era algo esencial para el debut.

Jurgen Melzer of Austria slips during his men's singles tennis match against Jo-Wilfried Tsonga of France at the Wimbledon Tennis Championships, in London June 23, 2014.            REUTERS/Max Rossi (BRITAIN  - Tags: SPORT TENNIS)

“Ni siquiera tenía zapatillas de césped. Se necesitan mucho, sino es imposible pararse. La única esperanza era pedir algunas prestadas a algún argentino o conocido. Diego (Veronelli) tenía. El día anterior, cuando miramos el horario, nos dimos cuenta que nos había tocado a la misma hora. Las chances eran nulas. En primera ronda me tocó con un tipo grande en ese entonces, Laurence Tieleman, creo que se llamaba, gane 9-7 en el tercero. Me caí, fácil, unas diez veces durante el partido. Los dolores después del match se duplicaron y la felicidad era enorme. Para la segunda rueda conseguí un par de zapatillas y era muy diferente. Gané jugando muy bien”, manifiesta con extrema puntillosidad el zurdo de 34 años, retirado en 2008 por una lesión en la muñeca derecha.

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Ya con zapatillas, confianza y nada que perder llegaba la tercera y última ronda. Una de las particularidades más destacadas de la clasificación de Wimbledon es que la entrada al cuadro se juega al mejor de cinco sets. Para Guzmán, por aquel entonces 294° del ranking y sin experiencia en los torneos grandes, era el primer partido que jugaba bajo esa modalidad. Sin embargo, la incertidumbre no lo paralizó. “El mayor miedo que tenía era que por primera vez en mi vida iba a jugar un partido a cinco sets y no sabía cómo podía llegar a responder si se alargaba. No sabía si empezar al 100% o un poco más tranquilo, porque la ansiedad a veces te puede jugar una mala pasada. Pero dije, ya está, empiezo con todo y después vemos qué pasa. No quería dejar pasar ni una chance”, señala el bonaerense, que finalmente venció en sets corridos al holandés Roger Wassen.

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Guzmán junto a Ormaechea, pupila durante 2013.

Como decíamos, la qualy de Wimbledon es singular. Para empezar, el torneo clasificatorio no se lleva a cabo en el emblemático All England Lawn Tennis Club, sino en el Bank of England Sports Ground, en Roehampton, a unos kilómetros de la sede oficial. Como bien apunta el blog FueBuena en esta interesante nota, la fase previa se realiza allí desde 1978.

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La incesante actividad en la qualy, una cancha al lado de la otra.

Para Guzmán, la proesa de pasar la qualy significaría ganarse el derecho de entrar al All England, al verdadero Wimbledon. En primera ronda le tocaría enfrentar a su compatriota Gastón Gaudio –por ese entonces 28° del mundo-, donde caería en sets corridos. “Cuando me tocó ir a Wimbledon, ahí sí que cambió todo, y mucho. De chico, mi sueño cuando miraba la televisión era jugar Wimbledon. Cuando llegué y observé lo que alguna vez había visto por la tele me corrió un frío hermoso por el cuerpo. Son esos momentos que te volvés a sentir el mismo niño que miraba por la tele jugar a los grandes. Todo es diferente: canchas, vestuarios, sala de jugadores. Todo lo que te puedas imaginar”.

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Los vejetes y las silletas plegables. Harmoso (?), Roehampton.

UN KARMA PARA LOS ARGENTINOS

Desde 2002 a 2014, sesenta y ocho tenistas argentinos participaron de la qualy de Wimbledon. Solo cuatro llegaron a la ronda final: Juan Pablo Guzmán (el único que entró al cuadro), Diego Veronelli, Diego Hartfield y Nicolás Todero. ¿Por qué les cuesta tanto a los argentinos?

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Seguimos con el boom (?) de las  silletas plegables y los infaltables paragüas.

En principio, por la genética tenística, el jugador argentino está acostumbrado al polvo de ladrillo, a la cancha lenta. El cambio de una superficie a otra es brusco. La pelota casi no pica, los apoyos son inestables y los sacadores potentes –una característica que no abunda entre los tenistas nacionales- sacan ventaja.  “Puede ser que no sea la superficie que más le guste a los argentinos. También, algunos aprovechan las semanas previas para jugar algunos Challengers e  intentar sumar un poco de puntos. Desde mi punto de vista habría que preparar el torneo y jugar por lo menos alguna semana antes para acostumbrar el cuerpo, la vista y el juego, porque es bastante diferente a lo que puede ser el polvo de ladrillo”, opina Guzmán desde tierras británicas.

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Nicolás Kicker, eliminado en la primera ronda la qualy, pero cumpliendo el sueño de jugar su primer Grand Slam.

En la edición 2015 de la fase previa de Wimbledon, ocho argentinos integraron el cuadro clasificatorio. Hasta ahora sobrevivieron cuatro: Horacio Zeballos, Facundo Argüello, Guido Andreozzi y Guido Pella. ¿Podrá alguno de ellos cortar la mala racha de más de trece años?

DESDE ADENTRO

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=QTAPa1Grq0o&feature=youtu.be]
Con la colaboración del entrevistado armamos este video donde podés disfrutar de los entrenamientos de Rafael Nadal y Novak Djokovic -que tira un lujazo- en Aorangi Park.

Francisco Bahamonde: “Hoy en día, nuestro mejor amigo es la raqueta”

1 Oct

Su mirada no es penetrante. Está ausente. No hay contacto con los ojos del expectante entrevistador, que en este caso, soy yo. Sus pupilas buscan el horizonte del Rincón Club, barrio cerrado de la ciudad de Neuquén donde se disputa el decimoctavo Future argentino de 2013. Tal vez, la razón de evitar el contacto visual es la reciente derrota –en su primera semifinal profesional- que todavía atormenta su mente extremadamente competitiva. Francisco Bahamonde, de 16 años, responde al cuestionario de manera sólida, seguro de sí mismo, confiado de sus palabras. No hace pausas, no titubea, declara como un curtido tenista que carga con millonadas de agobiantes conferencias de prensa. En la cancha no es muy distinto. Bahamonde, que no solo se destaca por su tenis sino también por su frondosa y rulienta cabellera, se mueve con seguridad en el polvo de ladrillo. Su carácter es lo que lo distingue.
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-¿Qué hacemos hoy a la noche?
– Tranqui. Compramo’ uno’ ferné’ para la previa y después vamos a bailar.
Podría ser una conversación entre dos chicos de dieciséis años durante un sábado a la tarde, el momento perfecto para planificar la noche. Francisco Bahamonde es distinto al común de los pibes de su edad. Lejos, de su mente, está tomarse unos vasitos de la bebida cordobesa. Más lejos aún quedó ser un alumno regular del colegio secundario. Para el juvenil mendocino, la solución es rendir libre, sin asistir a clases. Su uniforme no es una camisa, una corbata y un pantalón gris, con ruedo, para que dure más. Su uniforme es otro: las zapatillas naranjas, bien percudidas por el polvo de ladrillo, jogging o short y una remera deportiva de manga corta. Su cartuchera es un raquetero. Sus lapiceras son raquetas. Sus tareas son pegar doscientos drives cruzados, cien reveses paralelos y hacer dos canastos de saques. Las excursiones no son salidas a tediosos y monótonos museos, son viajes a Roland Garros o Wimbledon. Sus frustraciones no son llevarse materias a diciembre o marzo, es quedar eliminado rápidamente de una competencia. Panchito, como lo llaman los más cercanos, vive la vida del estudiante del tenis que busca graduarse lo más rápido posible, es decir, insertarse en el profesionalismo.IMG_0653

“La vida de un tenista no  es normal. Son muchos los fines de semana y días que estamos fuera de casa, uno se acostumbra a estar todas las semanas compitiendo.  Creo, que hoy en día, nuestro mejor amigo es la raqueta porque es con la que más tiempo pasamos”, dice Bahamonde exhibiendo una tonada propiamente mendocina, donde reemplaza las «y» por erres.

Minutos antes al comienzo de la entrevista, Panchito habla por teléfono con sus padres. Luego de cortar, le comunica a Rodrigo Scattareggia -parte de su equipo, que es comandado por su entrenador, Ivan Rudich- que están apurados porque en unas horas sale el vuelo que los llevará de vuelta a Mendoza. Así es la vida de este adolescente, que con solo dieciséis años tiene un frondoso kilometraje y un vasto conocimiento de aeropuertos y terminales de ómnibus. “Es todo muy duro, no solo se extraña la familia, sino a los amigos, estar en tu casa, la comida que te hace tu mamá, no es lo mismo comer todos los días en restaurantes», dice el juvenil que comenta estar acostumbrado a este tipo de vida.
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El armado del bolso, una de sus rutinas.

Además de obtener su primera semifinal profesional en el Future de Neuquén, Bahamonde realizó una excelente temporada en el circuito junior. Actualmente, el fanático hincha de San Lorenzo de Almagro ocupa el puesto 71° en el ranking ITF. Algunos meses atrás participó de la gira europea donde compitió en las clasificaciones de Roland Garros y Wimbledon. Dejando de lado los resultados -en ambos Grand Slam cayó en la segunda ronda de la qualy- viajar y respirar el aire de estas grandes citas es una descomunal experiencia. “Fue algo emocionante. De chiquito, el primer torneo que se mira es Wimbledon porque uno dice: ‘Mirá, es pasto. Mirá que raro eso’. Sobre todo para los argentinos que ven el pasto e imaginan fútbol. Fue algo increíble compartir el día a día con los que veo todo tiempo en la tele. Me dio una gran experiencia, y creo que se está viendo reflejado en los resultados que estoy obteniendo”, enuncia Bahamonde quien cuenta con el apoyo económico de la Secretaría de Deportes de su provincia y del Gobierno de Mendoza, factores esenciales -que no abundan- para el desarrollo de la carrera de cualquier joven tenista que comienza a competir.
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En el Court Central del All England viendo a su coterraneo, Martín Alund, y David Ferrer.

Estableciendo una comparación entre juniors sudamericanos y europeos, el pupilo de Ivan Rudich, señala las principales diferencias: “Ellos tienen un grupo más amplio de jugadores. En cambio, en Sudamérica somos pocos los que podemos ir y pelearle de igual a igual. Por otro lado, allá cualquier europeo tiene un nivel muy alto ya que están todo el año compitiendo entre ellos. Ellos juegan 25 torneos al año, nosotros solo vamos seis semanas”. Y agrega: “Cuando un europeo pierde, se toma un tren y en una hora está con su padre, con su madre, le lavan la ropa, se come un asado con el viejo y sale a jugar. En cambio, vos te quedas toda la semana entrenando, viendo al jugador que te ganó, pagando hotel, todo. Pero bueno, creo que en ese momento es cuando hay que ser más fuerte para demostrar que realmente lo que uno quiere es jugar al tenis. Esas son las situaciones en las que uno se decide, y dice, me la voy a bancar porque sé que después van a venir cosas mucho mejores”.
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Las buenas notas para Francisco llegaron. El boletín no es más que sus exitosos resultados durante la temporada 2013. A pesar de no estar en la escuela, el reconocimiento es similar al de ser abanderado o escolta en una fecha patria. Panchito es segundo escolta en el podio de los Juegos Sudamericanos de la Juventud, en Lima, Perú. En su pecho, celeste y blanco, y exhibiendo una amplia sonrisa, cuelga la medalla de bronce.
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EL DESPEGUE DEL TENIS MENDOCINO

«Se ha instalado el espíritu de la competencia, que antes no era así. Mendoza no era un lugar fuerte tenísticamente hablando. Pero ahora, con el impulso que dio Martín (Alund), estando dentro de los cien mejores del mundo, creo que hay varios chicos que hicieron buenas actuaciones. Después, lo mío parece que ha sido un buen impulso y también lo de Manu (Peña López) que la está rompiendo. Es muy bueno para los chicos que vienen de abajo ver un referente y sentir que no están tan lejos. Además, nos ven todo el día entrenar, estamos constantemente con los chicos, y sobre todo, la Academia de Mendoza está trabajando muy bien”.

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El gobernador mendocino, Francisco Pérez, junto al secretario de Deportes, Marcelo Locamuz, durante la en la exhibición del chileno Fernando González y Juan Martín Del Potro. Además, Gustavo Fernández, Martín Alund y Francisco Bahamonde.

El chico de Burundi

31 Ago

Hassan Ndayishimiye se considera “un camaleón de las culturas”, es que el tenista burundés se la ha pasado viajando desde los quince años. Sus estimulantes son la pasión por el tenis y el sueño de poder ayudar a su familia que continúa viviendo en el lugar donde él mismo nació, la villa de Swahlii, en Bujumbura, la capital de Burundi. Su padre fue quien lo convenció a empuñar una raqueta a los cinco años. Su progenitor trabajaba de peloteador, u ocasionalmente entrenador de tenis, ganando apenas un dólar por hora.BR-E4PfCIAEDvQ3
Hassan ocupa el puesto 961° del ranking mundial.

Sangre, mucha sangre es la que tiñe la historia de Burundi, país africano ubicado en la zona de los grandes lagos. Las etnias Hutu y Tutsi mantuvieron brutales enfrentamientos que, según estimaciones, dejaron un saldo de más de medio millón de muertos. Como si fuera poco, Burundi -habitado por más de 8,5 millones de personas- está ubicado entre los diez Estados más pobres del mundo, posee un alto índice de prevalencia del SIDA, tiene una esperanza de vida de 50,4 años y está sumido en una fuerte inestabilidad política.burundi-data-recovery-map
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Se estima que cerca de 250.000 personas murieron entre 1959 y 1988, mientras que unas 300.000 más se sumaron tras la guerra civil originada en 1993.

Dentro del cruento contexto social burundés es casi imposible imaginar que un muchacho pueda desarrollar su vida en torno a una cancha de tenis. Sin embargo, las suposiciones y los prejuicios son desafiados y superados por la realidad. Un claro ejemplo es el de  Hassan Ndayishimiye, este joven de 19 años que fue 27° del mundo en el ranking junior y que todas las semanas se esfuerza por llegar a ser alguien en el planeta de la raqueta, y de esta forma, ayudar a que sus seres queridos salgan de la pobreza.

EfectoTenis (ET): ¿Cómo empezaste a jugar al tenis? ¿Cómo es decidir jugar profesionalmente al tenis en Burundi?

Hassan Ndayishimiye (HN): Yo vengo de la villa Swahili, en Bujumbura, la capital de Burundi. Cerca de esta villa está un gran complejo que incluye un club de tenis. Mi padre era un peloteador y entrenador en el centro de tenis. Ganaba un dólar por hora peloteando con los miembros del complejo. Este sitio tiene varias canchas asignadas a la federación de tenis donde nos estaba permitido jugar. Entonces lo hicimos. Asistíamos a la escuela solamente tres horas por día, y en vez de estar vagando por las calles, jugar tenis era mejor.

Hay muchísimos chicos de mi comunidad jugando al tenis en Bujumbura. Usualmente, nosotros dominamos el circuito del Este africano, pero hasta los 14 años. Después de ello, muchos de nosotros tenemos que empezar a trabajar para ayudar a nuestras familias, entonces abandonamos el tenis. No hay ninguna chance de ser un tenista profesional en Burundi. No hay apoyo. Muchos dejan el país para convertirse en entrenadores de juniors o peloteadores en diferentes partes del mundo, o como en otros casos, se quedan haciendo esto en Burundi.

ET: En Argentina, como en muchos otros países, practicar un deporte profesionalmente es una manera de hacer posible un cambio social. ¿Cuál es tu punto de vista? ¿Ocurre esto en Burundi?

HN: El tenis es una herramienta de cambio. De hecho, el tenis cambió mi vida. Pero en Burundi nunca hubiese podido tener estas chances. Gracias a la Federación Internacional de Tenis (ITF) pude entrenar en Sudáfrica. Aprendí muchas cosas de este deporte, así como pelear dentro de la sociedad y en el resto del mundo. Agradezco el apoyo del ITF Grand Slam Development Fund, gracias a ellos viajé a Europa, a los Grand Slams juniors, América y más. Realmente, el deporte ha cambiado mi vida y la de muchos otros de mi comunidad, pero tristemente no dentro de  Burundi. Lo que ha hecho es ayudarnos a salir de Burundi y cambiar.
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El tenis en Burundi.

ET: ¿Cómo te sentiste después de desplazarte a Estados Unidos (entrena en Florida) ? ¿Cómo fue dejar a tu país?

HN: Dejé Burundi a los nueve años para irme a jugar al tenis a Kenya. Después de ello me trasladé a Sudáfrica donde volvía a casa solo una vez al año. He estado viajando por el mundo desde los quince. Me he convertido en un camaleón de las culturas porque me he adaptado a cada lugar que voy. En términos de comportamiento, he aprendido a ser simplemente yo, porque no existe la forma de encajar en todas las culturas. Igualmente, necesito adaptarme diariamente para encontrar una comida que disfrute, y también estar preparado para comunicarme y hacer amigos.

ET: Leí en una entrevista que tu familia vive en una villa de Burundi, en un partido o día difícil, ¿Tomás fuerzas de ello?

HN: Sé que el tenis me está sacando de la villa. Sé que mi familia y amigos están mirándome. Sé que ellos tienen grandes expectativas de mí. Muchos piensan que estoy viviendo una vida de lujos solamente porque viajo por el mundo jugando tenis, pero no es así. Presupuestos ajustados, buscar  lugares para dormir, encontrar a alguien para entrenar, etcétera, son cosas difíciles. Pero un día, un día… voy a llegar y voy a ser capaz de cuidar a mi familia.
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Hassan multiplicado.

ET: ¿Pensás que tu carrera puede inspirar a otros chicos de África? ¿Qué sentís sobre eso?

HN: Es verdad que he luchado duro para llegar a un lugar, eso es lo que importa y lo que les digo a los chicos. No es fácil. Pero si te mantienes enfocado y trabajas duro puedes llegar a cualquier lugar. Tengo la intención de tener éxito, y de esa forma, poder inspirar a muchos y poder ayudarlos.

ET: ¿Qué significa Kassie McIlvine (manager) en tu vida?

HN: Ella es mi “madre”, mejor amiga y manager. Hablamos diariamente, aprendemos junto cómo enfrentar este nuevo mundo, el circuito profesional. Desearía que ella pudiera pasar más tiempo en tour, pero tiene que hacer su trabajo: ganar dinero para cubrir los costos. Yo juego tenis y ella intenta organizar el resto, y reitero que la ITF brinda un gran apoyo.
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Para abaratar costos, Hassan se encuerda su propia raqueta.

ET: ¿Cómo te llevas con tus sponsors?

HN: Muy bien. Mi sponsor principal es Kassie y somos muy cercanos. Además de eso, está la ITF con su apoyo y los diferentes entrenadores que están siempre allí para poder realizarles preguntas, o para hablar por Skype con ellos. Dermott Sweeny, en Sudáfrica; Amine, en Marruecos; Frank Courad, en Londres, son el mejor apoyo moral que puedo tener. Gabe Jaramillo en Club Med Academies también me provisionó mediante su apoyo técnico, moral y financiero. Ahora, tengo el apoyo de Head, son amables y cálidos conmigo.

ET: Tuviste grandes actuaciones como junior, ahora, que te convertiste en profesional ¿Qué diferencias hay entre estos “dos mundos”?

HN: El circuito profesional no es tan amistoso, es un juego de vida o muerte. Es extraño encontrar jugadores que piensen en los otros. Igualmente, estoy comenzando a hacer amigos en el circuito.

ET: ¿Qué sentiste cuando ganaste aquel partido en Wimbledon (donde pasó la clasificación y alcanzó la segunda ronda) y te convertiste en el primer burundés que gano un match en un Grand Slam?

HN: No lo puedo describir. Realmente, cuando me dijeron que tenía un wild card para la clasificación llamé a Kassie, no lo podíamos creer. Pero después supe que iba a entrar y estar en aquellas canchas verdes.

ET: ¿Qué significó para vos conocer a Lleyton Hewitt, uno de tus ídolos en el tenis?

HN: Es inspirador darse cuenta que estos ídolos son personas reales y que yo también puedo ser como ellos.BNoPJeTCQAA5GxN
Hassan y el australiano, ex N° 1 del mundo.

ET: Estuve leyendo en tu cuenta de Twitter que has sufrido muchos problemas con tu visa. ¿Qué ocurrió?

HN: Todo burundés necesita una visa para cada lugar al que viaja. Algunas de ellas tardan tres semanas en llegar ¿Cómo alguien puede viajar sin su pasaporte? ¿Cómo hago para pedir las visas corriendo por las embajadas, mientras estoy jugando partidos de tenis? Además, a mi pasaporte se le han acabado las páginas y por ello necesito volver a Burundi para sacar uno nuevo. También intentaremos retirar dos pasaportes activos, de esa manera, mientras esté jugando en país “X”, podré enviar mi pasaporte a país “Y”, y conseguir la visa. Actualmente, este documento es uno de mis desafíos más grandes. Deseo que la ITF o ATP pudiese tener un pasaporte mundial para todos los tenistas en actividad.

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Su pasaporte que se está por quedar sin páginas.

ET: ¿Cuáles son tus sueños dentro y fuera del tenis?

HN: Ser Top 10. Triunfar en el tenis y así poder ayudar a otros. Hacer que mi familia, amigos y sponsors estén orgullosos de mí.

Fotos: Twitter de Hassan Ndayishimiye